Moscú, 3 sep (EFE).- Rusia recordó este martes el 20 aniversario de la Matanza de Beslán, el atentado más grave en la historia del país, con la notoria ausencia del presidente, Vladímir Putin, que se niega a aceptar su responsabilidad por el fallido asalto que puso fin a tres días de secuestro de una escuela repleta de niños a manos de un comando checheno.
Los familiares de las víctimas soltaron 334 globos blancos en la escuela número 1 de esa localidad de la república de Osetia del Norte (Cáucaso norte), el número de personas que murieron el 3 de septiembre de 2004.
El Estado ruso no admite su culpa
El atentado sigue siendo una herida abierta, no solo por el saldo mortal y el hecho de que 186 de los muertos eran niños, sino también porque la investigación oficial no ha satisfecho las demandas de los familiares, que también responsabilizan a las fuerzas de seguridad de lo ocurrido.
"Lo ocurrido en el Crocus City Hall es una continuación de Beslán. Las autoridades no extrajeron las lecciones necesarias", comentó a EFE Susana Dudíeva, presidenta de la organización Madres de Beslán.
Las madres, que se referían al atentado islamista de marzo pasado contra una sala de conciertos en Moscú, consideran que una investigación sobre Beslán salvaría muchas vidas, pero el Kremlin se resiste.
"Por lo visto es porque en ese caso habría que castigar a los generales y a otros altos cargos", comento en alusión a los que ordenaron el precipitado asalto a la escuela que, según las madres y organizaciones de derechos humanos, provocó un mayor número de muertos debido a el empleo de armamento pesado.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó en 2017 a Rusia por no proteger el derecho a la vida de los rehenes al no minimizar los riesgos en la operación de salvamento y, posteriormente, cometer graves deficiencias en la investigación.
Putin, el gran ausente
El gran ausente a los actos conmemorativos fue Putin, que únicamente ha visitado en dos ocasiones Beslán y nunca con ocasión del aniversario.
El jefe del Kremlin, un creyente confeso que se negó a negociar con los terroristas, se limitó a enviar un icono a Beslán, que será instalado en el templo erigido en la escuela.
El pasado 20 de agosto Putin visitó por segunda vez Beslán, donde admitió que el atentado es una "herida abierta", pero rehuyó la responsabilidad del Estado en la fallida operación de rescate.
"Nos dijo que la investigación estaba cerrada y que ésta había respondido a todas las preguntas. Nosotros replicamos que no es así. Le dijimos que no nos satisface la investigación", señaló Dudíeva.
Durante la reunión, el presidente se equivocó de la cifra de niños muertos -dijo 136, en vez de 186-, pero las madres no se lo echaron en cara, algo que sí hizo la prensa independiente.
Su anterior visita a Beslán tuvo lugar en 2008, cuando el mandatario, criticado por la gestión de la tragedia, ocupaba el cargo del primer ministro.
La propaganda rusa compara a los terroristas con los soldados ucranianos
Con ocasión del aniversario, la presidenta del Senado, Valetina Matviyenko, recordó hoy que el acto terrorista fue "de una crueldad sin precedentes", ya que atentó contra la vida de niños.
"Ni un solo país tiene garantías de que en su territorio no se puede cometer un acto terrorista", dijo.
Pero la propaganda rusa prefirió centrarse en comparar a los terroristas chechenos con los soldados que participan en la incursión fronteriza ucraniana en la región de Kursk.
"De hecho, no hay diferencia entre la escoria que mató a los niños de Beslán y a los que disparan directamente contra niños en Donbás, Bélgorod, Sebastopol, Jersón o las localidades de la región de Kursk", dijo Serguéi Axiónov, líder de la anexionada península de Crimea.
Añadió que "la única diferencia está en la magnitud. La primera es una banda terrorista, la segunda una organización terrorista que se enmascara tras un Estado. Pero los amos de unos y otros son los mismos: Occidente".
Coincidiendo con esas acusaciones de que Ucrania es un Estado terrorista, medio centenar de personas moría y otras 200 resultaban heridas en un ataque ruso con dos misiles balísticos contra una academia militar y una clínica en la ciudad de Poltava, en Ucrania central.