Miguel Allen: "Esta es la primera Copa en la que el arbitraje no se realiza en el mar"

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Barcelona, 26 ago. (EFE).- El portugués Miguel Allen es uno de los cuatro árbitros internacionales, encargados de sancionar las posibles infracciones de los AC75 durante las regatas de la 37ª Copa del América de Barcelona, dijo a EFE que "por vez primera en los 173 años de historia del evento, el arbitraje no se realiza en el mar".

Hasta ahora, a cada barco competidor le seguía una lancha con un árbitro a bordo y, si le sancionaba, debía realizar la penalización en el agua y debía, ahora también, cumplirse de inmediato.

En su faceta profesional y personal, Allen está muy unido a España. Su esposa es, ni más ni menos, que la alicantina María Torrijo, de 48 años y considerada la mejor oficial de regatas del mundo y la única mujer que ostenta los títulos de Oficial Internacional de Regatas, Juez Internacional y Árbitro internacional.

Ella fue una de las más jóvenes en empezar en el cargo; en 2007, con 31 años, todo un récord. En julio de 2016 perdió a su primer esposo, el regatista Pablo Arandia, pero ella, que había sido madre el año anterior siguió con su carrera profesional en la vela. Miguel y ella se conocían profesionalmente desde 2004, pero no iniciaron una relación personal hasta 2020 y se casaron en 2022.

Él nació en Oporto hace 47 años, empezó a navegar a los nueve años y fue regatista de competición. "Como regatista hubo momentos en que no entendíamos algunas decisiones de las protestas y decidí hacer un curso de juez árbitro para entender como se aplicaba el reglamento". explica.

Es árbitro internacional desde 2002 y juez internacional desde 2006. Es uno de los mejores especialistas mundiales en la competición match-race (barco contra barco) porque cuando empezó no había muchas regatas de flota (todos contra todos).

Ha sido árbitro de la Copa del América en Valencia (2007), San Francisco (2013), Bermudas (2017) y Auckland (2021). También en los JJ.00. de Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2021 así como en cuatro ediciones de la Volvo Ocean Race (Vuelta al Mundo por equipos) tanto como juez internacional como árbitro.

Tuvo cargos de responsabilidad técnica como vicepresidente del comité de Match Race y encargado del reglamente de arbitraje de las competiciones de flota de la World Sailing (Federación Mundial de Vela), pero actualmente, está más presente en las regatas de flota y en los circuitos mundiales de las clases TP52, RC44, SailGP, Maxis, etc.

El sistema actual de arbitraje es muy sofisticado y se hace desde tierra desde la sala de árbitros (es como el VAR en el fútbol) "porque a las velocidades actuales de los AC75, con cruces a 40 nudos (75 km/h) de velocidad no es lo mismo que seguir a un barco a 12-15 nudos (22-28 km/h) como en las regatas de crucero", indicó el árbitro.

"Incluso seguirlos con una lancha es ya muy difícil y la tecnología que utilizamos nos da un grado de precisión muy grande para observar maniobras ilegales por centímetros u otras situaciones", añadió.

En una de las regata de la preliminar de la semana pasada, un barco fue penalizado en la salida porque su proa había superado ,antes de que el crono llegase a cero, la línea en 87 centímetros; la precisión de un foto-finish.

"En la Copa del América -incide- las reglas son mucho más precisas que en otras competiciones y una vez los equipos llegan a tierra no pueden protestar, como pasa en otras, al Jurado de la regata por otras cosas que no sean por temas de medición o así; todo se decide en el agua".

Lleva 24 años en esta profesión, no muy conocida, y cuando se le pregunta si para esto hace falta vocación, respondió: "Estudié derecho y por esto me gusta todo esta parte de normas y reglamentos. En realidad me gusta navegar, ver barcos y estar en este ambiente; no se si es vocación pero para llegar a un nivel alto tienes que dedicarle mucho tiempo y estar siempre renovándote y estudiando reglamentos".

Un tema importante, que él destaca especialmente es, "la confianza" que los regatistas tienen en ellos. "Saben que ni María y yo vamos a hacer algo para protegernos uno al otro, porque sería fácil de ver que estamos haciendo algo que no estaría de acuerdo con el reglamento para proteger a alguien y lo único que podemos vender es nuestra credibilidad y por esto confían todos mucho en nosotros dos", resaltó.

"María tuvo que superar muchas barreras para lograr el respeto de los competidores, pero ahora preguntas al cualquier regatista a quien quiere como oficial de regatas y te responde que ella", aseveró Allen.

Al respecto de lo más difícil de su cargo, afirmó: "Es gestionar los egos de las personas porque cuando a vas a los circuitos profesionales, por ejemplo los TP52, el dinero que cada armador gasta en su equipo cada temporada no lo gasta para quedar quinto o sexto, lo gasta para ganar, pero solo uno puede ganar y por eso tienes un problema con los otros".

"Estamos hablando -remarcó- de que los armadores son los jefes a bordo y nadie les ha dicho nunca que se han equivocado y somos nosotros tenemos el trabajo de decirles: "Has hecho esto mal y por esto te hemos penalizado; ahí está la parte más sensible".

María, que estuvo como oficial de regatas en la pasada edición de Auckland 2021 no está en Barcelona porque la decisión de nombrar los comités se tomó algo tarde y sus compromisos con los circuitos mundiales profesionales le han impedido estar en la ciudad condal.

Miguel Allen tiene un hijo de su primer matrimonio, Gonzalo, de 14 años, y María una hija, Iris, de 9 años. Ella reside en Valencia y él aún en Porto.

"Lo que hacemos es que en todos los Circuitos, menos en el SailGP, donde yo estoy de jefe de árbitros, María es oficial principal de regatas y estamos juntos. Después, yo voy un tiempo a Valencia y ella viene otro tiempo a Porto, y así lo vamos gestionando. Lo que si pasamos juntos los cuatro son las vacaciones; una logística complicada", concluyó. EFE

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srb/og

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