Ciudad israelí de Haifa asume su rol como objetivo de Hizbulá y se prepara para el ataque

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Paula Bernabéu

Haifa (Israel), 20 ago (EFE).- Mientras Israel contiene el aliento ante la posibilidad de un ataque coordinado entre el grupo chií libanés Hizbulá e Irán, la ciudad portuaria de Haifa, en el norte, asume su rol como principal diana de los islamistas con un despliegue de infraestructuras subterráneas que la permitan seguir funcionando en caso del estallido de una guerra.

La ciudad, la tercera más importante de país, protagonizó en junio un vídeo grabado por un dron de Hizbulá que logró infiltrarse en territorio israelí y volver al Líbano, señalando las posiciones exactas de su puerto mercante -el más importante de Israel-, su aeropuerto, varios barrios residenciales, plantas petroquímicas e instalaciones militares como los claros objetivos de un futuro ataque del grupo pro iraní.

"La única persona a la que creo en Oriente Medio es a Nasrallah (líder de Hizbulá)", comenta con una mezcla de resignación e ironía el veterano alcalde de Haifa, Yona Yahav.

Yahav, de 80 años y alcalde durante más de 15, ya lidió con las amenazas -cumplidas- del islamista desde el consistorio en la guerra del Líbano de 2006, en la que la ciudad fue bombardeada y unas 25 personas perdieron la vida.

Desde entonces, la ciudad se toma a Hizbulá y Nasrallah "muy en serio", asegura el alcalde, que dice haberse instalado en el pesimismo: "Es mejor ser pesimista que ir diciendo 'todo está bien, no pasa nada'".

Yahav espera que Hizbulá dispare hasta 4.000 cohetes diarios contra Haifa si estalla una guerra, y pidió a sus ciudadanos prepararse para permanecer en los refugios -la ciudad cuenta con más de 20.000- entre cuatro y seis días.

Una veintena de aparcamientos subterráneos están listos, con generadores eléctricos y ventilación, para transformarse en bunkers si se avivan las hostilidades y guarecer gente en las plantas por debajo de la menos 4; así como las estaciones del metro.

"No hay Estado, lo único que la gente tiene es a los Ayuntamientos", acusa el alcalde de esta ciudad de unos 300.000 habitantes, sobre la falta de comunicación con el Gobierno central de Benjamín Netanyahu.

El Ejército no ha elevado aún la alerta para la población civil pese a la amenaza de represalia por el bombardeo del Ejército en Beirut que mató al 'número dos' de Hizbulá, Fuad Shukr el 30 de julio; y la explosión en Teherán que acabó con el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, pocas horas después.

"De momento que la gente disfrute de su vida diaria y ponga el cuerpo al sol", apunta el comandante David Avraham, de las Fuerzas de Defensa de Israel.

Tras la muerte de Haniyeh, todas las miradas recayeron en el norte, donde se asume que el ataque encabezado por Irán, a través de Hizbulá, pondría el foco, junto a ciudades como Tel Aviv.

El comando interior de Israel ordenó a las empresas del norte tras la explosión en Teherán que redujeran sus inventarios y el transporte de materiales peligrosos "para mantener la preparación", y algunas pequeñas comunidades próximas a la frontera recomendaron a sus ciudadanos permanecer cerca de los refugios.

"En 2006 no existía el sistema de la Cúpula de Hierro", explica el director del hospital Rambam de la ciudad, Michael Halberthal, recordando cómo temblaba el centro con cada proyectil de Hizbulá que caía en la ciudad a falta del sistema de defensa aérea israelí, que comenzó a utilizarse en 2011.

Esto llevó a la dirección de Rambam a crear una instalación en el párking de tres plantas que se ha convertido en el hospital subterráneo más grande del mundo; que puede estar a pleno rendimiento en ocho horas y dar refugio de forma autosuficiente hasta cuatro días a 2.000 personas.

El centro de emergencias de Haifa también ha establecido, bajo tierra, un entramado de pasillos y habitaciones estrechas desde el que el Ayuntamiento podría dirigir la ciudad en caso de crisis durante días.

En él, hasta 100 trabajadores se preparan para un escenario de unas 30.000 llamadas de auxilio diarias en caso de guerra, según Tal Siboni, a cargo de este servicio público.

Siboni destaca la preparación de los ciudadanos, e insiste en lo importante que es la coordinación entre ellos en una localidad: "No hay pánico, esto es lo que me enorgullece como ciudadano de esta ciudad. La gente no entra en pánico: se preocupa, quiere información y estar preparada. Pero saben que no hay otro sitio al que ir: esta es su casa". EFE

pbj/sga/alf

(foto)(vídeo)

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