La operadora energética estatal japonesa TEPCO comenzará la semana que viene, el miércoles como muy pronto, el primer intento de retirada de los escombros de la central de Fukushima, más de una década después del catastrófico terremoto y el tsunami que lo acompañó, en lo que se antoja como un proceso extremadamente difícil dado el altísimo nivel de radiación que siguen desprendiendo los restos, entremezclados con el combustible fundido. Este procedimiento, de tener éxito, supondría un paso adelante en la enorme tarea que supone el total desmantelamiento de la central nuclear, un proceso al que todavía le quedan décadas -- las autoridades esperan que ocurra entre 2041 y 2051 --, según las estimaciones. El primer intento consistirá en la inserción de una especie de pértiga telescópica desde el extremo opuesto del reactor número 2, que solo estará capacitada para recoger fragmentos de menos de tres gramos. La idea de las autoridades, explica el diario 'Yomiuri Shimbun', pasa por analizar la composición de estos escombros para hacerse una idea de la amenaza que representaría la retirada de fragmentos más grandes. De momento, la agencia nuclear japonesa, ARA, ya ha dado su permiso para el uso de esta pértiga en una maniobra que tenía previsto ocurrir en 2021 y que finalmente ha terminado aplazada durante dos años por las enormes dificultades logísticas (la pértiga de entonces no podía atravesar las pequeñas grietas empleadas para cruzar el reactor). Todo este proceso de investigación tardará unas dos semanas en concluir, a sabiendas de que entre los reactores 1 y 3 hay al menos 880 toneladas de escombros que retirar.