Sídney (Australia), 14 ago (EFE).- Los habitantes de Kiribati, en el Pacífico sur, están llamados este miércoles a las urnas en unas elecciones que ponen a prueba los lazos de esta remota nación con China, con quien retomó relación diplomática en 2019.
En la jornada de este miércoles concurren 115 candidatos, muchos de ellos independientes, para ocupar 44 escaños del Parlamento, que a su vez eligen al presidente.
Los aspirantes deben recabar más de la mitad de los votos en su distrito para ser elegidos, o de lo contrario el lunes se celebraría una segunda ronda entre los dos pretendientes con mayor numero de apoyos.
Los comicios suponen un test para el actual presidente, Taneti Maamau, en el cargo desde 2016, quien en septiembre de 2019 cortó los lazos de la nación insular tras más de 15 años con Taiwán, para establecer relación con Pekín.
Desde entonces China ha inaugurado su embajada en el país, en mayo de 2020, y empresas del gigante asiático se han embarcado en la construcción de importantes infraestructuras a lo largo de Kiribati, conformada por 33 atolones coralinos y una isla volcánica.
Mientras, Estados Unidos ha expresado su intención de establecer una misión diplomática permanente, pero de momento no hay fecha para la inauguración de su futura embajada.
A pesar de su pequeño tamaño, la remota Kiribati, con 115.000 habitantes, se encuentra en un punto estratégico en la otrora olvidada región del Pacífico, donde Estados Unidos trata de recuperar su influencia ante el empuje de China.
En 2022, Maamau suspendió al juez australiano David Lambourne del Tribunal Superior por acusaciones no especificadas de mala conducta, una medida que la oposición afirmó que era una represalia contra la esposa del magistrado, la parlamentaria Tessie Lambourne, una de las principales figuras que retan al gobierno kiribatiano.
El aumento del costo de vida y el impacto de la crisis climática, en esta región que ya sufre los efectos de la subida de las aguas y ve amenazada su supervivencia, son otros de los temas candentes de los comicios, así como la minería en aguas profundas, un polémico sector que respalda el gobierno de Maamau.