Ycuá Bolaños: El incendio de un supermercado que enlutó a Paraguay hace 20 años

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Asunción, 31 jul (EFE).- Eran las 11.20 de la mañana del 1 de agosto de 2004 en el supermercado Ycuá Bolaños de Asunción cuando en la zona de comidas se originó una de las mayores tragedias en Paraguay: un incendio que consumió gran parte del lugar y se saldó, según cifras oficiales, con 364 muertos, más de 200 heridos y seis desaparecidos.

Este jueves se cumplen 20 años de la mayor emergencia vivida por Paraguay en tiempos de paz.

Estas son las claves de lo ocurrido:

Esta tienda, inaugurada en diciembre de 2001 en el barrio Santísima Trinidad, era la cuarta de la cadena Ycuá Bolaños, cuyo nombre está compuesto por la palabra pozo de agua en guaraní y el apellido de un misionero franciscano.

El supermercado "era el orgullo de Santísima Trinidad en esa época, porque tenía todas las cosas más modernas, tenía tecnología punta", dijo a EFE Calixto Prado, cuya hermana, Ana Karina, entonces de 25 años, murió en ese lugar, al que acudió para celebrar el Día de la Amistad, que en el país se celebra cada 30 de julio.

El edificio, con 104 metros de ancho y 65 metros de profundidad, tenía un área de 8.342 metros cuadrados cubiertos, un salón de ventas de 4.000 metros cuadrados y un patio de comida de dos niveles con capacidad para 600 personas.

Las pericias de un equipo de la agencia de alcohol, tabaco, armas de fuego y explosivos de EE.UU. (ATF, en inglés) señalan que el incendio se originó dentro de la chimenea de la parrilla de carnes. La grasa y el calor acumulado dentro de esa estructura alimentaron las llamas que avanzaron de forma imperceptible por el techo.

El colapso del cielorraso que cubría gran parte del espacio comercial hizo que las llamas cayeran sobre las personas y se mezclaran con corrientes internas de aire, lo que inyectó oxígeno al fuego permitiendo su propagación como olas por todo el lugar y en dirección al estacionamiento a través de una rampa y la escalera de salida.

"Es como que viviste mil incendios en un solo lugar", explicó a EFE el director de prevención de Incendios de la Municipalidad de Asunción, Alejandro Buzó, quien ese día acudió como bombero voluntario para un servicio que -admite- "nadie quiere vivir".

A raíz del fuego, hubo explosiones de humo, llamaradas y la generación de gases tóxicos que agravaron este cóctel de desgracia, refirió Buzó, que mencionó sustancias como el monóxido de carbono y el ácido cianhídrico.

Los testigos relataron que las puertas del lugar fueron cerradas, lo que, a juicio de los expertos, pudo aumentar el número de fallecidos.

"No fue simplemente las puertas cerradas: fue gente que, como bien lo relataron víctimas, vivieron un infierno por la cantidad de fuego que se dio, gente que murió intoxicada, gente que no pudo salir, gente que sobrevivió por personas que estaban encima ya fallecidas", describió este funcionario.

Y aunque los registros oficiales se refieren a 364 muertos, los familiares hablan de 400.

Esta cifra, según Liz Torres, de la Coordinadora de víctimas, familiares y personas amigas y afectadas por el incendio, es simbólica, ya que engloba a los fallecidos en los días posteriores a la tragedia y aquellos que nunca fueron reclamados por sus parientes.

Los heridos se calculan en 244, según consta en los expedientes, pero los parientes contabilizan 304, que corresponde al número de beneficiados por la indemnización solidaria que concedió el Estado.

Esta organización cifra en 204 los huérfanos y seis desaparecidos, entre ellos dos niños.

Torres advirtió que hubo un caos, con "información cruzada y mucho subregistro desde el sector oficial".

"El Ycuá Bolaños es el reflejo de todo lo que nos falta avanzar para ser un Estado serio", lamentó.

Por este hecho, el dueño del Ycuá Bolaños, Juan Pío Paiva; su hijo, Víctor Daniel Paiva (fallecido en 2020), y un guardia del establecimiento, Daniel Areco, fueron condenados a 12, 10 y 5 años de prisión, respectivamente.

Paiva obtuvo libertad condicional tras cumplir 8 años de condena y su hijo permaneció ocho años y medio en prisión.

El arquitecto Bernardo Ismachowiez fue condenado a dos años y el accionista Humberto Casaccia también fue sentenciado a dos años y seis meses de cárcel.

"El Estado no se puso a la altura de los acontecimientos, pero el que verdaderamente fracasó como institución es el poder Judicial", opinó Angélica Roa, sobreviviente y quien perdió a cuatro parientes en la tragedia.

Roa cuestionó que algunos familiares y afectados recibieron indemnización, mientras otros siguen "en un proceso judicial inacabable" y sin resarcimiento dos décadas después.

Laura Barros

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