(Análisis) Lucía Martín-Portugués y Carlos Llavador llevan la esgrima española a Paris 2024

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La esgrima española estará representada en los Juegos Olímpicos de París por Lucía Martín-Portugués, en la modalidad de sable, y Carlos Llavador, florete, con el reto muy complicado de suceder a José Luis Abajo 'Pirri', medallista en Pekín 2008 y actual presidente de la Federación Española de Esgrima. La esgrima es un deporte de combate que está compuesto por espada, sable y florete, tres armas de las que España sólo ha sacado un metal en unos Juegos, el bronce de 'Pirri' en la capital japonesa. Después, no hubo representación española durante 13 años, con un Llavador que cayó en Tokyo 2020 en dieciseisavos de final. El tirador madrileño se reafirmó como uno de los mejores esgrimistas españoles del último lustro y la Federación Internacional le otorgó una plaza para la capital francesa. Mientras, Martín-Portugués se ganó su billete desde el exigente ranking europeo, donde Italia, Francia o Hungría atesoran una amplia historia de medallas internacionales. La también madrileña ha acumulado siete medallas en este ciclo olímpico, una de las mejores de Europa con el firme objetivo de estar en Paris 2024, incluidos los oros de la Copa del Mundo de Argelia y del Grand Prix de Túnez. La plata en Atenas, en el mes de marzo, confirmó su presencia en la capital gala, la primera tiradora española en una cita olímpica desde Pekín 2008, cuando lo consiguió su compañera en el equipo nacional Araceli Navarro. La diestra de 33 años, número cuatro del mundo, empezó con la esgrima en Villanueva de la Cañada (Madrid) cuando tenía siete. Con 14 le diagnosticaron epilepsia, después de distintos episodios, alguno en plena competición, de una enfermedad que tiene controlada con un tratamiento que no le impidió seguir con la esgrima, uno de los pocos deportes que ha figurado en todos los Juegos. España no logró meter a sus distintos equipos en la cita olímpica, a pesar del buen momento que demostraron a finales de junio en el Campeonato de Europa en Basilea (Suiza), donde el equipo de sable femenino, con Martín-Portugués, y espada masculina español se subieron al podio como terceros de Europa. La espada es la única de las tres armas que no tiene convención, la norma que define quién tiene la prioridad o iniciativa para ganar el punto o tocado. Sin embargo, en el florete y en el sable no basta con tocar, hay que tocar y llevar la prioridad: atacar. En sable competirá el otro representante español, Carlos Llavador. El zurdo madrileño, número 14 del mundo, fue sparring del equipo inglés en Rio de Janeiro 2016 y en Tokyo 2020 devolvió la esgrima española a unos Juegos desde aquel bronce de 'Pirri' en 2008. Bronce europeo en 2015 y bronce mundial en 2018, Llavador, de 32 años, trabaja desde hace seis años en Italia, con la mejor escuela, en busca de la táctica que necesita para crecer en su disciplina. En la capital japonesa cayó en primera ronda, en una cita condicionada por la pandemia de coronavirus, igual que su pasaporte olímpico en aquel periodo incierto. Tres años después, Llavador, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad Politécnica de Madrid, vuelve a unos Juegos después de una montaña rusa de emociones, con la reasignación de plazas de la Federación Internacional. Una grata sorpresa que confía aprovechar.

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