50 años tras la invasión, la reunificación sigue siendo un sueño para las dos comunidades

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Flora Alexandrou

Nicosia, 19 jul (EFE).- Entre las alambradas, los puestos de control y las zonas de amortiguación, símbolos de un conflicto que dura ya medio siglo, crecen las voces en las comunidades griegas y turcas de Chipre que se niegan a aceptar la división de la isla, resultado de la invasión turca de 1974.

"Comunicado urgente de guerra… comunicado urgente…", repetía el 20 de julio de 1974 la radio chipriota para informar a los oyentes sobre el ataque turco. Nadie en ese momento podía imaginarse que la convivencia pacífica entre las dos comunidades iba a romperse durante cinco décadas o más.

La ocupación del tercio norte de Chipre por los soldados turcos resultó en una separación geográfica total y marcó el inicio de vidas cotidianas completamente diferentes para las dos comunidades, al quedar eliminada toda forma de comunicación y contacto directo.

"Es una división insana y nociva para todos en ambos lados", asegura a EFE Adal Yalçin, un turcochipriota de 56 años, emigrado a Australia y ahora un conocido activista a favor de la reunificación de Chipre.

Junto con su amigo Stavros Tziortzis, un grecochipriota también radicado en Australia, Yalçin recorrió hace unos años los 400 kilómetros, de punta a punta, de Chipre, para enviar un mensaje claro: turcos y griegos pueden y quieren vivir en paz y armonía.

"La historia de Chipre está llena de rencor y dolor, y esto debe cambiar", asegura Stavros junto con su amigo en la llamada "línea verde" que separa la parte griega de la parte turca de Chipre.

"El interés de todos es la reunificación. Nadie puede negarlo", asegura el activista grecochipriota, de 40 años.

Según una encuesta del año 2023, en torno al 43 % de los griegos de Chipre están a favor de una reunificación, basada en una federación, de las dos partes de la isla, frente al casi 62 % de los turcochipriotas.

El ejército de Turquía invadió hace 50 años Chipre bajo el pretexto de restablecer el orden constitucional tras el golpe de Estado liderado por la junta militar de Grecia, que buscaba anexionarse la isla, derrocando al presidente arzobispo Makarios III.

Turquía, junto a Grecia y Gran Bretaña, es desde entonces país garante de la independencia de Chipre, declarada en 1960 del Reino Unido.

"Tan pronto me di cuenta de lo que pasaba en 1974 pensé que el inicio del fin había comenzado", recuerda Veysi Soyer, un jubilado turcochipriota de 73 años.

"Ahora buscamos quién puede salvarnos de nuestro salvador", dice en referencia al pretexto que usó Ankara en 1974 para intervenir militarmente, alegando la protección de los turcochipriotas, que representaban entonces el 18 % de la población.

Turquía mantiene hasta hoy un fuerte control económico y militar sobre la denominada "República Turca del Norte de Chipre", declarada en 1983 pero reconocida únicamente por Ankara.

"¡Nadie nos escucha! La reunificación está en el interés de todos. Hay más que ganar con una solución que manteniendo el statu quo", asegura Andreas Fterakides, un grecochipriota de 73 años.

Entre Andreas y Veysi hay una larga amistad, desde que ambos se conocieran en 2003 tras el levantamiento parcial de las restricciones para cruzar entre ambas partes de Chipre, una época en la que se reavivó la esperanza de una posible reunificación.

Entonces, griegos y turcos de Chipre se pudieron reencontrar en persona por primera vez en casi 30 años.

"Con Soyer, hablamos todos los días", cuenta Andreas, al insistir en que la división daña la vida, la libertad y sobre todo la prosperidad de los chipriotas. "Basta ya. Baris, baris" (paz en turco) repite el jubilado grecochipriota.

"Hay que luchar más por una cultura de paz donde vivimos un conflicto absurdo, negativo e inútil. Repudiamos cualquier tipo de nacionalismo", coincide Nicolas Karageorgis, un grecochipriota que destaca a los políticos de ambos lados que por interés propio siguen alimentando el nacionalismo.

"Nos tienen separados en sur y norte, pero tenemos el mismo cielo que nos une. Hay que seguir luchando para reunirnos en la misma patria. La nuestra", concluye Karageorgis junto a sus cuatro amigos, reunidos en el centro comunitario "Casa de la Cooperación", situado justo en la "línea verde", que sigue bajo control de la ONU. EFE

fl-jk/ah

(foto)

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