Redacción Ciencia, 17 jul (EFE).- Las personas que consumen hongos que contienen psilocibina (también conocidos como setas alucinógenas) suelen vivir una experiencia surrealista en la que se distorsiona su sentido del espacio, el tiempo y el yo. Ahora, un estudio constata que esta sustancia altera la actividad del cerebro humano durante semanas.
Los hallazgos, publicados en la revista Nature, mejoran la comprensión de los efectos de los psicodélicos en la actividad del cerebro y pueden ayudar a "desbloquear" su potencial terapéutico.
Detrás de la investigación, en la que participaron siete voluntarios, hay investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Louis, Estados Unidos, quienes informan de que la psilocibina desordena temporalmente una red crítica de áreas cerebrales implicadas en el pensamiento introspectivo.
Los hallazgos ofrecen una explicación neurobiológica de los efectos psicoactivos de la droga y sientan algunas bases para el desarrollo futuro de terapias basadas en este compuesto para enfermedades mentales como la depresión y el trastorno de estrés postraumático.
La psilocibina se mostró prometedora como tratamiento para la depresión en los años 50 y 60, pero la restrictiva política federal en Estados Unidos sobre drogas de las décadas posteriores impidió casi toda investigación. En los últimos años, sin embargo, la normativa se ha relajado y se ha reavivado el interés por este campo, recuerda un comunicado de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.
"Hoy en día sabemos mucho sobre los efectos psicológicos y los efectos moleculares y celulares de la psilocibina", afirma Joshua S. Siegel, pero "no sabemos demasiado sobre lo que ocurre en el nivel que conecta a ambos: el nivel de las redes cerebrales funcionales", añade.
Para avanzar en este sentido, el equipo reclutó a siete adultos sanos para que tomaran una dosis alta de psilocibina o metilfenidato, la forma genérica del fármaco Ritalin, en condiciones controladas.
Dado que los viajes psicodélicos conllevan el riesgo de que los usuarios tengan experiencias negativas o aterradoras, estos estuvieron acompañados de expertos.
Cada voluntario se sometió a una media de 18 escáneres cerebrales por resonancia magnética funcional en los días y semanas previos, durante y hasta tres semanas después de sus experiencias con psilocibina. Cuatro participantes volvieron seis meses después para repetir el experimento.
La sustancia provocó cambios profundos y generalizados -aunque no permanentes- en las redes funcionales del cerebro. En concreto, desincronizó la red neural por defecto, un conjunto interconectado de áreas cerebrales que, normalmente, están activas de forma simultánea cuando el cerebro no está trabajando en nada en particular.
Esta red está conectada a una región llamada hipocampo anterior que participa en la creación del sentido del espacio, el tiempo y de nosotros mismos.
La citada red se restableció cuando desaparecieron los efectos agudos de la droga, pero las pequeñas diferencias respecto a los escáneres previos a la psilocibina persistieron durante semanas. La red neural por defecto permaneció estable en las personas que recibieron metilfenidato.
Normalmente, la red funcional cerebral de cada individuo es tan distintiva como una huella dactilar. La psilocibina distorsionó las redes cerebrales tan profundamente que los individuos ya no pudieron ser identificados hasta que desaparecieron los efectos agudos.
"Los cerebros de las personas que consumen psilocibina son más parecidos entre sí que a los que no consumen", afirma Nico U. F. Dosenbach. "Su individualidad desaparece temporalmente. Esto verifica, a nivel neurocientífico, lo que dice la gente sobre la pérdida del sentido del yo durante un viaje".
Los autores subrayan que la gente no debe interpretar su estudio como una razón para automedicarse con psilocibina. No está aprobada como tratamiento de la depresión ni de ninguna otra afección y tomarlo sin la supervisión de expertos entraña riesgos.
En un artículo de opinión adjunto, Petros Petridis, del NYU Langone de Nueva York, afirma que el trabajo tiene "importantes implicaciones clínicas" porque sugiere que la psilocibina podría hacer que el cerebro sea más maleable, "lo que podría ser beneficioso para las personas que sufren de patrones rígidos de pensamiento y comportamiento desadaptativos".
No obstante, se necesita más investigación para probar su utilidad como antidepresivo o tratamiento para otras afecciones de salud mental.