Vingegaard busca su Granon

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Luis Miguel Pascual

Nimes (Francia), 16 jul (EFE).- Hace dos años, el Granon hizo su irrupción en la historia del Tour de Francia por segunda vez y en la biografía de Jonas Vingegaard en letras de oro.

El danés, que venía de ser segundo en el Tour del año anterior y que aspiraba a destronar al esloveno Tadej Pogacar, que había ganado las dos últimas ediciones, se coronó en ese monte de los Alpes al término de una lección estratégica de su equipo que acabó por desquiciar a su rival.

Los ataques continuos de su compañero Primoz Roglic, Sepp Kuus y Wout van Aert, las respuestas algo insolentes de Pogacar desembocaron en un espectáculo de altura, en el que Vingegaard asestó el golpe definitivo con una renta de casi tres minutos sobre el esloveno.

Aquella etapa, que el director del Tour, Christian Prudhomme, calificó de "antológica", aparece como una página gloriosa en la crónica de la rivalidad entre Vingegaard y Pogacar.

Antes del Granon Pogacar portaba, como ahora, el maillot amarillo de líder. Entonces solo con 39 segundos de ventaja, lo que obligaba a Vingegaard a un golpe magistral para desbancarlo.

Dos años más tarde el danés tiene ante sí un desafío más complicado, pero tanto él como el Visma no se dan por derrotados. En la escuadra holandesa rumian un plan para hacer descarrilar al esloveno, que ya está advertido de las intenciones de sus rivales.

¿Dónde estará en nuevo Granon? Prudhomme, el menos interesado en que decaiga el suspense, asegura que "puede aparecer donde menos lo esperas".

"En una emboscada en Superdévoluy, un ataque lejano camino de Barcelonette, sin contar con el extraordinario fin de semana que hay por delante", señala el patrón de la carrera.

Hace referencia a las dos etapas que llevarán al pelotón por encima de los 2.000 metros, la de Isola 2.000 del viernes, previo paso de la Bonnette, techo de la edición a 2.802 metros, y la más nerviosa del sábado con meta en el col de la Couillole.

Sin contar con la difícil contrarreloj entre Mónaco y Niza que pondrá el broche a una edición particular en la que, a causa de los Juegos, no habrá paseo triunfal por los Campos Elíseos.

En total, el pelotón superará 15.000 metros de desnivel positivo, uno de los finales más explosivos de la ronda gala, terreno suficiente para que todo pueda variar.

El escenario, quieren creer en el Visma, no es muy diferente al de 2022, cuando tras el mazazo del Granon Vingegaard asestó otro golpe letal en una crono muy similar a la que tienen por delante.

Al final, acabó con 5.45 minutos de renta en París, gracias a un final de ensueño que cuentan con que repita en esta edición, que el danés comenzó sin el rodaje necesario, pero en mucho mejor forma de lo que se podía esperar de un corredor que tras haber sufrido una caída en abril pasó más de un mes hospitalizado.

Ese es el dogma al que llevan abrazándose desde el inicio de la carrera en el equipo Visma, el de un final apoteósico de su campeón, frente a una caída de régimen del esloveno, que ya las ha tenido en el pasado en la tercera semana del Tour y que llega tras haber ganado el Giro de Italia, lo que puede empezar a pesarle en las piernas a medida que se acumulen los kilómetros.

Una hipótesis que descarta el francés Bernard Hinault, que no cree "que nadie pueda recuperarse en el Tour, donde cada día tienes que buscar en el fondo de tus fuerzas".

Ni tampoco el danés Michael Rasmussen, que recuerda que la gesta del Granon fue un trabajo colectivo y que el Visma de esta edición no tiene el nivel del de hace dos años. Roglic ya no está en la escudería neerlandesa, Kuss se cayó en el último momento y el propio Van Aert afirmó durante la jornada de descanso que tiene voluntad de ayudar en la montaña pero quizá no las fuerzas necesarias. EFE

lmpg/arh

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