Tokio, 16 jul (EFE).- Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, marcados por la pandemia de coronavirus, depararon el mayor número de medallas conquistadas hasta la fecha por Japón y dejaron un legado de instalaciones deportivas que, tres años después, en su mayoría siguen siendo deficitarias.
La cita olímpica en la capital nipona estuvo rodeada de incertidumbre desde que el año 2020 comenzó con la propagación de contagios de covid-19, primero en China a finales del año previo, y después en otros países de Asia, entre ellos Japón, y de Europa.
Conforme avanzaban los meses de ese fatídico año y los números de casos y de fallecimientos crecían en todo el mundo acompañados de restricciones de toda índole aplicadas por las autoridades nacionales para frenar los contagios, comenzó a quedar claro que los Juegos no podrían celebrarse en el verano de 2020.
El Comité Olímpico Internacional y las autoridades niponas decidieron posponer el evento hasta julio y agosto de 2021, pero la crisis sanitaria global seguía vigente también ese año, lo que generó constantes dudas sobre si sería posible llevar a cabo el evento deportivo y una presión creciente sobre los organizadores.
Los Juegos terminaron celebrándose en la capital nipona bajo medidas excepcionales para evitar los contagios -por primera vez en la historia olímpica moderna, sin público en las gradas- y en un país que aunque mantuvo las fronteras cerradas durante la pandemia, hizo una excepción con los atletas, delegaciones y periodistas extranjeros.
A pesar de la ausencia de espectadores en las gradas, y de la oposición inicial entre los nipones a organizar los Juegos en plena emergencia sanitaria, el país terminó volcándose con el evento deportivo y transmitiendo su entusiasmo a los atletas nacionales, que lograron un número de medallas inédito.
Japón logró en Tokio 27 oros y 58 medallas en total, sus mejores cifras entre sus participaciones olímpicas y quedando como tercer país más laureado solo por detrás de Estaos Unidos y China.
El país anfitrión conquistó oros y podios en disciplinas que se le dan tradicionalmente bien, como el judo, el tenis de mesa, la lucha, el boxeo, la natación o la gimnasia, pero también sorprendió imponiéndose en el béisbol frente a otras grandes favoritas y arrasó en los nuevos deportes incluidos en el programa de Tokio 2020.
Los jóvenes atletas nipones Yuto Horigome, Momiji Nishiya y Sakura Yosozumi tocaron oro en distintas pruebas de 'skate', un deporte urbano que han contribuido a impulsar en el país con sus victorias y que será una de las grandes esperanzas niponas para París, al igual que otras nuevas disciplinas olímpicas como el surf o la escalada, donde Japón conquistó varios podios en Tokio que espera repetir o mejorar en los próximos Juegos.
Los Juegos de Tokio vieron modificado su presupuesto en repetidas ocasiones debido al retraso y cambio de planes derivado de la pandemia, hasta terminar costando unos 2,3 billones de yenes (unos 13.365 millones de euros), por lo que algunos observadores los han calificado como los más caros de la historia.
El mayor de los gastos fue la construcción del nuevo Estadio Olímpico de Tokio, también conocido como Nuevo Estadio Nacional, con capacidad para 60.000 personas pero que presentó sus gradas vacías para las ceremonias de inauguración y cierre, además de para las competiciones deportivas que acogió.
El coliseo es propiedad en estos momentos del consorcio Japan Sports Council, conformado por diferentes entes públicos nipones, aunque pasará a manos de un conglomerado privado en 2025.
Pese a que el estadio ha acogido diversas competiciones deportivas y eventos tras los Juegos, se prevé que genere unas pérdidas anuales de 1.000 millones de yenes en 2023 y 2024 (unos 6 millones de euros) debido a gastos de gestión y mantenimiento.
De las siete sedes deportivas permanentes construidas para los Juegos, la única sostenible financieramente por el momento es el Ariake Arena, que acogió las competiciones olímpicas de voleibol y las paralímpicas de baloncesto, y que posteriormente ha sido escenario de conciertos y otros eventos culturales y deportivos.
Un caso diferente es el de la Villa Olímpica: un complejo residencial de apartamentos levantado en la bahía de Tokio y comercializado como viviendas privadas tras acoger a los atletas.
Las 2.690 unidades en 17 edificios se colocaron con rapidez tras salir a la venta, pero en la actualidad más del 30 % de ellas están vacías debido a que fueron adquiridas con fines de inversión, según los medios nipones, que también señalan que sus propietarios aprovechan la popularidad del complejo para solicitar precios de alquiler o de reventa por encima del mercado.
Otro lastre para los organizadores, sobre todo en términos de imagen, fueron los casos de corrupción relacionados con los Juegos. El pasado jueves un tribunal de Tokio impuso la primera multa entre las seis compañías involucradas en el amaño de las licitaciones, 200 millones de yenes (unos 1,14 millines de euros) a la segunda mayor firma publicitaria del país asiático, Hakuhodo.
Antonio Hermosín Gandul