Ni Francia ni Portugal ni Alemania; ni Mbappe ni Cristiano ni De Bruyne

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Iñaki Dufour

Berlín (Alemania), 15 jul (EFE).- Preestablecidos como favoritos imponentes y únicos, por su recorrido hasta la Eurocopa, por sus futbolistas y por su historia, ni Francia ni Portugal ni Alemania, la anfitriona eliminada en los cuartos de final, alcanzaron las expectativas ni la final en la Eurocopa, como tampoco figuras llamadas a la cima como Kylian Mbappé, Antoine Griezmann, Cristiano Ronaldo o Kevin de Bruyne, decepcionantes y decepcionados.

Francia evidenció un declive inesperado, eliminada en las semifinales por España, pero sobre todo por su fútbol, aún peor que sus resultados.

De sus seis partidos tan solo ganó dos (el primero a Austria y el de octavos de final a Bélgica, todos por la mínima). También empató otros tres (0-0 con Países Bajos, 1-1 con Polonia y 0-0 con Portugal) y perdió otro, cuando quedó fuera de la competición. Sin excusas. Por más que algunas circunstancias inviten a ellas.

Didier Deschamps, por ejemplo, citó las lesiones con las que llegaron Adrien Rabiot y Aurelien Tchouameni. No parece muy convincente. El primero jugó desde el inicio, el segundo desde el 0-0 con Países Bajos hasta el adiós en las semifinales. Tampoco la falta de ritmo de Ibrahima Konaté, reemplazado en el once por William Saliba.

Ni, especialmente, la fractura de nariz de Kylian Mbappé, cuya máscara protectora fue un condicionante, seguro, pero nada decisivo. En las semifinales jugó sin ella ante España... Y fue más de lo mismo.

Mbappé representó la frustración y la decepción absoluta del torneo. No se escondió. Es "un fracaso", admitió tras el 2-1 contra España, que inició él con una asistencia.

Sólo marcó un gol. De penalti. En un momento intrascendente, el 1-1 ante Polonia, porque ya estaba clasificada y porque no bastó para esquivar una segunda plaza que, sin intuirlo entonces, lo dirigió al abismo, comprobado en cuanto se cruzó España en su recorrido en Múnich.

No funcionó tampoco Antoine Griezmann, relegado a un papel secundario en los partidos de Polonia y, sobre todo, de España. Suplente como nunca lo había sido en una fase final desde el Mundial de Brasil 2014, en dos de los encuentros, fue tan irreconocible o más que Mbappé, cambiado de posición, de un lado para otro, sin tino, ni reencontrarse con sí mismo. Fuera de la Eurocopa, un anhelo desde 2016, sin un solo gol ni un detalle definitivo.

En la deriva de Francia, evidente desde el principio, sucumbió, sin embargo, Portugal. Otra decepción.

El proyecto de Roberto Martínez se plantó en Alemania 2024 a una velocidad considerable, reducida por el 1-2 en un amistoso contra Croacia, pero relanzado con el 0-3 con el que se deshizo de Turquía. Después perdió con Georgia (2-0), superó en los penaltis a Eslovenia y se cayó definitivamente desde los once metros ante Mike Maignan y compañía.

El gesto de desconsuelo de Joao Félix, cuando estrelló en el poste su lanzamiento, fue el reflejo de un equipo que tampoco alcanzó todo lo que intuía. Ni en sus resultados (dos triunfos en cinco choques) ni en su juego (sólo llegó a niveles óptimos ante Turquía) ni en sus objetivos, porque pensaba ir mucho más allá de cuartos. Al inicio de la concentración, ya en territorio alemán, el debate estaba en si era la mejor generación de la historia del país.

No marcó Cristiano Ronaldo el gol que tanto buscaba en su sexta Eurocopa, a la que llegó a sus 39 años con toda la confianza del mundo de Roberto Martínez, en la que fue titular en cada uno de los cinco encuentros y de la que se marchó sin gol, sin tino, en ninguno de sus 20 remates, lejos de aquel goleador implacable que apenas necesitaba un par de ocasiones. Su despedida del torneo es el fin de una era. Sus récords son el recuerdo de su carrera.

Tampoco Alemania, anfitriona, fue más allá de cuartos de final, doblegada en el último minuto de la prórroga por el testarazo de Mikel Merino. Ni siquiera alcanzó hasta ahí la transición por la que se mueve Bélgica. La construcción de un nuevo equipo por medio de Domenico Tedesco, que mezcló generaciones en la cita veraniega, aún necesita tiempo; está por ver si con Kevin de Bruyne, su estrella, en periodo de reflexión sobre su continuidad.

No fue tan llamativo como Portugal, Francia o Alemania, pero Italia, la vigente campeona, también descarriló. Su apurada clasificación, en el último instante de la última jornada contra Croacia, fue el anticipo de su caída inmediatamente posterior contra Suiza en los octavos de final. No tuvo opción. Tampoco Croacia, que se despidió entre las peores terceras. La tercera del último Mundial puso fin a un ciclo. Luka Modric también. EFE

id/jpd

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