Banks, Moore, Charlton, Hurst... héroes sin herederos: la maldición del 66 continúa

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Juan José Lahuerta

Berlín (Alemania), 14 jul (EFE).- Después de 57 años, 11 meses y 15 días, el tiempo que ha pasado desde el 30 de julio de 1966, cuando Inglaterra superó a Alemania (4-2) y ganó el Mundial que se disputó en su país, los héroes de aquella fecha, jugadores históricos como Bobby Chartlon, Geoff Hurst, Jimmy Greaves, Gordon Banks, Bobby Moore o Geoff Hurst, siguen sin gozar de unos herederos que recojan su testigo y que terminen con una maldición sin títulos que dura décadas. España, con su victoria sobre Inglaterra en Berlín (2-1), evitó el traspaso del testigo.

El Estadio Olímpico de Berlín estaba destinado a ser otro estadio mítico para Inglaterra. Iba a sustituir a Wembley, donde Booby Moore subió los 39 escalones hacia el 'Royal Box' para recoger de manos de la Reina Isabel II la Copa Jules Rimet. Casi seis décadas después, Harry Kane era el señalado para levantar el título con el que los 'pross' iban a cerrar una maldición que duraba 29 grandes torneos internacionales entre Eurocopas y Mundiales. Los datos, daban escalofríos para los llamados inventores del fútbol: 7 ausencias tras fallar en las fases de clasificación, 6 eliminaciones en la fase de grupos, 3 participaciones en los octavos de final, 7 en cuartos y 2 finales.

Antes de la derrota frente a España, Inglaterra vivió rodeada de desgracias. La última, fue la más traumática, la derrota en Wembley de 2021, cuando perdió la Eurocopa ante Italia en la tanda de penaltis. En aquel momento, alguno de los mitos del 66 que aún seguían con vida, como Bobby Charlton, se quedaron sin ver otra victoria de Inglaterra, sin sucesores de una hazaña que empezaba a ser casi prehistórica. Charlton falleció en octubre de 2023 y sólo uno de los jugadores que ganaron el Mundial, seguía con vida para disfrutar de un posible éxito de Inglaterra: Geoff Hurst.

El autor del triplete que doblegó a Alemania Federal, ahora con 82 años, seguirá sin disfrutar de la victoria del combinado británico. Antes del inicio de la final, desde su cuenta personal de 'X', se encargó de mandar un mensaje a todos los jugadores que se enfrentaron a España. "Deseando todo lo mejor a la selección de Inglaterra. La apoyaré junto a todo el país. ¡¡Vamos Inglaterra!! Mis mejores deseos. Geoff" .

El espíritu de ese equipo ganador fue un arma que intentó usar Southgate en la víspera del inicio de la Eurocopa. Antes de hacer las maletas para viajar a Alemania, apeló a la emotividad que siempre generan en Inglaterra un grupo de jugadores muy queridos. El técnico inglés, orgulloso de ese pasado glorioso, ofreció una sesión de vídeo con imágenes de la que hasta este domingo era la única gesta del fútbol británico, una industria de nostalgia que utilizó con maestría el seleccionador inglés.

"Les mostramos a los jugadores imágenes de 1966 y cómo Geoff Hurst no había jugador hasta los cuartos de final. Solo queríamos destacar que los torneos te llevan a lugares extraños y rutas difíciles, así que fue sólo un poco de perspectiva", desveló Southgate durante la Eurocopa, cuando su equipo no funcionaba, navegaba entre las sombras y sobrevivía a base de instantes fugaces.

Southgate apeló al espíritu de Hurst, suplente de Jimmy Graves hasta que se lesionó y fue sustituido por el hombre que después marcaría tres goles en la final. El ex jugador del Tottenham, fallecido en 2021, justo después de la derrota de Inglaterra ante Italia, vio esa final desde el banquillo y siempre dijo que después que tras el pitido final se sintió el hombre más solitario del mundo.

Años después, se mantienen los hombres solitarios. Fueron muchos. Los tantos de Nico Williams y Mikel Oyarzabal, unidos al pitido final, dejaron a los jugadores ingleses sobre el césped tirados, pensativos, en una soledad individual dramática, como Jimmy Greaves hace casi 60 años. Y es que, la ausencia de títulos se alarga en Inglaterra, destinada a mantener una maldición que dura demasiado tiempo y que deja a los héroes de 1966 sin unos herederos aplaudidos por todo un país huérfano de alegrías futboleras. EFE

jjl/arh

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