Van Basten, de la suplencia al gol de la Eurocopa

Guardar

Nuevo

infobae

Berlín, 11 jul (EFE).- El paso por la Eurocopa del neerlandés Marco Van Basten ha quedado inmortalizado a raíz de aquel inverosímil gol de volea con el que los Países Bajos sentenciaron la final del título que levantaron en 1988.

Pero la historia del 'Cisne de Utrecht' en aquel torneo va más allá: es el relato de cómo un delantero de casi 1,90, se presenta al máximo torneo de selecciones tras un año torturado por las lesiones en el tobillo derecho, comienza de suplente en un estreno con derrota de su selección y acude en su rescate para acabar encumbrado como campeón y autor del mejor gol anotado en los casi 65 años que tiene la competición.

Si bien aquel año lo confirmó como el mejor jugador de Europa, ya llevaba años pidiendo a gritos su papel en el primer escenario europeo.

Criado en la cantera del Ajax, debutó con 17 años en la 'Eredivisie' sustituyendo al jugador del que estaba llamado a tomar el testigo en el club de Ámsterdam y la selección ‘Oranje’: Johan Cruyff.

Lo hizo de la manera con la que se estrenan los grandes: marcando un gol.

En sus cinco años defendiendo el escudo del Ajax, Van Basten se postuló como uno de los delanteros más emergentes del fútbol europeo. Capacidad goleadora, técnica depurada y elegancia exquisita eran algunas de las cualidades de un ariete llamado a hacer historia. 154 goles en 174 partidos, con tres Eredivisie, tres Copas neerlandesas y una Recopa de Eurocopa fueron su producción la camiseta franjirroja.

En 1987 firmó por el Milan, que estaba armando, bajo el liderazgo de Silvio Berlusconi desde el palco y Arrigo Sacchi desde el banquillo, el mejor equipo de su historia, junto a otros dos ‘tulipanes’ con los que también apuntalaría la escuadra en la ‘Oranje’: Ruud Gullit y Franck Rijkaard.

En su primera campaña en la Serie A, vivió una temporada de contrastes. Mientras que los ‘Rossoneri’ conseguían su primera liga en nueve años, Van Basten comenzaba a lidiar con unos problemas de tobillo en su pie derecho que le lastrarían el resto de su carrera. Marcó tres goles en once partidos.

Ante ese panorama, la Eurocopa de 1988 en Alemania Occidental se presentó como el escenario perfecto para relanzar su carrera.

La nueva seleción 'oranje', con la tripleta del Milan a la cabeza y otras figuras como Van Breukelen o Ronald Koeman, dirigida por Rinus Michels, se estrenó en el torneo ante la Unión Soviética en Colonia.

Con Van Basten suplente, su excompañero en el Ajax John Bosman partió de titular, Países Bajos se estrelló contra su rival, cayendo por 1-0.

La selección ataviada con la recordada camiseta de diamantes naranjas se quedaba sin margen de error y Michels optó en el segundo duelo ante Inglaterra en Dusseldorf, ya decisivo, en otorgarle la titularidad al delantero del Milan. Un triplete de goles para revivir las opciones neerlandesas fue su respuesta.

En el último duelo de la fase de grupos, contra Irlanda en Gelsenkirchen, Países Bajos volvió a jugarse su futuro en el torneo. En un choque al límite, en el que a los neerlandeses solo les valía la victoria -los irlandeses únicamente requerían de un empate para acceder a semifinales-, los tulipanes sembraron de ocasiones la portería contraria desde el inicio, pero tuvieron que esperar hasta el final para recoger los frutos.

Un afortunado tanto del ariete del PSV Wim Kieft, que había entrado en la segunda mitad, en el minuto 82 colocó a Van Basten y los suyos en la penúltima ronda del campeonato.

Ahí les esperaba el anfitrión del torneo. Una Alemania potentísima, encabezada por Lothar Matthäus, Andreas Brehme y Jürgen Klisnmann y que dos años después se coronó campeona del mundo, saltó al césped del Volksparkstadion de Hamburgo dispuesta a hacer valer su papel de favorito jugando en casa.

Todo parecía así encaminado cuando Matthäus, desde los once metros, puso por delante a los germanos. Pero los neerlandeses les estropearon el soñado desenlace. Otro penalti, esta vez en el área germana, fue transformado por Koeman. Y cuando el choque parecía bocado a la prórroga, un pase en profundidad al área teutona fue desviado a ras de suelo por Van Basten al palo contrario, haciendo inútil la estirada de Immel.

En el último partido del torneo esperó el mismo rival que el del primero: de nuevo, la Unión Soviética. Sin embargo, el final sería totalmente distinto. El conjunto de Michels controló el duelo desde el inicio y Ruud Gullit, capitán del equipo, adelantó a la ‘Oranje’ con un cabezazo.

Pero quedaba lo mejor. Cuando aún no se llevaban diez minutos de la segunda parte, un balón centrado desde la izquierda por Arnold Mühren fue empalado de manera increíble y casi sin ángulo por Van Basten, superando por alto al portero Rinat Dasayev y poniéndole la rúbrica a la final.

Aquello dio paso a los mejores años del astro de Países Bajos. Conquistó tres Ligas italianas y dos Copas de Europa con el Milan, amén de tres Balones de Oro. Participó en otra Eurocopa, en 1992, en la que un penalti fallado por él le costó a su selección la clasificación para la final.

Juan Manuel Sánchez Tena

Guardar

Nuevo