James Blake desarma a Madrid once años después con su "electrónica viva" a flor de piel

Guardar

Nuevo

Javier Herrero.

Madrid, 4 jul (EFE).- Pese a la aparente paradoja, puede que el artificio electrónico de James Blake haya encontrado en el paraje natural de las Noches del Botánico su espacio idóneo para florecer con sonidos vivos, ejecutados en directo y expuestos a la emoción, sea esta un latigazo, templanza o la ternura que exuda su autor.

Once años hacía que el músico británico no aparecía por la capital española, tiempo en el que ha pasado de ser una promesa del género con su perspectiva siempre sofisticada, preñada de soul y "r&b" entre otras músicas, a convertirse en una realidad que sigue desarmando a cuantos se acercan a escucharlo.

Lo ha hecho con un repertorio nada manido, que ha abundado igualmente en cortes imprescindibles de su obra como 'Limit To Your Love' o 'Retrograde', y piezas mucho más raras, para componer una intensa hora y media de concierto en la que la energía nunca se ha perdido, en todo caso se ha modulado entre la fragilidad, la mística y hasta el baile como puro desahogo.

A uno de sus más recientes álbumes, 'Playing Robots Into Heaven' (2023), pertenece 'Loading', el tema que con el que ha arrancado el espectáculo después de sentarse a los teclados, con su ya reconocible silueta recortada sobre el fondo, de esbozar un tímido "¿Cómo estáis?" y de empezar a servir sus característicos agudos con vocación eclesiástica.

"Hace mucho que no vengo, así que vamos a tocar material antiguo", ha anticipado antes de 'Limit To Your Love', su primer gran éxito, surgido en la era del "dubstep", cuando irrumpió con la emoción como bandera, lo que ha generado uno de los primeros grandes aplausos de la velada.

Varios cortes han surgido después de su aplaudido álbum 'Overgrown' (2013), el segundo y el que le deparó el prestigioso Mercury Prize al mejor disco de Reino Unido a juicio de la crítica. El primero de ellos ha sido 'Life Round Here', con su jovial espíritu "r&b" en contraposición con su abrasivo final.

Es esa una cadencia habitual en sus composiciones, a menudo impredecibles, en las que el latigazo da paso a una secuencia que amortigua y templa el daño infligido, como en 'CMYK', que se presenta como un riachuelo, antes de desbordarse como torrente y fusionarse con 'Stop What You're Doing', de nuevo a quemarropa.

"Voy a confiar en vosotros", ha asegurado al pedir al público que lo acompañara al cantar la línea central de 'Say What You Will', algo que los asistentes han asumido con la timidez propia de quien se sabe incapaz de emular sus agudos. "No pasa nada, no os pagan por cantar, lo entenderán", ha añadido después con esa ternura que ha llevado a unas cuantas espontáneas a declararle su amor a gritos.

De ese final etéreo y místico al que llega a través de unos graves más propios de Leonard Cohen, ha pasado a 'Hope She'll Be Happier', esta vez en pie, frente al micro, con sus casi dos metros de altura que en ningún caso resultan intimidantes. Para el recuerdo, la nota que sostiene hacia el remate y el fundido con 'No Surprises' de Radiohead. Otro gran momento del concierto.

Si en 'Thrown Around' parecen confluir las tradiciones musicales de sus paisanos Moby y Fatboy Slim, todo con guiños al dance europeo, en 'I Keep Calling' apela a sonidos futuristas e inquietantes.

Los conecta con 'Tell Me', otro de los cortes más recientes de su producción, que logra poner a la gente en pie de forma espontánea para bailar el corte más "rave" de la noche, una actitud que mantiene seguidamente 'Voyeaur', extraído igualmente de 'Overgrown'.

"¡Muchas gracias! Probablemente habéis visto mucha música electrónica en vivo. Algo de lo que estoy orgulloso es que esto que hemos hecho aquí era cien por cien en directo. No lo digo no por mí, sino para agradecer la labor de mis compañeros en el escenario, que nos permite tocar como una auténtica banda", ha destacado entonces en loor del trabajo de los dos músicos que lo acompañan.

Se acerca al final y vuelve la espiritualidad, primero con su versión de 'Godspeed' de Frank Ocean, esta a solas con su teclado (y eso que, como ha reconocido después, se ha olvidado de una parte del inicio), en segundo lugar con 'A Case Of You', de las más tempranas de su producción, y ya entonces con 'Retrograde', que es como una catedral de la electrónica, con sus muchas capas superpuestas de emoción y belleza, todas armadas para epatar.

No ha sido el final, pues aún le ha quedado tiempo para soltar un par de regalos más, 'I Never Dreamed You'd Leave In Summer' y 'Wilhelm Scream', dejando en Noches del Botánico otra gran jornada de esta edición, tras la que el británico viaja para tocar en el Vida Festival de Barcelona este viernes. EFE

jhv/plv

(foto)

Guardar

Nuevo