El doble dolor de Griezmann

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Iñaki Dufour

Düsseldorf (Alemania), 3 jul (EFE).- "Segunda final perdida en un mes... es una mierda", asumió Antoine Griezmann el 10 de julio de 2016, tras la derrota en la prórroga de la final de la Eurocopa en Saint Denis contra Portugal, 43 días después de haber perdido en los penaltis con el Atlético de Madrid la final de la Liga de Campeones ante el Real Madrid.

"Me van a hacer más fuerte", proclamó entonces el atacante francés, protagonista de 100 partidos desde entonces con los 'Bleus', con 31 goles, 24 asistencias, el título de campeón mundial que logró en Rusia 2018, donde fue el Balón de Bronce, la final que repitió en Qatar 2022, con un torneo imponente suyo. También fue campeón de una Liga de Naciones.

Ya suma 133 duelos internacionales con la selección de su país, con 44 tantos... y una victoria aún pendiente: el título de la Eurocopa.

Aquel 10 de julio de 2016, en París, ante su afición, sufrió el desconsuelo. Fue el futbolista con más ocasiones de su equipo, con cuatro tiros, dos entre los tres palos, disputó 120 minutos y cedió en la prórroga. En una final que aparentaba un duelo entre Cristiano Ronaldo y él, la figura fue Éder y su gol. Minuto 109.

Es la única derrota de Griezmann en sus catorce partidos en la Eurocopa, entre las ediciones de 2016 y 2020, esta última retrasada a 2021 por la pandemia de la Covid-19, y la actual.

No ha perdido más partidos que ese. En la anterior edición fue eliminado con un empate y una tanda de penaltis, en los octavos de final contra Suiza, después del 3-3 del tiempo de juego.

En Francia 2016, su primera Eurocopa, fue un futbolista prácticamente incontestable. Marcó seis goles: dos en las semifinales contra Alemania (0-2); uno -más dos asistencias- en los cuartos de final contra Islandia (5-2); dos en los octavos de final contra Irlanda (2-1), sin los que nada habría sido posible para el conjunto de Didier Deschamps; y uno en la fase de grupos a Albania (2-0). No marcó ni en el 2-1 a Rumanía ni en el 0-0 con Suiza.

De hecho, Griezmann fue nombrado el mejor jugador del torneo, el Balón de Oro. También fue el máximo goleador, la Bota de Oro, por delante de Cristiano Ronaldo, segundo. Y formó parte del once ideal de la competición. Pero no ganó el torneo. El objetivo único, sin el que todo lo demás son méritos secundarios.

Aquel 2016 fue elegido como el tercer mejor futbolista del planeta, sólo sobrepasado por los insuperables entonces Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, ganadores uno u otro en aquella época prácticamente de cada galardón.

Él fue el Balón de Bronce...

Y pudo haberlo sido de oro, no sólo si hubiera ganado la Eurocopa, sino un mes antes hubiera conquistado la Liga de Campeones con el Atlético de Madrid en la final del 28 de mayo en San Siro, en Milán.

Griezmann, con 0-1 en contra, estrelló un penalti contra el larguero, en el minuto 48, en el inicio de la segunda parte. "Hasta el final de mi vida lo pensaré", explicó años después el atacante.

El Atlético empató, por medio de Yannick Carrasco, con el 1-1 en el 79. El partido se fue a la prórroga, luego a la tanda desde los once metros, cuando el francés marcó el primero de los lanzamientos de su equipo para empatar el tiro inicial de Lucas Vázquez...

Después falló Juanfran. Marcó Cristiano el quinto penalti. Y se acabó.

El llanto, el desconsuelo, el 'luto' posterior. "La derrota de la 'Champions' para mí fue como una muerte y toda muerte necesita un tiempo de duelo", describió su entrenador, Diego Simeone, durante aquel verano, con dos finales perdidas para Griezmann, que quiere revancha. EFE

id/jag

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