Jalili, un ultraconservador antioccidental que despierta temores de tensión

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Aydin Shayegan

Teherán, 29 jun (EFE).- El ultraconservador islamista Saeed Jalili ha logrado el pase a la segunda ronda de las elecciones presidenciales en Irán con un mensaje antioccidental y reaccionario, y ahora necesita los votos de los moderados para suceder al fallecido mandatario Ebrahim Raisí.

Jalili, de 58 años, quedó segundo en los comicios del viernes con 9.473.298 de votos equivalentes al 38,6 %, por detrás del candidato reformista Masoud Pezeshkian con 10.415.991 de votos que suponen el 42,4 %.

Considerado un “verdadero producto de la Revolución Islámica” y opuesto a Occidente, Jalili sorprendió al conseguir casi 6.000.000 de votos más que Mohamad Baqer Qalibaf, el también conservador y tecnócrata presidente del Parlamento, que en un principio pintaba como favorito entre los aspirantes del frente revolucionario, el bloque de línea dura del país. 

El ultraconservador conocido como el candidato del status quo y como un intelectual leal a los "ideales y principios" islámicos, es el aspirante más cercano al fallecido presidente Ebrahim Raisí, pero para poder sucederle necesita ganar el apoyo de los votantes de Qalibaf, que es una figura más moderada.

En materia internacional, Jalili, exjefe negociador nuclear iraní, considera que su país no necesita necesariamente revivir el acuerdo atómico de 2015, que limitaba el programa atómico de Teherán a cambio de levantamiento de las sanciones económicas, acuerdo del que Estados Unidos se salió en 2018, cuando reimpuso medidas restrictivas de nuevo.

“Debemos hacer que el enemigo lamente habernos sancionado económicamente”, ha dicho durante la campaña electoral. Ha apostado por forjar lazos con China, Rusia, África y América Latina, afirmando que "la comunidad internacional no se compone solo de dos o tres países occidentales".

También ha salpicado su campaña con medidas como crear un impuesto a las grandes fortunas para alcanzar la justicia social o crear empleo, aunque no ha explicado cómo.

Durante la campaña ha defendido el velo islámico como afirmando que “hay que comprender la profundidad estratégica de esta cuestión”, sin aclarar a qué se refería.

Sus críticos dicen que carece de la experiencia administrativa para dirigir el país.

Nacido en la ciudad nororiental de Mashhad en 1965, hijo de un profesor y una ama de casa, se unió muy joven a la fuerza paramilitar basiji y sirvió en la guerra Irán-Irak (1980-88) como voluntario.

Fue herido en combate y perdió la pierna derecha. Por eso ello se le apoda "mártir viviente".

Tras la guerra estudio Ciencias Políticas de la Universidad Imam Sadegh de Teherán y se doctoró con la tesis "La base del pensamiento político islámico en el Corán”.

Trabajó en el Ministerio de Exteriores, órgano que abandonó durante el mandato del expresidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005) por motivos que no han sido aclarados y se unió a la oficina del líder supremo de Irán, Ali Jameneí.

Con el expresidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2023) regresó al Ministerio de Exteriores, donde ejerció de jefe negociador nuclear iraní, sin éxito.

En esas discusiones negó el Holocausto y daba diatribas de historia y filosofía a los diplomáticos europeos y estadounidenses, lo calificaron como "intransigente" e "inflexible" e interpretaron su actitud como que Irán no estaba interesado en cerrar un acuerdo.

Los analistas consultados con EFE vaticinan que con una presidencia de Jalili el “enfrentamiento sería más duro con Occidente”, especialmente si Donald Trump vuelve a la presidencia en Estados Unidos. EFE

ash/jlr/amg

(foto)

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