Von der Leyen, a sólo un paso de repetir al frente de la todopoderosa Comisión Europea

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Bruselas, 27 jun (EFE).- Ursula von der Leyen, la primera mujer presidenta de la Comisión Europea, logró hoy el aval de la mayoría de los líderes europeos para repetir al frente de la institución más poderosa de Bruselas, la que formula y aplica políticas para 450 millones de europeos, a falta sólo del respaldo de la Eurocámara.

A sus 65 años, la exministra de Defensa no piensa en la jubilación y se lanza ahora al intenso trabajo de garantizarse los apoyos de una mayoría de eurodiputados de las tres familias políticas (populares, socialistas y liberales) que pactaron que siga al frente de la Comisión, sin descartar los avales de otras formaciones en un voto que será secreto.

Los números, en principio, le salen para sortear el último obstáculo para renovar en el cargo y a partir de ahí componer un nuevo equipo de comisarios para una nueva legislatura en un escenario marcado por la guerra de la Rusia de Vladímir Putin en Ucrania y de Israel en Gaza, así como de un posible regreso a la Casa Blanca del republicano Donald Trump.

Nombrada por Forbes como la mujer más poderosa del mundo en 2022 y 2023, está acostumbrada a tiempos convulsos. Ha capeado dos crisis consecutivas: la covid y la guerra en Ucrania.

La pandemia le estalló al poco de llegar al cargo en noviembre de 2019, y cuando parecía que lo peor quedaba atrás, a finales de febrero de 2022, comenzó la mayor guerra en suelo europeo desde 1945.

El fondo de recuperación de 750.000 millones de euros o la compra conjunta de vacunas -pese a las críticas por falta de transparencia por sus mensajes de texto con el director ejecutivo de Pfizer- son parte de su legado en la crisis del coronavirus.

Sus defensores le atribuyen también haber estado desde el principio en el buen lado de la historia en la guerra de Ucrania, con un apoyo férreo militar, económico y humanitario, así como en defender su candidatura a entrar en la UE e impulsar sanciones contra Rusia.

En ambas crisis, esta alemana menuda, de voz suave y de aspecto siempre impecable se ha erigido líder de las instituciones europeas en el escenario mundial.

Pandemia y guerra la empujaron a un papel más geopolítico de lo esperado. Restableció la cooperación trasatlántica con el demócrata Joe Biden, endureció el enfoque sobre China y concretó el Brexit al respaldar el marco de Windsor con el primer ministro británico, Rishi Sunak, que neutralizó la disputa del protocolo irlandés.

En una legislatura marcada por las transiciones ecológica y digital, la alemana vio como su propio grupo político, los populares en el Parlamento Europeo, se revolvían (sin éxito) contra una de las piezas clave de su pacto verde para aplacar las protestas de los agricultores.

Sus detractores le afean falta de dureza con Hungría y Polonia pese a sus ataques al Estado de derecho, apropiarse éxitos de otros comisarios o no haberles consultado o infrautilizado, mientras se apoyaba en su labor ejecutiva en el equipo que se trajo de Berlín.

Su comunicación, con pocas entrevistas o ruedas de prensa, pero sí cuidados vídeos en inglés, alemán y francés (tres idiomas que domina) también se suma a esa lista de reproches.

La ola de empatía le llegó con el "Sofagate", cuando en una visita a Turquía el presidente Recep Tayyip Erdogan y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, la relegaron a un sofá mientras ocupaban los asientos principales en una reunión oficial.

Desde que se instaló de vuelta en Bruselas, donde también nació y se crió hasta los 14 años, Von der Leyen trabaja y duerme en el piso 13 del Berlaymont, la sede de la Comisión, donde acondicionó un pequeño espacio como habitación.

Según su biógrafo Daniel Goffart, es una mujer fuerte, trabajadora incansable y eficiente: doctora en medicina, casada con un médico de origen aristócrata, madre de siete hijos y abuela.

Es frugal y abstemia. Se le ve poco en eventos sociales y sus escapadas son a su casa familiar en el pueblo de Beinhorn.

 Hija de un destacado político democristiano y alto funcionario europeo, se abrió paso en la política a partir de los 43 años y entró en el gobierno alemán de la mano de Angela Merkel, en cuyo ejecutivo encabezó carteras de Familia, Mayores, Mujeres y Juventud, Trabajo y Asuntos Sociales y Defensa.

Sus defensores dicen que es la mejor presidenta de la Comisión desde Jacques Delors (1985-1995), considerado el arquitecto de la Unión Europea moderna.

Si el guión se mantiene, con permiso de la Eurocámara, será la cuarta en llevar el timón comunitario durante una década.

Catalina Guerrero

Lisboa, 27 jun (EFE).- El portugués António Costa será el próximo presidente del Consejo Europeo, avalado por una larga carrera política en la que ha demostrado sus dotes de negociador para encontrar consensos y ha ido fraguando una buena relación con líderes europeos de todo el espectro político.

Hace años que en Portugal era sabido que el socialista soñaba con un cargo en la UE, una aspiración que va a cumplir y que suma a una amplia trayectoria en la que ha sido casi todo, desde alcalde hasta primer ministro, con un breve periplo en el Parlamento Europeo como vicepresidente.

Ni siquiera las sospechas judiciales que lo llevaron a dimitir como jefe del Gobierno luso hace más de siete meses han impedido que Costa (Lisboa, 1961), conocido por saber maniobrar en los escenarios más adversos, haya conseguido su objetivo.

Primer ministro desde 2015, dimitió en noviembre de 2023 -aunque siguió en funciones hasta el pasado abril- a raíz de una investigación de la Fiscalía lusa por supuestas irregularidades en negocios del litio, el hidrógeno verde y un centro de datos.

Hasta el momento el Ministerio Público no ha presentado pruebas contra él, no lo ha imputado ni ha dado más explicaciones, lo que ha desinflado el caso ante la opinión pública y, aparentemente, ante los líderes europeos.

Ha pesado más el camino que fue construyendo a lo largo de casi una década como uno de los líderes de los Veintisiete en el Consejo Europeo, donde ha sabido cultivar buenas relaciones en todo el continente, que le serán útiles a la hora de encarar futuras negociaciones.

No solo se lleva bien con socialistas como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, con el que siempre ha demostrado una excelente camaradería; también tiene sintonía con líderes de otros espectros políticos como el presidente francés, Emmanuel Macron, o la propia Ursula Von der Leyen, que seguirá al frente de la Comisión Europea.

Sus buenas relaciones llegan hasta el hueso más duro de roer del actual Consejo, el húngaro Viktor Orbán: Incluso el pasado verano, el portugués voló a Budapest y se sentó junto a Orbán para ver la final de la Liga Europa, un acto que no constaba en su agenda oficial y que levantó críticas en su país.

Desde su asiento en el Consejo Europeo, Costa asumió una postura de mediador pragmático y defensor de soluciones de consenso, pero también demostró que no le tiembla la mano cuando hace falta firmeza.

En marzo de 2020, cuando la UE luchaba contra la crisis de la pandemia, criticó la "mezquindad" de un ministro neerlandés que sugirió que se investigara a países como España por no tener capacidad presupuestaria para hacer frente al virus.

"Ese discurso es repugnante en el marco de la UE. Y la expresión es justo esa. Repugnante", dijo en una respuesta airada que levantó elogios en España, entre otros socios europeos.

Otra de sus cartas de presentación ante el bloque fue la Presidencia portuguesa del Consejo de la UE del primer semestre de 2021, deslucida porque durante los primeros tres meses su propio país estuvo confinado por la pandemia.

Pero Costa la aprovechó para lanzar su apuesta por el Pilar de Derechos Sociales y proyectarse como puente para las buenas relaciones de Europa con África, Asia -especialmente la India- y Latinoamérica, gracias a los lazos históricos de Portugal con sus antiguas colonias.

Aunque al frente del Consejo tendrá un papel de búsqueda de consensos más que de imponer sus opiniones, en los últimos años Costa ha dejado claro a los líderes europeos sus posiciones sobre el futuro de la Unión.

Ha insistido en la reforma institucional y presupuestaria de la UE -la comparó con un "centro comercial" que cada Estado miembro pueda utilizar según sus voluntades y necesidades- y propuso una especie de plan de recuperación y resiliencia permanente para compensar la pérdida de fondos de cohesión de algunos países tras la futura ampliación.

Su postura respecto a esa ampliación ha sido uno de los factores que más han pesado en su contra para su elección, cuando la opinión cada vez más mayoritaria en la UE es una apuesta firme por la adhesión de Ucrania.

Costa defendió en su momento que atribuirle el estatuto de candidato no resolvería sus problemas urgentes y ha insistido en que la UE no puede crear "falsas expectativas" a Ucrania, lo que le valió críticas por "ambiguo".

También se ha manifestado en defensa de la solidaridad entre Estados ante la crisis migratoria, otro de los temas que marcarán la próxima legislatura europea y que puede chocar con las posturas de los líderes más a la derecha.

Costa se suma a la lista de portugueses que ya han ocupado otros cargos en la UE, con mayor o menor acierto.

José Manuel Durão Barroso presidió la Comisión entre 2004 y 2014 y Mário Centeno lideró el Eurogrupo entre 2018 y 2020, en lo que se entendió como un premio a la trayectoria financiera que siguió Portugal bajo el Gobierno de Costa.

Precisamente, el socialista pudo formar ese Ejecutivo gracias a sus dotes de negociador, al alcanzar un pacto inédito entre la izquierda lusa para apear a los conservadores del poder.

Ahora le toca promover esos consensos a nivel europeo.

Paula Fernández

Riga, 27 jun (EFE).- Europeísta con experiencia en Bruselas, abogada y primera jefa de Gobierno de Estonia, Kaja Kallas, apodada la 'dama de hierro' de los países bálticos, es una de las voces que con más vehemencia defiende a Ucrania y ha desatado la ira del Kremlin con sus advertencias enérgicas sobre la amenaza rusa.

La líder liberal estonia, de 47 años, es primera ministra desde 2021 y en los últimos dos años se ha granjeado su sobrenombre como la Margaret Thatcher de la región e incluso de Europa por la firmeza con la que exige una respuesta sin miramientos a la agresión rusa en Ucrania, sin importar las represalias por parte del Kremlin.

Kallas, elegida nueva jefa de la diplomacia europea este jueves, nació en la Estonia ocupada por los soviéticos en 1977 y creció en un mundo que estaba dividido por el Muro de Berlín.

Quizás porque su país comparte frontera con Rusia o por su propia experiencia, la política estonia tiene claro que no se puede ceder ante el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, y sus aspiraciones "imperialistas".

"Estonia estuvo bajo colonización y ocupación rusa durante casi medio siglo, hasta 1991. Crecí en ese tiempo y mi madre fue deportada como bebé a Siberia", dijo el pasado 15 de junio en la Cumbre de la Paz para Ucrania celebrada en Suiza.

"Ver la continuación del robo colonialista de territorio hoy en Ucrania es algo doloroso que recuerda cómo la historia se repite", afirmó Kallas.

En 2022 Estonia retiró el tanque soviético T-34 de la ciudad de Narva, fronteriza con Rusia, junto a otros monumentos soviéticos. Eso al Kremlin le dolió y puso a Kallas en la lista de personas en busca y captura. Jamás había ido tan lejos como para poner en la lista de busca y captura a un mandatario en ejercicio.

Ella respondió que no dejará que la silencien y que seguirá defendiendo firmemente a Ucrania, la seguridad de Europa y luchando contra la propaganda rusa.

Kallas no solo pide sanciones más contundentes para Rusia por parte de la Unión Europea, sino también es una de las mayores defensoras de la entrada de Ucrania en la OTAN.

Curiosamente, la líder estonia estuvo en el verano del año pasado bajo presión después de que trascendiera que su marido poseía parte de una empresa que ha seguido comerciando con Rusia mientras ella se convertía en una de las mayores defensoras de unas sanciones estrictas contra Moscú y del apoyo militar a Ucrania.

La política representa una nueva generación de líderes europeos con una amplia experiencia tanto en Estonia como en Bruselas.

Kallas fue eurodiputada entre 2014 y 2018 y conoce por tanto perfectamente la burbuja bruselense. Fue además vicepresidenta de la delegación en la Comisión Parlamentaria de la Asociación UE-Ucrania en este periodo.

El destino de esta líder parecía encaminado desde que nació, aunque antes de llegar a la política se dedicara a la abogacía y fuera socia de dos bufetes, además de asesora del director del Teatro Vanemuine.

No en vano es hija del ex primer ministro estonio Siim Kallas (2002-2003), que también fue vicepresidente de la Comisión Europea (CE) y comisario de Transporte.

Kallas, que es líder desde 2018 del Partido Reformista liberal centrista, al que se unió en 2011, está acostumbrada a lidiar con desafíos y crisis, no sólo externas, sino también internas.

Madre de dos hijos y de una hija, dimitió en 2022 tras destituir a los siete ministros del centroizquierdista Partido de Centro por una disputa sobre políticas de apoyo a las familias y pasó a liderar entonces un Gobierno en minoría.

También sabe hacer compromisos y negociar, pues desde el año pasado dirige un Ejecutivo de coalición con el liberal Esti 200 y los socialdemócratas, que tiene entre sus objetivos aumentar la seguridad y procurar un gasto en defensa del 3 % del PIB en los próximos cuatro años.

La líder política, que también fue miembro del Parlamento estonio (Riigikogu) entre 2011 y 2014, y de nuevo entre 2019 y 2021, es licenciada en Derecho por la Universidad de Tartu y tiene un posgrado de la Escuela de Negocios de Estonia.

Kallas ha recibido numerosos premios en los últimos años, entre ellos la Orden de Segunda Clase del Príncipe Yaroslav el Sabio de Ucrania en 2023.

El año pasado también fue distinguida con el Premio Mujer al Poder, que reconoce el trabajo que desempeñan las mujeres para aumentar su presencia y participación en la configuración de Europa y su futuro.

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