Una carga de almendras permiten dar un famoso naufragio helenístico

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Un cargamento de almendras ha sido clave para datar el famoso naufragio de la era helenística del Kyrenia, descubierto y recuperado en la costa norte de Chipre en la década de 1960. Las almendras, combinadas con muestras de madera recién limpiadas y la experiencia del equipo en modelado y datación por radiocarbono, llevaron al Laboratorio de Anillos de Árboles de la Universidad de Cornell a identificar la cronología más probable del hundimiento del Kyrenia entre 296 y 271 a. C., con una fuerte probabilidad de que ocurriera entre 286 y 272 a. C. El artículo se publica en PLoS ONE. El Kyrenia tiene un legado histórico como el primer gran barco griego del período helenístico que se encontró, en 1965, con un casco prácticamente intacto. Entre 1967 y 1969, fue excavado junto con su carga, que incluía cientos de vasijas de cerámica, luego reensamblado fuera del sitio y estudiado científicamente. "Kyrenia fue una de las primeras veces que se advirtió que este tipo de rica evidencia del mundo clásico podría encontrarse prácticamente intacta más de 2000 años después en el fondo del mar, si es que se podía encontrar", dijo en un comunicado Stuart Manning, profesor del departamento de Arqueología Clásica y autor principal del estudio. "Fue un momento histórico la idea de poder bucear, excavar y sacar a la superficie un barco de la época clásica y así descubrir directamente este mundo del pasado. Los naufragios son cápsulas del tiempo únicas y se puede lograr una conservación asombrosa". Durante las últimas seis décadas, el Kyrenia ha proporcionado a los arqueólogos e historiadores información clave sobre el desarrollo de la tecnología de los barcos antiguos, las prácticas de construcción y el comercio marítimo. Hasta la fecha, se han producido y botado no menos de tres réplicas del Kyrenia, y estas reconstrucciones han proporcionado información considerable sobre los barcos antiguos y su rendimiento a la navegación. Sin embargo, la cronología de la procedencia del Kyrenia y la fecha exacta de su hundimiento siempre han sido vagas en el mejor de los casos. Los esfuerzos iniciales para datar el barco se basaron en los artefactos recuperados, como la cerámica a bordo y un pequeño lote de monedas, lo que inicialmente llevó a los investigadores a estimar que el barco se construyó y se hundió a finales del siglo IV a. C. "Los textos clásicos y los hallazgos en los yacimientos portuarios ya nos indicaban que esta era fue importante para el comercio marítimo generalizado y las conexiones en todo el Mediterráneo, un período temprano de globalización", dijo Manning. "Pero el descubrimiento del barco Kyrenia, de poco menos de 15 metros de largo, probablemente con una tripulación de cuatro, hizo que todo esto fuera muy inmediato y real. Produjo conocimientos clave sobre los aspectos prácticos de la primera parte de un milenio de intensa actividad marítima en el Mediterráneo, desde la Grecia hasta la Antigüedad Tardía". El primer volumen de la publicación final del proyecto del barco Kyrenia, publicado el año pasado, argumentaba que la fecha del naufragio era un poco posterior, más cercana al 294-290 a. C., pero la pieza principal de evidencia -una moneda mal conservada, casi ilegible- no era hermética. El mayor obstáculo para datar con precisión el Kyrenia ha sido otro artefacto del siglo XX: el polietilenglicol (PEG). Los excavadores y los conservacionistas solían aplicar este compuesto a base de petróleo a la madera empapada en agua para evitar que se descompusiera después de sacarla del entorno sin oxígeno del océano. El equipo de Manning trabajó con investigadores de la Universidad de Groninga en los Países Bajos para desarrollar un nuevo método para limpiar el PEG de la madera, y lo demostraron en muestras de la era romana tratadas con PEG de Colchester, Inglaterra, que ya tenían fechas dendrocronológicas (secuencia de anillos de los árboles) establecidas. "Quitamos el PEG de la madera, lo datamos por radiocarbono y demostramos que en cada caso obtuvimos una edad de radiocarbono consistente con la edad real (conocida)", dijo Manning. "Básicamente, eliminamos el 99,9% del PEG". Utilizaron esa técnica para eliminar el PEG de una muestra de Kyrenia que Manning y sus colaboradores habían intentado, sin éxito, datar con precisión hace 10 años. El equipo también fechó ahora un pequeño trozo de madera retorcida que fue rescatado de Kyrenia a fines de la década de 1960, pero que era demasiado pequeño para incluirlo en la reconstrucción, evitando así el tratamiento con PEG. MILES DE ALMENDRAS GUARDADAS EN ÁNFORAS En colaboración con el equipo de excavación original del Kyrenia, los investigadores examinaron sus diversos artefactos, incluida la cerámica y las monedas, centrándose en los materiales orgánicos, incluido un astrágalo (un hueso del tobillo de oveja o cabra que alguna vez se utilizó para juegos y rituales de adivinación en varias culturas antiguas) y miles de almendras verdes frescas encontradas en algunas de las grandes ánforas, es decir, jarras de cerámica. Estos materiales de muestra de "vida corta" ayudaron a definir la fecha del último viaje del barco. El equipo aplicó un modelo estadístico combinado con la dendrocronología de las muestras de madera para obtener un nivel de datación mucho más preciso que los esfuerzos anteriores. El modelo identificó el rango de fechas más probable para el viaje final entre 305-271 a. C. (95,4 % de probabilidad) y, muy probablemente, 286-272 a. C. (68,3 % de probabilidad), varios años más reciente que las estimaciones actuales. Pero hubo un gran contratiempo en el camino. Las nuevas fechas no se alinean con la curva de calibración de radiocarbono internacional, que se basa en anillos de árboles de edad conocida y se utiliza para convertir las mediciones de radiocarbono en fechas del calendario para el hemisferio norte. Manning examinó más de cerca los datos que sustentan la curva de calibración, que se ha reunido a lo largo de muchas décadas en docenas de laboratorios y cientos de científicos. Descubrió que el período comprendido entre el 350 y el 250 a. C. no contaba con datos de radiocarbono obtenidos mediante espectrometría de masas con aceleradores (AMS) modernos. En cambio, la curva de calibración en este período se basaba únicamente en unas pocas mediciones realizadas en los años 1980 y 1990, utilizando un tipo más antiguo de tecnología de datación por radiocarbono. Con colaboradores en los EE. UU. y los Países Bajos, el equipo midió muestras de sequoia y roble de un solo año de edad conocida para recalibrar la curva para el período 433-250 a. C. Eso no solo ayudó a aclarar un gran pico en la producción de radiocarbono causado por un mínimo de actividad solar centrado alrededor del 360 a. C., sino que también condujo a importantes revisiones de la curva en el período alrededor del 300 a. C., mejoras que fueron fundamentales para la datación de Kyrenia.

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