La acogida de Julian Assange en Australia refleja la división política en el país

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Camberra, 27 jun (EFE).- El partido del Gobierno y la oposición trabajaron juntos para lograr el regreso a Australia del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, que este jueves amaneció como un hombre libre en territorio australiano, aunque las reacciones de los políticos de uno y otro bando a su llegada reflejan la división en torno al activista.

El líder del opositor Partido Liberal en el Senado australiano, Simon Birmingham, calificó en X de "innecesario" e "inapropiado" que el primer ministro, el laborista Anthony Albanese, llamara anoche a Assange a su llegada a Camberra desde las Islas Marianas del Norte, un territorio de EE.UU. en el Pacífico.

"Durante 12 años Assange eligió evitar afrontar la justicia en países con un sistema judicial justo. No merece este trato (la llamada de Albanese)", escribió Birmingham.

El senador opositor se refirió al proceso de extradición al que estaba sometido el fundador de WikiLeaks en el Reino Unido a petición de Estados Unidos, que le acusaba de espionaje y delitos informáticos por la masiva filtración de documentos secretos.

El senador opositor James Paterson afirmó ayer que Assange, de 52 años y nacionalidad australiana, no es un "héroe", aunque sí celebró que haya podido regresar a su país y se haya puesto fin a la saga diplomática.

"La razón por la que ha durado tanto es porque estaba evitando una solicitud legal de extradición", dijo Paterson en una entrevista con el canal Sky News.

El primer ministro ha evitado valorar las filtraciones de WikiLeaks, pero ayer celebró el regreso de Assange y destacó el trabajo de su Gobierno para facilitar la liberación del activista.

"Como primer ministro he sido muy claro, que a pesar de lo que uno piense de sus actividades, el caso de Assange se estaba alargado demasiado", dijo en una rueda de prensa.

Albanese recordó que ha mantenido una intensa actividad diplomática a favor del activista desde que medió a su favor por primera vez ante el presidente estadounidense, Joe Biden, en la cumbre de la OTAN de 2022 en Madrid.

El líder de la oposición, Peter Dutton, fue en el pasado muy crítico con Assange, pero en abril del año pasado cambió su postura y expresó su apoyo a que el activista volviera a su país.

En septiembre de 2023, una delegación de parlamentarios del Gobierno y la oposición viajaron a Washington y se reunieron con representantes del Departamento de Justicia de Estados Unidos para interceder en favor de Assange.

Los parlamentarios alegaron el peligro contra la libertad de expresión que suponía el caso y también que estaba siendo utilizado por China para criticar a Estados Unidos, entre otros motivos.

Assange aterrizó en el aeropuerto internacional de Camberra en un vuelo chárter ayer alrededor de las 19.40 hora local (9.40 GMT), después de un largo viaje que comenzó el lunes en Londres y que le llevó a realizar el martes un parada técnica en Bangkok antes de comparecer en Islas Marianas del Norte como parte del pacto con EE.UU.

La libertad de Assange fue posible tras un acuerdo con el Departamento de Justicia de EE.UU. que quedó formalizado el miércoles durante una vista en un tribunal de Saipan, en las Islas Marianas del Norte, en la que se declaró culpable de violar la ley de espionaje estadounidense como parte del pacto.

En la vista, la magistrada Ramona Villagomez condenó a Assange a 62 meses de cárcel, reconociendo el tiempo ya cumplido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh (Reino Unido), por lo que quedó en libertad.

Este episodio pone fin a una saga de 14 años que comenzó en 2010 con la mayor filtración de documentos clasificados de la historia de Estados Unidos, con la que WikiLeaks reveló ataques a civiles en Irak y en Afganistán, así como el maltrato de presos en Guantánamo, entre otros asuntos. EFE

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(foto)

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