Leipzig (Alemania), 27 jun (EFE).- España y Alemania, únicas de las grandes selecciones que han cumplido con el expediente gracias a un fútbol a ratos brillante y contundente, afrontarán los octavos de final como el espejo en el que deberían reflejarse el resto de equipos con nombre cuyo paso por la fase de grupos ha estado marcado por la vulgaridad, la lluvia de críticas y hasta la irrelevancia: Francia, Inglaterra, Portugal, Bélgica, Países Bajos e Italia no son los mismos de tiempos pasados no muy lejanos.
Pocos esperaban que los hombres dirigidos por Luis de la Fuente fueran los mejores de la primera fase. España es la única de las 24 selecciones que lo ha ganado todo con números irrefutables: nueve puntos de nueve, cinco goles a favor y ninguno en contra. Nunca antes, en la historia de la Eurocopa, presentó semejantes credenciales tras sus primeros pasos en la competición. Y, lo mejor de todo, con una propuesta atractiva con la que se ha postulado como uno de los candidatos a ganar la Eurocopa.
Su rival en octavos será Georgia, a priori asequible para los intereses de España, es uno de los invitados a la fiesta entre las selecciones de menor entidad como Rumanía, Chequia, Dinamarca, Eslovenia, Austria, Turquía y Suiza. España, que superó con fortaleza a Croacia, Italia y Albania, se verá las caras en la parte dura del cuadro con un equipo peligrosísimo en el que brilla Khvicha Kvaratskhelia, bien acompañado por el máximo goleador de la competición, Georges Mikautadze (con tres tantos el máximo artillero del torneo), y del portero del Valencia Giorgi Mamardashvili.
No deberá confiarse si quiere alcanzar los cuartos de final, donde probablemente espere el otro equipo que ha cumplido en la fase de grupos. Es Alemania, que aunque bajó un poco el nivel en el tercer encuentro que empató ante Suiza, se mantiene en lo más alto como uno de los favoritos. Tiene un once muy reconocible con nombres en un más que aceptable estado de forma en el que Toni Kroos es la cabeza visible. Ilkay Gündogan, Florian Wirtz y Jamal Musiala tendrán la responsabilidad de marcar el paso de su equipo ante Dinamarca.
Lo tendrán que hacer, probablemente, sin el lesionado Antonio Rüdiger, clave en la defensa germana, mientras que Dinamarca no podrá gozar de su principal atractivo, Morten Hjulmand, fuera por sanción. El combinado escandinavo, con un buen fútbol asociativo en el que Christian Eriksen mantiene el nivel, tendrá opciones si consigue paliar su falta de contundencia arriba, donde Jonas Wind y Rasmus Hojlund aún andan desaparecidos en combate. Supervivientes en un grupo con Inglaterra, Eslovenia y Serbia, intentarán dar una de las grandes sorpresas de los octavos de final.
En la misma parte del cuadro, Francia y Bélgica disputarán el partidazo de los octavos de final. No llegan en su mejor momento. Sobre todo, el combinado de Didier Deschamps, superada por Austria en su grupo y finalmente segunda clasificada. Nada parece funcionar en el conjunto galo, envuelta en jaleos extradeportivos desde antes de que echara a rodar el balón. Durante muchos días se habló de la situación política de Francia; después, el tema de la concentración pasó a ser la máscara de Kylian Mbappé, con la nariz fraturada tras el segundo encuentro.
Y, mientras, mostró un fútbol paupérrimo, alejado de aquel con el que ganó el Mundial de Rusia 2018 pese a tener nombres de nivel como Dembélé, Griezmann, Koundé, Camavinga e incluso Kanté, el único que ha salvado su honor con grandes actuaciones. Mbappé, casi desaparecido en combate, marcó el único gol de su equipo, de penalti, porque el otro fue en propia meta. Con dos empates (Países Bajos y Polonia) y una víctoria pírrica (Austria), Francia ha perdido credibilidad.
Su rival, Bélgica, anda en parecida situación. El final de la 'Generación Dorada' se acerca y está ante sus últimos estertores. Irregular como en el Mundial de Catar, pasó por los pelos a octavos de final pese al desacierto del gafado Romelu Lukaku, incapaz de dar en la diana. Sólo Kevin de Bruyne mantiene el nivel y puede levantar a un equipo del que hasta desconfía su afición, que despidió con una sonora pitada a sus jugadores después de clasificarse en el último y gris encuentro frente a Ucrania (0-0). Francia, será su oportunidad para levantar el vuelo.
En cuartos de final ambas se enfrentarán al vencedor del Portugal-Eslovenia. A priori, el combinado dirigido por Roberto Martínez tiene todas las de ganar, aunque, como casi todas las grandes selecciones, también ha mostrado dudas en una fase de grupos en la que compitió con Turquía, Georgia y la República Checa. Su derrota, aunque con casi todos sus suplentes en el último duelo ante el cuaddro georgiano (2-0), despertó algunas suspicacias.
Sobre todo Cristiano Ronaldo, negado ante el gol y ansioso por jugarlo todo y batir todos los récords habidos y por haber. El delantero luso acapara todo el protagonismo, de momento sin éxito. Eslovenia, si no hay sorpresas, debería ser la invitada a una fiesta portuguesa, pero cuidado porque nadie ha conseguido ganarla: ni Inglaterra, ni Serbia ni Dinamarca.
Mucho peor está, precisamente, Inglaterra. Sus tres primeros partidos evidencian un agotamiento del ciclo de Gareth Southgate, que anunció su salida después de ocho años si no ganaba la Eurocopa. El subcampeón de la pasada edición no ha sacado jugo a su ramillete de estrellas: los Rice, Bellingham, Kane, Saka o Foden andan desubicados entre las críticas que ha recibido su equipo, que ganó su primer partido a Serbia (0-1) y gracias. Después, rozó la mediocridad en los empates con Dinamarca (1-1) y Eslovenia (0-0), y ahora deberá superar a Eslovaquia, peligrosa por su resistencia y con el goleador Ivan Schranz (dos tantos) en forma.
Tampoco huye de las críticas su posible rival en cuartos, Italia, aunque éstas no son inesperadas. A excepción del arranque que tuvo para ganar la pasada Eurocopa, anda perdida desde hace tiempo, sumida en una crisis de identidad y sin estrellas en sus filas. Sin embargo, ahí está, en octavos, con el general Spalletti al mando y gracias a un gol en el último segundo de Zaccagni que eliminó a la Croacia de Luka Modric para citarse con Suiza. Pero ojo con el conjunto helvético, inagotable desde hace una década, siempre presente en las grandes citas y eliminatorias y con Xhaka, Sommer, Freuler, Aebischer, Schär y compañía dispuestos a dar guerra.
Y los Países Bajos de Ronald Koeman, otro mar de dudas por su cierre errático ante Austria en el último encuentro de la fase de grupos, también está en entredicho. Su derrota (2-3), generó un aluvión de pesimismo en un equipo que sólo pudo ser uno de los mejores terceros pese a contar con nombres como Simons, Gakpo, Depay o Van Dijk, aún lejos de su nivel para enfrentarse a Rumanía, eufórica tras regresar a unos octavos de final después de 24 años ausente. Con Nicolae Stanciu al frente, su jugador más diferencial, intentará dar la sorpresa.
El ganador de ese enfrentamiento se verá las caras con Austria o Turquía, que disputarán uno de los duelos más igualados de los octavos de final. La selección otomana, bajo el influjo del 'efecto Güler' y sin una de sus estrellas sancionada (Çalhanoglu), peleará por seguir el camino de la histórica selección que fue tercera en el Mundial de Corea y Japón 2002 y semifinalista en la Eurocopa de 2008.
Su rival, es un hueso duro de roer. Posiblemente, es la selección revelación del torneo, ganadora en un grupo con Francia y Países Bajos y bajo el manto del técnico Ralf Rangnick, que ha conseguido exprimir con acierto a los Baumgartner, Sabitzer, Laimer y Arnautovic, futbolistas de una calidad incontestable capaces de cualquier cosa.
Juan José Lahuerta