António Costa, el negociador de consensos toma las riendas del Consejo Europeo

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Paula Fernández

Lisboa, 27 jun (EFE).- El portugués António Costa será el próximo presidente del Consejo Europeo, avalado por una larga carrera política en la que ha demostrado sus dotes de negociador para encontrar consensos y ha ido fraguando una buena relación con líderes europeos de todo el espectro político.

Hace años que en Portugal era sabido que el socialista soñaba con un cargo en la UE, una aspiración que va a cumplir y que suma a una amplia trayectoria en la que ha sido casi todo, desde alcalde hasta primer ministro, con un breve periplo en el Parlamento Europeo como vicepresidente.

Ni siquiera las sospechas judiciales que lo llevaron a dimitir como jefe del Gobierno luso hace más de siete meses han impedido que Costa (Lisboa, 1961), conocido por saber maniobrar en los escenarios más adversos, haya conseguido su objetivo.

Primer ministro desde 2015, dimitió en noviembre de 2023 -aunque siguió en funciones hasta el pasado abril- a raíz de una investigación de la Fiscalía lusa por supuestas irregularidades en negocios del litio, el hidrógeno verde y un centro de datos.

Hasta el momento el Ministerio Público no ha presentado pruebas contra él, no lo ha imputado ni ha dado más explicaciones, lo que ha desinflado el caso ante la opinión pública y, aparentemente, ante los líderes europeos.

Ha pesado más el camino que fue construyendo a lo largo de casi una década como uno de los líderes de los Veintisiete en el Consejo Europeo, donde ha sabido cultivar buenas relaciones en todo el continente, que le serán útiles a la hora de encarar futuras negociaciones.

No solo se lleva bien con socialistas como el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, con el que siempre ha demostrado una excelente camaradería; también tiene sintonía con líderes de otros espectros políticos como el presidente francés, Emmanuel Macron, o la propia Ursula Von der Leyen, que seguirá al frente de la Comisión Europea.

Sus buenas relaciones llegan hasta el hueso más duro de roer del actual Consejo, el húngaro Viktor Orbán: Incluso el pasado verano, el portugués voló a Budapest y se sentó junto a Orbán para ver la final de la Liga Europa, un acto que no constaba en su agenda oficial y que levantó críticas en su país.

Desde su asiento en el Consejo Europeo, Costa asumió una postura de mediador pragmático y defensor de soluciones de consenso, pero también demostró que no le tiembla la mano cuando hace falta firmeza.

En marzo de 2020, cuando la UE luchaba contra la crisis de la pandemia, criticó la "mezquindad" de un ministro neerlandés que sugirió que se investigara a países como España por no tener capacidad presupuestaria para hacer frente al virus.

"Ese discurso es repugnante en el marco de la UE. Y la expresión es justo esa. Repugnante", dijo en una respuesta airada que levantó elogios en España, entre otros socios europeos.

Otra de sus cartas de presentación ante el bloque fue la Presidencia portuguesa del Consejo de la UE del primer semestre de 2021, deslucida porque durante los primeros tres meses su propio país estuvo confinado por la pandemia.

Pero Costa la aprovechó para lanzar su apuesta por el Pilar de Derechos Sociales y proyectarse como puente para las buenas relaciones de Europa con África, Asia -especialmente la India- y Latinoamérica, gracias a los lazos históricos de Portugal con sus antiguas colonias.

Aunque al frente del Consejo tendrá un papel de búsqueda de consensos más que de imponer sus opiniones, en los últimos años Costa ha dejado claro a los líderes europeos sus posiciones sobre el futuro de la Unión.

Ha insistido en la reforma institucional y presupuestaria de la UE -la comparó con un "centro comercial" que cada Estado miembro pueda utilizar según sus voluntades y necesidades- y propuso una especie de plan de recuperación y resiliencia permanente para compensar la pérdida de fondos de cohesión de algunos países tras la futura ampliación.

Su postura respecto a esa ampliación ha sido uno de los factores que más han pesado en su contra para su elección, cuando la opinión cada vez más mayoritaria en la UE es una apuesta firme por la adhesión de Ucrania.

Costa defendió en su momento que atribuirle el estatuto de candidato no resolvería sus problemas urgentes y ha insistido en que la UE no puede crear "falsas expectativas" a Ucrania, lo que le valió críticas por "ambiguo".

También se ha manifestado en defensa de la solidaridad entre Estados ante la crisis migratoria, otro de los temas que marcarán la próxima legislatura europea y que puede chocar con las posturas de los líderes más a la derecha.

Costa se suma a la lista de portugueses que ya han ocupado otros cargos en la UE, con mayor o menor acierto.

José Manuel Durão Barroso presidió la Comisión entre 2004 y 2014 y Mário Centeno lideró el Eurogrupo entre 2018 y 2020, en lo que se entendió como un premio a la trayectoria financiera que siguió Portugal bajo el Gobierno de Costa.

Precisamente, el socialista pudo formar ese Ejecutivo gracias a sus dotes de negociador, al alcanzar un pacto inédito entre la izquierda lusa para apear a los conservadores del poder.

Ahora le toca promover esos consensos a nivel europeo. EFE

pfm/ssa/cat/nvm

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