Bangkok, 25 jun (EFE).- El líder de la junta militar de Birmania (Myanmar), Min Aung Hlaing, emitió una inusual disculpa tras la muerte de un venerado monje budista por disparos efectuados por las fuerzas castrenses, indicó el monasterio del religioso fallecido.
La disculpa, una carta firmada por el general birmano, fue leída la noche del lunes por el ministro de Asuntos Religiosos y Cultura del Gobierno golpista, Tin Oo Lwin, ante los monjes del monasterio Win Neinmitayon, en la región de Bago, según publicó el centro religioso en su perfil de Facebook.
El ministro birmano aseguró que se está realizando una investigación y se tomarán medidas contra los responsables de la muerte, ocurrida el pasado miércoles mientras el monje, de 77 años, viajaba en un coche que fue tiroteado por los militares.
La junta militar primero culpó a grupos rebeldes del asesinato del religioso, abad del citado monasterio, pero días después tuvo que admitir que los tiros procedían de las fuerzas castrenses.
Sayadaw Bhaddanta Munindabhivamsa, el monje asesinado por las tropas de la junta, era un exmiembro del consejo de liderazgo budista y condenó públicamente el golpe militar comandado por Min Aung Hlaing que derrocó en febrero de 2021 al Gobierno democrático liderado por Aung San Suu Kyi.
El funeral por la muerte del reverenciado monje discurre con rezos y oraciones diarias hasta el jueves.
Con esta disculpa, Min Aung Hlaing busca sofocar las críticas contra la junta militar que amenazaban con desencadenar protestas de los religiosos contra los militares.
Los monjes tienen una influencia considerable en Birmania, un país predominantemente budista, y aunque en el pasado se levantaron contra los militares, como en la revolución azafrán en 2007, tras este último golpe de Estado algunos se han mostrado más próximos al régimen militar, que se erige como protector del budismo.
Desde la asonada, Min Aung Hlaing ha visitado decenas de templos haciendo donaciones para la construcción de estupas y pagodas.
El golpe militar acabó con diez años de transición democrática y abrió una espiral de violencia que ha exacerbado la guerra de guerrillas que vive el país desde hace décadas, con miles de jóvenes uniéndose a grupos armados que combaten al Ejército.