Astrobiólogos han identificado cinco gases de efecto invernadero artificiales que serían indicios de un planeta terraformado, modificado en su atmósfera para hacerlo más cálido y habitable. Un planeta terraformado se ha convertido artificialmente en un lugar acogedor para la vida. Los gases descritos en el estudio serían detectables incluso en concentraciones relativamente bajas en las atmósferas de planetas fuera de nuestro sistema solar utilizando la tecnología existente, caso del telescopio espacial James Webb. Y aunque estos gases contaminantes deben controlarse en la Tierra para evitar efectos climáticos nocivos, existen razones por las que podrían usarse intencionalmente en un exoplaneta. "Para nosotros, estos gases son malos porque no queremos aumentar el calentamiento. Pero serían buenos para una civilización que tal vez quisiera prevenir una inminente edad de hielo o terraformar un planeta de otro modo inhabitable en su sistema, como los humanos han propuesto para Marte", dijo el astrobiólogo de la UCR (Universidad de California Riverside) y autor principal del estudio, Edward Schwieterman. GASES CON TECNOFIRMA Como no se sabe que estos gases se encuentren en cantidades significativas en la naturaleza, deben ser fabricados. Por lo tanto, encontrarlos sería una señal de formas de vida inteligentes que utilizan tecnología. Estas señales se denominan tecnofirmas. Los cinco gases propuestos por los investigadores se utilizan en la Tierra en aplicaciones industriales, como la fabricación de chips de computadora. Incluyen versiones fluoradas de metano, etano y propano, junto con gases hechos de nitrógeno y flúor o azufre y flúor. Un nuevo artículo de Astrophysical Journal detalla sus méritos como gases terraformadores. Una ventaja es que son gases de efecto invernadero increíblemente efectivos. El hexafluoruro de azufre, por ejemplo, tiene 23.500 veces el poder de calentamiento del dióxido de carbono. Una cantidad relativamente pequeña podría calentar un planeta helado hasta el punto en que el agua líquida podría persistir en su superficie. Otra ventaja de los gases propuestos, al menos desde un punto de vista extraterrestre, es que tienen una vida excepcionalmente larga y persistirían en una atmósfera similar a la de la Tierra hasta 50.000 años. "No sería necesario reponerlos con demasiada frecuencia para mantener un clima hospitalario", dijo Schwieterman. Otros han propuesto productos químicos refrigerantes, como los CFC, como gases de firma tecnológica porque son casi exclusivamente artificiales y visibles en la atmósfera de la Tierra. Sin embargo, los CFC pueden no ser ventajosos porque destruyen la capa de ozono, a diferencia de los gases totalmente fluorados analizados en el nuevo artículo, que son químicamente inertes. "Si otra civilización tuviera una atmósfera rica en oxígeno, también tendría una capa de ozono que querría proteger", dijo Schwieterman. "Los CFC se desintegrarían en la capa de ozono al mismo tiempo que catalizan su destrucción". Como se desintegran más fácilmente, los CFC también tienen una vida corta, lo que los hace más difíciles de detectar. Por último, los gases fluorados tienen que absorber la radiación infrarroja para tener un impacto en el clima. Esa absorción produce una firma infrarroja correspondiente que podría detectarse con telescopios espaciales. Con la tecnología actual o prevista, los científicos podrían detectar estos productos químicos en ciertos sistemas exoplanetarios cercanos. "Con una atmósfera como la de la Tierra, sólo una de cada millón de moléculas podría ser uno de estos gases, y sería potencialmente detectable", dijo Schwieterman. "Esa concentración de gas también sería suficiente para modificar el clima". Para llegar a este cálculo, los investigadores simularon un planeta en el sistema TRAPPIST-1, a unos 40 años luz de la Tierra. Eligieron este sistema, que contiene siete planetas rocosos conocidos, porque es uno de los sistemas planetarios más estudiados aparte del nuestro. También es un objetivo realista para que lo examinen los telescopios espaciales existentes. El grupo también consideró la capacidad de la misión europea LIFE para detectar los gases fluorados. La misión LIFE podría obtener imágenes directas de planetas utilizando luz infrarroja, lo que le permitiría apuntar a más exoplanetas que el telescopio Webb, que observa los planetas cuando pasan frente a sus estrellas.