Anatomía de un desacuerdo: del enfado de Meloni al frágil equilibrio para renovar la UE

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Por Catalina Guerrero y Laura Zornoza

Bruselas, 18 jun (EFE).- El primer encuentro entre los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para tratar de pactar la renovación de los altos cargos comunitarios reveló la irritación de varios líderes, incluida la italiana Giorgia Meloni, por los encuentros en "petit comité" para buscar consensos entre grandes países, así como la dificultad de encontrar una terna del gusto de todos.

Una semana después de que los ciudadanos hayan acudido a las urnas, los líderes de los Veintisiete no lograron en la noche del lunes cerrar un acuerdo para repartir la presidencia de la Comisión Europea y la del Consejo Europeo, ni el puesto de alto representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, pese a que los nombres de Ursula von der Leyen, António Costa y Kaja Kallas habían sonado en todas las quinielas.

El actual presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel, aseguraba anoche que nunca estuvo previsto llegar a un consenso en la cena informal del lunes, planteada como un primer acercamiento a los nombres y las prioridades políticas del próximo lustro.

No obstante, una fuente europea subraya ahora que no es descartable que alguna de estas tres piezas se caiga de la ecuación de cara al Consejo Europeo de los próximos 27 y 28 de junio, la segunda (y por el momento última) oportunidad de llegar a un acuerdo antes del primer pleno de la legislatura a mediados de julio.

Los líderes son conscientes de que no es tan fácil cambiar sólo uno de los nombres que han sonado, ya que cumplen bien los criterios de equilibrio de género (dos mujeres y un hombre), de procedencia geográfica (una estonia, una alemana y un portugués) y de color político (una popular, un socialista y una liberal).

La terna se completaría con la presidencia del Parlamento Europeo, para la que los líderes no dan nombres sino indicaciones de color político: el Partido Popular Europeo cuenta con llevarse la primera mitad de la legislatura -para la actual presidenta, Roberta Metsola- y queda en el aire qué pasaría con la segunda, que tradicionalmente tienen los socialdemócratas.

El formato de anoche dejó descontentos a muchos de los líderes, que tuvieron que esperar a que acabaran varias reuniones "en petit comité" entre jefes de los grandes países, como España, Francia, Alemania, Países Bajos, Grecia y Polonia, para poder posicionarse también.

En estos encuentros en los márgenes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó el mando de las negociaciones junto al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, con un papel menor para el canciller alemán, Olaf Scholz, y un sustituto no previsto: el primer ministro holandés en funciones, Mark Rutte, que tomó el lugar de la estonia Kaja Kallas, según esta fuente.

Entre diez y doce líderes expresaron algún tipo de escepticismo con el formato de manera más o menos explícita, con miedo a que el acuerdo se cocinara a sus espaldas, añadió.

Entre los más descontentos estuvieron los dos principales representantes de gobiernos ultraconservadores europeos: la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Viktor Orbán.

"La voluntad de la gente se ha ignorado hoy en Bruselas. El resultado de las elecciones europeas ha sido claro, los partidos de derechas son más fuertes mientras que la izquierda y los liberales pierden terreno", protestaba Orbán abiertamente en X.

Más discreta pero igual de enfadada estaba Meloni, que venía de organizar un G7 en Italia y de ver cómo su peso en Europa, reforzado tras su victoria en las elecciones a la Eurocámara, quedaba a su juicio ninguneado.

La estrategia de tratar de construir un acuerdo entre las tres grandes familias políticas proeuropeas puede funcionar en el corto plazo, pero tiene riesgos de cara a los "grandes retos" que la UE tendrá que afrontar unida en la próxima legislatura, apuntó la fuente.

"Lo más probable es que los partidos hacia la derecha tengan más influencia que hoy de aquí a uno, dos, tres años", señaló, en referencia entre otras dinámicas al ascenso de los ultraconservadores en el Parlamento Europeo -donde podrían ser tercera fuerza- y a la posibilidad de que la N-VA, parte de la familia política de Meloni, acabe dirigiendo el Gobierno belga pronto.

Tampoco todo el mundo está contento con la terna sobre la mesa. Von der Leyen no es la favorita de muchos y los líderes del Partido Popular Europeo tendrán que asegurarse de que puede conseguir la mayoría absoluta de escaños en la Eurocámara antes de formalizar su nominación.

A Kallas se le ve demasiado centrada en Ucrania y poco pendiente de los problemas de la vecindad sur y de la realidad de Latinoamérica.

Y varios países nórdicos siguen preocupados con que la situación legal de Costa, que tuvo que dimitir en noviembre por una investigación de la Fiscalía lusa, no esté resuelta al 100 % pese a que no ha sido acusado de nada. EFE

lzu-cat/jgb

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