Bari (Italia), 14 jun (EFE).- Los mandatarios del G7, la siete democracias más industrializadas del planeta, han mostrado posturas divergentes sobre si plasmar el derecho al aborto en la declaración final de su cumbre en la región italiana de Apulia (sur) y por ahora se decantan por limitarse a defender los "derechos reproductivos".
Por el momento el borrador que han difundido varios medios no incluye la palabra "aborto".
El encontronazo ha sido escenificado por la primera ministra anfitriona, la ultraderechista Giorgia Meloni, y por el presidente francés, Emmanuel Macron, liberal, con declaraciones cruzadas y puntos de vista en las antípodas sobre esta materia.
La cuestión ha estallado precisamente el día en que llega el papa Francisco, la primera vez de un pontífice en el G7.
La cumbre del G7 en Apulia partía con un precedente importante, la declaración de la edición anterior, en Hiroshima, en cuyo texto final los líderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido firmaron la defensa del "aborto", dejando por escrito la palabra, con todas las letras.
"Reafirmamos nuestro pleno compromiso de lograr una salud y derechos sexuales reproductivos (SRHR) integral para todos, abordando además el acceso al aborto legal y seguro y a la atención postaborto", rezaba el texto acordado en Japón.
Sin embargo, la cumbre anual en Italia, país gobernado desde el octubre del 2022 por la ultraderecha, ha abierto el debate sobre si mantener o no esta referencia.
Por el momento, según fuentes de la negociación, la palabra "aborto" no figura en la declaración de Apulia, que se concluirá y dará a conocer esta tarde, y se opta por "garantizar los derechos sexuales y reproductivos".
Los negociadores de la Unión Europea (UE), presentes en la cumbre del G7, han defendido lo logrado en Hiroshima por considerarlo "más específico", pero temen que "no es posible tener un acuerdo".
Un alto funcionario estadounidense apuntó que el G7 respaldará en su comunicado final un lenguaje similar al de la cumbre pasada en lo referente a la defensa de los derechos reproductivos, pero no llegó a decir si la mención al acceso a "un aborto seguro y legal" del comunicado del año pasado volverá a aparecer.
El presidente estadounidense Joe Biden, presente en la cumbre, ha hecho del derecho al aborto un tema central de su campaña electoral de noviembre en busca de votantes independientes y especialmente mujeres de clase media, que se sienten indignadas después de que en junio de 2022 el Tribunal Supremo, dominado por jueces conservadores, derogara el fallo 'Roe contra Wade'.
Al derogar ese fallo que durante medio siglo había protegido los derechos reproductivos de las mujeres a nivel federal, se dio carta libre a los estados para legislar sobre ese asunto, de manera que actualmente 22 de los 50 estados de EE.UU. restringen o prohíben por completo ese procedimiento.
La cuestión estuvo presente en la primera jornada del cumbre, en la que tras anunciar que el G7 había alcanzado un importante acuerdo político para ayudar a Ucrania con un préstamo financiado con los beneficios de los activos rusos, Macron y Meloni se enfrentaron a distancia al final del día.
Al ser preguntado por los periodistas, Macron "lamentó" que la palabra hubiese desaparecido, al subrayar "diferentes sensibilidades" sobre el tema, después de que Francia haya incluido el derecho al aborto en la Constitución.
Las declaraciones del líder francés molestaron sobremanera a Meloni, que le acusó de estar haciendo "campaña electoral" en el lugar equivocado.
"No hay razón para discutir sobre temas en los que hemos estado de acuerdo durante mucho tiempo. Y creo que es profundamente erróneo, en tiempos difíciles como estos, hacer campaña utilizando un foro tan valioso como el G7", alegó.
Meloni insistió en que la polémica "es totalmente falsa" y que la declaración "recuerda a la de Hiroshima, en la que ya aprobamos el año pasado la necesidad de garantizar que el aborto sea 'seguro y legal'", se justificó.
La frialdad entre ambos líderes quedó patente a la llegada a la cena de honor ofrecida por el presidente italiano, Sergio Mattarella, al que Macron abrazó afectuosamente a su llegada antes saludar a una Meloni incómoda.