Cerúndolo ante la montaña Djokovic

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Luis Miguel Pascual

París, 2 jun (EFE).- El serbio Novak Djokovic acuñó una frase: "No hay ningún desafío mayor que jugar contra Rafa Nadal en Roland Garros". Para el resto de los mortales, hay un comparable: afrontar a Novak Djokovic en un Grand Slam.

Es lo que le toca mañana en octavos de final de Roland Garros al argentino Francisco Cerúndolo, el único superviviente de la armada de once albicelestes que comenzaron en el cuadro individual de París, cuya trayectoria se cruza con la del número 1 del mundo.

Contra el aregentino, Djokovic tratará de sumar su victoria número 370 en Grand Slam, destronar en ese contador al suizo Roger Federer y quedarse para sí solo otro récord más.

Una estadística que muestra la gesta a la que está llamado Cerúndolo, que por sexta vez en su carrera afrontará a un top-5, pero que nunca antes había desafiado al número 1 del mundo.

"Creo que es un lindo desafío, un premio para mí, porque no he jugado nunca contra él y no sé si tendré ocasión de afrontarlo otra vez en el futuro", aseguró el bonaerense tras entrar por segundo año consecutivo entre los dieciséis mejores de Roland Garros con una brillante victoria contra el estadounidense Tommy Paul.

Ahí se dejó Cerúndolo el primer set en el torneo parisiense, pero luego se apuntó una brillante remontada con un tenis que recordó al que traía a París el año pasado.

El duelo contra Djokovic permitirá al argentino de 25 años descubrir la pista central, escenario del duelo en el tercer turno, codearse con lo mejor que se puede tener sobre tierra batida.

"Quiero sentir lo que es jugar contra el mejor", aseguró Cerúndolo, que saldrá a darlo todo ante el serbio.

Si hay un momento para afrontar a Djokovic es ahora. A sus 37 años, su físico da síntomas de fatiga, en su calendario solo figuran solo citas de relumbrón con la vista puesta sobre todo en los Grand Slam, con los que tiene una última cuenta pendiente: superar a la australiana Margaret Court, con quien ahora comparte el récord de 24.

Cuando el año pasado ganaba en Estados Unidos su tercer grande del año, conseguir ese fin parecía una cuestión de tiempo. Pero la nueva temporada trajo vientos adversos para el serbio, que tras caer en semifinales del Abierto de Australia contra el italiano Jannik Sinner, ha perdido su alma de ganador.

A París llegó sin ningún título en sus vitrinas y sin ninguna final en sus piernas y dejando un rastro de nombres de jugadores de clase media que han apuntado en su currículum que derrotaron al gran Djokovic.

El italiano Luca Nardi, el chileno Alejandro Tabilo o el checo Tomas Machac, pero también otros más prestigiosos como el australiano Alex de Minaur o el noruego Casper Ruud. En total, seis derrotas en un año en el que, por ahora, su mejor resultado son las semifinales de Australia, Montecarlo y Ginebra.

"Para él será un mal año, pero para cualquier otro sería buenísimo", dijo Cerúndolo, que sabe que en un torneo como Roland Garros todas esas estadísticas sirven para poco.

Otro elemento para la esperanza del argentino es que Djokovic afrontará el partido con una preparación desajustada, ya que superó la tercera ronda contra el italiano Lorenzo Musetti en un duelo que acabó a las 3 de la mañana, superó las cuatro horas y le obligó a sacar todas sus energías.

¿Cómo recuperarse de eso? Si alguien tiene el secreto es el serbio, que se sobrepuso a la adversidad contra Musetti y que tiene recursos a raudales para afrontar todo tipo de situaciones.

"Jugar puntos largos a las 2 de la madrugada contra alguien que está haciendo el partido de su vida, que te hace correr mucho, no es sencillo. La bola estaba pesada, hacía frío, no era fácil ganar puntos con tu saque. Había que trabajar cada bola, he tenido que elevar mis límites físicos", describió el serbio al término del encuentro.

Pero reconoció que encontró la motivación en el público, que gritó su nombre cuando estaba contra las cuerdas y eso le hizo "convertirme en un jugador diferente, recuperar energía". Desde ese momento, solo dejó escapar un juego.

Cerúndolo tendrá una vía en la que inspirarse, aunque el serbio también supo salir del laberinto que le planteó el italiano.

Lo más parecido que ha jugado el argentino en su carrera al desafío de este lunes es el partido de Wimbledon contra Rafa Nadal, entonces número 2 del mundo, en 2022, en el que cayó derrotado.

Este año, el argentino derrotó en el Masters 1.000 de Madrid al alemán Alexander Zverev, lo que demuestra que es capaz de elevar el nivel cuando la motivación es máxima.

Cerúndolo tiene una espina clavada en París. El año pasado quedó apeado en los octavos de final contra el danés Holger Rune en un disputado duelo que se resolvió en el super-juego de desempate. Sacársela pasa ahora por afrontar una montaña. EFE

lmpg/jl

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