Jerusalén, 21 may (EFE).- El periodista y escritor estadounidense Nathan Thrall no se imaginaba que este mayo sería el ganador de un premio Pulitzer 2023 por su última novela de no ficción, ni que el tema central de su obra -la ocupación israelí de Palestina- resurgiría de forma paralela en todo el mundo a raíz de la guerra en la Franja de Gaza.
"Es una catástrofe moral", asevera sobre ese sistema control militar y civil de Israel en los territorios palestinos.
En su obra 'Un día en la vida de Abed Salama' -publicada mañana en español por Anagrama-, Thrall exprime un suceso verídico ocurrido en 2012, "un accidente cualquiera en un pueblo palestino cualquiera" para mostrar el sistema de opresión israelí bajo el que viven los palestinos: con órdenes de desalojo diarias, retenciones en puestos de control militares o sin el derecho a velar la muerte de sus seres queridos.
"Siempre tuve claro que quería partir de un hecho cotidiano porque realmente quería llamar la atención sobre el sistema de control. No quería escribir sobre una guerra en Gaza o algo que pudiera ser tratado como excepcional", explica Thrall en una entrevista con EFE en Jerusalén, donde reside con su familia desde hace más de doce años.
En el libro, Thrall recrea el calvario vivido por el palestino Abed Salama, quien intenta de forma desesperada conocer el destino de su hijo Milad, de cinco años, después de que el autobús escolar en el que viajaba con sus compañeros se accidentara cerca de la aldea palestina de Anata, en Cisjordania ocupada.
Ese día, el primer camión israelí de bomberos tardó más de media hora en llegar: el accidente se produjo en el Área C, donde los servicios palestinos no pueden operar sin permiso israelí, mientras que estos no estaban familiarizados con la zona y se dirigieron erróneamente hacia un asentamiento cercano. Seis niños murieron en el autobús en llamas, entre ellos Milad.
"Ver a un padre, en el peor día de su vida, intentar encontrar a su hijo y no poder ni siquiera ir a los hospitales donde le dijeron que está; pensé que era una muy buena manera de describir el sistema", explica el autor.
Se refiere al hecho de que Abed Salama, como la mayoría de palestinos de Cisjordania, carece del permiso israelí o DNI necesarios para pisar Jerusalén; ni siquiera para visitar hospitales. A lo que se suma que Anata está rodeada por el muro de separación israelí, partes de la urbe han sido ilegalmente anexionadas o expropiadas por Israel y, además, está al lado de asentamientos de colonos.
En el acuerdo de coalición del Gobierno que encabeza el primer ministro, Benjamín Netanyahu, se recoge que "el pueblo judío tiene el derecho exclusivo e indiscutible a todas las partes de la Tierra de Israel", lo que incluye Judea y Samaria; los nombres bíblicos con los que los israelíes se refieren a la Cisjordania palestina ocupada.
Allí, al menos 18 aldeas palestinas han sido desalojadas por Israel desde el inicio de la guerra en Gaza en octubre, según datos de la ONG B'tselem, mientras que se han erigido unos 14 'puestos de avanzada' (inicios de asentamientos); en lo que supone una proliferación inaudita desde los años 90. Todo a la sombra del clamor bélico en Gaza.
Thrall no duda en describir como un "mito" la idea extendida y, según explica, adquirida del imaginario de "centro-izquierda israelí" de que una cosa es el Gobierno y el Israel democrático y otra, muy distinta, los colonos radicales y desbocados que atacan a los palestinos y ocupan su territorio.
El autor considera que poco cambiará para los palestinos hasta que más gente no entienda que ambas realidades responden un único proyecto, pidan a Israel rendir cuentas en la arena internacional, y a sus gobiernos adoptar políticas punitivas.
"Incluso, si hablamos de la opción más factible, algo que todos los liberales de Europa probablemente apoyarían (...) ¿Por qué estamos dando dinero a los colonos? ¿Por qué están su vino y sus dátiles en los mercados?, se pregunta Thrall, como ejemplo de que la creciente movilización social no se ha traducido en cambios legislativos.
"¿La gente está hablando de genocidio y no se pueden prohibir los productos de los asentamientos?", reitera. El periodista, sin embargo, sí piensa que el momento de actuar sería ahora, mientras persisten el enfado global y la atención mediática sobre Gaza.
Por ello, Thrall desea que su libro sirva para que personas comunes sientan "en sus huesos" qué significa vivir bajo una ocupación militar desde hace más de 75 años, y tengan una comprensión más profunda de esa "catástrofe moral".
"(Los israelíes) tal vez no lo llamen ocupación, pero saben que están controlando a otro pueblo en contra de la voluntad. No hay ningún israelí que no sepa eso", afirma.
Patricia Martínez Sastre