Los residentes de Al Fasher, decididos a resistir el peor embate de la guerra de Sudán

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Jartum, 10 may (EFE).- Pese a las amenazas de que los combates arrasen la ciudad de Al Fasher, el último bastión del Ejército de Sudán en Darfur, Yahya Zakaria tiene claro que no piensa huir del campo de desplazados en el que vive desde la guerra que ya devastó esta castigada región occidental sudanesa a principios de los años 2000.

Desde el campamento de Abu Shouk, en el norte de Al Fasher, Zakaria es una de las decenas de miles de personas que quieren evitar a toda costa iniciar una nueva huida hacia la incertidumbre "sin importar cuán intensas se vuelvan las batallas" entre el Ejército y el poderoso grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR).

Este residente del campamento afirma a EFE que no tiene miedo pese a que "decenas de desplazados murieron y resultaron heridos debido a proyectiles y balas perdidas" que han impactado contra la instalación desde el inicio de la guerra en Sudán el 15 de abril de 2023.

Al Fasher, capital del estado de Darfur del Norte, es ahora escenario de combates intermitentes pero que amenazan con extenderse entre el Ejército, los grupos locales que le apoyan y las FAR, que quieren extender su control por toda la estratégica región limítrofe con Chad y Libia.

La guerra, que se extiende por gran parte de Sudán, ha dejado a más de 25 millones de sudaneses necesitados de ayuda, de acuerdo con la ONU, que alerta de que el asedio "cada vez más estricto" en Al Fasher está aislando a los civiles y privándoles de productos básicos como alimentos, agua o medicinas.

La ciudad acoge a unas 1,5 millones de personas, 800.000 de las cuales son desplazadas por esta guerra y por la limpieza étnica que azotó Darfur hace veinte años, provocando más de 300.000 muertes entre 2003 y 2006.

Entre los residentes de Al Fasher se encuentra Fayza Mohamed, una sudanesa originaria de Nyala (Darfur del Sur) que cuenta a EFE cómo se ha visto obligada a desplazarse hasta cuatro veces por el actual conflicto y que ahora vive con el miedo a tener que hacerlo por quinta vez en poco más de un año.

Como Fayza, unas 11.000 personas han hecho el recorrido de Nyala a Al Fasher y se encuentran repartidas en 23 centros de acogida, asegura a EFE Mohamed Hasán, miembro de la Iniciativa de Acogida de Al Fasher.

La asediada ciudad también ha recibido a "decenas de miles de desplazados de otras ciudades de Darfur", pero los recientes combates han obligado a unas 73.000 personas a desplazarse al oeste de Al Fasher por la presión militar y los ataques de las FAR.

Pese a que los bombardeos aéreos del Ejército les están disuadiendo y ralentizando, los paramilitares se están movilizando a las afueras de los barrios orientales de Al Fasher, que han quedado completamente deshabitados tras la huida de sus residentes, y amenazan con irrumpir en la ciudad para asegurar su control en todo Darfur.

Los cada vez más intensos combates han dejado ya cientos de muertos en tan solo unos días, asegura a EFE el director del Hospital Sur de Al Fasher, Musa Abdalá, que lamentó que el asedio está provocando una acuciante escasez de material médico, ya que las ONG extranjeras que proporcionaban suministros han dejado de operar debido a la falta de seguridad.

De los cinco hospitales de la ciudad, tres de ellos están funcionando al 50 %, de acuerdo con Abdalá.

Por su parte, el comisionado de Ayuda Humanitaria para Darfur del Norte, Abás Yusef, asegura a EFE que la organización está tratando de convencer a ONG locales e internacionales para traer asistencia vital a Al Fasher.

"Las condiciones humanitarias de los civiles se han vuelto muy complejas por los combates que tienen lugar en las afueras de la ciudad de Al Fasher", lamenta Yusef.

Y es que el asedio, el corte de las carreteras impuesto por las FAR y el consiguiente cese de las operaciones comerciales también provocaron un aumento de precios de los alimentos y del combustible descomunal en Al Fasher, dice a EFE Omar Adam, miembro de la Cámara de Comercio de Darfur Norte.

Sin embargo, esta semana más de 70 camiones comerciales procedentes de regiones norteñas y de Libia lograron entrar a la localidad con cantidades limitadas de harina, azúcar, gas, pasta y otros alimentos básicos, lo que provocó una reducción de los precios en un 25 %, explica.

"Las familias de la ciudad y de los pueblos vecinos viven en condiciones duras e inhumanas, ya que enfrentan dificultades para acceder a suministros básicos debido a los altos precios de los bienes de consumo y otros suministros, además de la importante falta de atención médica", sentencia Yusef.

Al Nur al Zaki

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