Las Fuerzas Armadas de Ucrania han abierto expedientes disciplinarios contra alrededor de 15.000 militares del Ejército por casos de presunta desobediencia o de abandono del puesto asignado sin contar con la autorización correspondiente. El diputado ucraniano Yuri Kamelchuk, del gubernamental partido Servidor del Pueblo, ha indicado que se han tenido que aplicar numerosas sanciones contra aquellos que han decidido abandonar su deber en el seno de las Fuerzas Armadas o se han negado a seguir adelante con su trabajo, tal y como ha explicado en un mensaje difundido a través de su cuenta de Twitter.
Kamelchuk ha manifestado que “pocos de ellos están dispuestos a tomar las armas de nuevo”, lo cual supone “un problema” para el Ejército. Asimismo, ha afirmado que estos soldados “no se encuentran actualmente desplegados” sino que “están trabajando de forma no oficial en las sombras”. “Tampoco están en prisión, pero a algunos se les mantiene alejados del resto de militares”, ha explicado. En este sentido, ha lamentado que no existan procesos judiciales abiertos para “determinar su estatus concreto” y aseverar si “son culpables o no”.
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Expertos y fuentes cercanas al asunto han indicado que existe una caída del interés por parte de los militares a la hora de luchar en el frente contra las fuerzas rusas debido a las diversas derrotas sufridos en combate. Según las encuestas, sólo el 20 por ciento de los hombres ucranianos en edad de movilizarse están dispuestos a alistarse en el Ejército, mientras que un número significativo de hombres trata de evitar la movilización.
Falta de armamento
Una de las razones que pueden explicar la creciente deserción de los soldados son las numerosas derrotas que el Ejército ucraniano viene sufriendo desde principio de este año como consecuencia de la falta de armamento y munición, que ha posibilitado el avance de las tropas rusas. De hecho, el presidente del país invadido, Volodímir Zelensky, no ha cesado en solicitar más armas a sus aliados, advirtiendo que de lo contrario Rusia podría hacerse con la victoria. En este sentido, días atrás, el Congreso de Estados Unidos dio luz verde, tras meses de bloqueo por parte del Partido Republicano, a una ayuda militar de poco más de 57.000 millones de euros en beneficio de Kiev.
Asimismo, la guerra en Ucrania ha dejado en evidencia las capacidades de la industria militar de la OTAN -especialmente la de los aliados europeos- dado que el país invadido consume más munición de la que pueden producir los estados que conforman la Alianza Atlántica, situación que reconoció públicamente su secretario general, Jens Stoltenberg. Ante esta debilidad industrial, los aliados optaron en un principio por echar mano de sus arsenales, pero ahora, que los stocks propios están alarmantemente bajos, los socios están inmersos en una carrera para abastecerse de munición para reponer sus existencias y, de paso, continuar con el apoyo al gobierno ucraniano.
El plan de la UE ante la escasez de proyectiles
La artillería ha demostrado ser un arma esencial en Ucrania, tanto de un lado como del otro en el campo de batalla, y no sólo en maniobras ofensivas -sumamente efectiva para desgastar las defensas del enemigo- sino también en operaciones defensivas contra tropas a pie y vehículos blindados. El gran dilema de Kiev es la escasez de munición de 155 mm, factor que puede explicar el actual estancamiento que acusa el conflicto. En 2023, durante la contraofensiva ucraniana, el ejército del país invadido empleaba un promedio de 90.000 de estos proyectiles al mes, más del triple de la capacidad de producción de la Unión Europea, de tan solo 25.000 unidades mensuales.
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Para hacer frente a esta problemática, con la certeza de que la ayuda militar a Ucrania se prolongará aún más en el tiempo, la Comisión Europea concibió un plan en tres fases. En la primera, los países deberán proporcionar 1.000 millones de euros en munición de sus arsenales y, en la segunda fase, la UE comprará en su conjunto otros 1.000 millones en munición para Ucrania.
Finalmente, los países europeos se han comprometido a desarrollar un plan para producir un millón de proyectiles de artillería de 155 mm en el plazo de un año. Un proyecto más que ambicioso, no solo porque en la actualidad en el viejo continente se fabrican anualmente 300.000 proyectiles sino también por la falta de trabajadores calificados que presenta el mercado europeo. Otro desafío que se presenta es el acceso a las materias primas críticas -aluminio, titanio, pólvora y propelente- dado el consecuente cuello de botella en las cadenas de suministro que implica incrementar la producción militar.
Información elaborada con información de Europa Press