Belgrado, 21 abr (EFE).- En cuatro municipios del norte de Kosovo, donde se concentra gran parte de la minoría serbia, se celebra este domingo un polémico referéndum para destituir a los alcaldes de etnia albanesa, aunque con pocas posibilidades de éxito por el boicot de los serbios, que denuncian condiciones imposibles de votación.
En caso de prosperar la consulta, eso daría paso a nuevas elecciones municipales que deberían poner fin a las tensiones surgidas tras los comicios locales de 2023, también boicoteados por los serbios.
Los 23 centros electorales abrieron sus puertas en Mitrovica, Zubin Potok, Leposavic y Zvecan a las 07.00 hora local (05.00 GMT) para que más de 46.000 votantes puedan ejercer su derecho a voto hasta las 17.00 GMT.
Según la prensa local, en las primeras dos horas apenas unas personas acudieron a votar.
Los serbios son minoría en Kosovo, poblado por una gran mayoría de albano-kosovares, pero en esos cuatro municipios constituyen más del 90 % de la población local.
La principal formación política serbo-kosovar, la Lista Serbia (SL), apoyada por el Gobierno populista de Belgrado, y otros partidos de esa población acusan al Gobierno de Pristina de imponer condiciones de votación imposibles de cumplir.
En el plebiscito se exige una afluencia superior al 50 % y no se admite el voto por correo.
Los serbios aseguran además que el número de votantes en el censo es exagerado, por lo que es difícil alcanzar ese 50 % de participación.
La Unión Europea (UE) lamentó el boicot serbio de esta votación, convocada tras fuertes presiones internacionales al Gobierno kosovar, liderado por el nacionalista de izquierdas Albin Kurti.
Los alcaldes de etnia albanesa fueron elegidos en abril de 2023 en los cuatro municipios en unas elecciones con una participación de apenas 3 %, dado el boicot serbio.
El Gobierno de Kosovo rechazó las peticiones internacionales de destituir a los alcaldes, y aprobó en su lugar convocar un referéndum para iniciar un nuevo proceso electoral, en un procedimiento complicado y de dudosa legalidad, según los analistas.
Con el boicot de las urnas, los serbios también protestan por sentirse discriminados y privados de sus derechos.
Desde el año pasado, el norte del pequeño país balcánico sufre una profunda crisis a la que no se encuentra solución en un diálogo de normalización entre Kosovo y Serbia auspiciado por la UE.
Belgrado y los serbio-kosovares no reconocen la independencia que la antigua provincia serbia proclamó en 2008, casi una década tras la guerra de Kosovo (1998/99) y después de la violenta represión que sufrieron los albano-kosovares en los años 1980 y 1990 a manos de las autoridades yugoslavas (serbias).