Nueva Delhi, 19 abr (EFE).- Casi mil millones de votantes están llamados a participar a partir de este viernes en las elecciones generales de la India, una cita que decidirá si el primer ministro, Narendra Modi, obtiene un tercer mandato consecutivo que muchos dan por seguro o si el poder recae sobre una coalición opositora que reivindica querer salvar una democracia en peligro.
En juego en el tradicionalmente llamado como el 'mayor festival' de la India, y cuyos resultados se esperan el próximo 4 de junio tras siete fases, están dos visiones bien opuestas.
Una, en el poder desde hace diez años y encarnada en la figura de Modi, se ve como la única capaz de elevar al país asiático al nivel de potencia mundial y promete convertirlo en una nación desarrollada en 2047.
La formación nacionalista hindú Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi debe volver al poder "para asegurar el bienestar de decenas de millones de ciudadanos" y "transformar sus sueños en realidad", exhortó el primer ministro el pasado domingo, durante la presentación de su programa electoral.
Durante toda la campaña previa al inicio de la votación y bien antes, en un país inmerso en un estado de excitación electoral permanente debido al rosario de citas regionales y locales, el BJP ha buscado marcar distancias con la coalición opositora encabezada por el histórico Partido del Congreso (INC).
La coalición no es, dijo Modi en un mitin en el estado central de Madhya Pradesh ese mismo día, sino un conjunto de "líderes inestables, débiles, corruptos y egoístas no puede hacer fuerte al país".
Nada más lamentable que la debilidad para este líder populista, que revalidó su mandato en 2019 mientras sus aliados le reivindicaban como un ejemplo de masculinidad "con un torso de 142 centímetros" y capaz de bombardear al archirrival Pakistán.
Pero más allá de las promesas de "sorprender al mundo" con infraestructura y desarrollo está el proyecto de fondo del BJP, brazo político de la organización extremista Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), que busca transformar a la India en un país hindú con minorías como la musulmana (un 14,2 % de la población) supeditadas.
Aunque en este país de mayoría hindú el laicismo casi no lo defiende hoy en día ni la oposición, la coalición enfrentada a Modi y bautizada como 'INDIA' ha descrito las elecciones como una batalla por la supervivencia de la propia democracia.
"Por un lado, el Partido del Congreso y la alianza INDIA están luchando por salvar la democracia y la Constitución. Por otro, Narendra Modi, (Gautam) Adani, el RSS están atacando la Constitución", dijo el pasado sábado en un mitin en el estado central de Chhattisgarh Rahul Gandhi.
Hijo, nieto y bisnieto de primeros ministros, este líder de la histórica formación no ha dejado de subrayar la brutal desigualdad que no ha dejado de aumentar en la India y que beneficia a una élite de la sociedad y especialmente a un puñado de empresarios como Adani, favorecidos por el primer ministro.
El Laboratorio de Desigualdad Mundial (World Inequality Lab - WIL inequality) subrayó en un informe publicado el pasado 18 de marzo que entre 2014 y 2023, coincidiendo con la década en el poder de Modi, el aumento de la desigualdad en la India "ha sido particularmente pronunciado".
Al crecimiento de la economía del país asiático destacado por Modi se contrapone además desempleo, "excepcionalmente alto" en el año fiscal pasado con un 8 % según el Centro para el Seguimiento de la Economía India (CMIE), y una inflación persistente.
Las denuncias sobre la muerte anunciada de la democracia india, sin embargo, se centran en las tendencias autoritarias del primer ministro y en los ataques a las voces críticas y partidos opositores.
"La comisión electoral y el BJP están intentando asesinar a la democracia utilizando las urnas", denunció el pasado 9 de abril en un comunicado el All India Trinamool Congress (TMC), un partido gobernante en el estado de Bengala Occidental y que forma parte de la coalición opositora.
David Asta Alares