Lisboa, 19 abr (EFE).- El mundo necesita una nueva Revolución de los Claveles en respuesta a las desigualdades que hay en la sociedad, aseguró el coronel portugués Vasco Lourenço, uno de los militares que lideró el levantamiento que supuso la llegada de la democracia a Portugal, del que el próximo jueves se cumplen 50 años.
Lourenço fue uno de los principales responsables de la conspiración militar que hubo detrás de la Revolución de los Claveles el 25 de abril de 1974 y, aunque se enorgullece de haber ayudado a que la sociedad portuguesa fuese más justa, consideró, en una entrevista con EFE, que parte de esa conquista se ha perdido.
"Teníamos la ambición de una sociedad más justa. Y después del 25 de Abril, en los años siguientes, eso fue un hecho. La sociedad portuguesa era mucho más justa, mucho menos desigual. Desafortunadamente, en estos últimos años, las desigualdades han ido creciendo", señaló el militar.
El problema es global y puede desencadenar una nueva revuelta: "Va a tener que haber una nueva Revolución de los Claveles. No es posible que la sociedad en el mundo sea tan desigual".
Lourenço fue el responsable operativo del levantamiento que hizo caer la dictadura de António de Oliveira Salazar y devolvió el poder a la ciudadanía, aunque tuvo que vivir ese día desde el archipiélago de Azores porque el régimen lo trasladó allí el mes anterior.
Medio siglo después, a sus 83 años, preside la Asociación 25 de Abril, la entidad que reúne a los militares que participaron en una revolución que influyó en la creación de muchos Estados democráticos en el mundo, incluyendo la vecina España, que inició su transición después de la muerte del dictador Francisco Franco en 1975.
"La transición pacífica en España sólo fue posible de la forma como fue hecha porque hubo el 25 de Abril en Portugal", afirmó el coronel retirado.
Pero la democratización no se quedó en España y llegó a otros rincones del globo, como Grecia -después de que Portugal demostrase que "los militares no tenían que hacer sólo 'pinochetadas"-, Brasil y otros países latinoamericanos, enumeró Lourenço.
Y fue más allá: la independencia de las colonias portuguesas en África "hizo mucho más fácil la lucha contra el apartheid" en Sudáfrica.
En Portugal y España, a pesar de estar tan cerca, los caminos para llegar a la democracia fueron muy diferentes y este exoficial considera que en el país vecino todavía hay "heridas por sanar" del pasado.
"En España la guerra civil provocó situaciones muy conflictivas. Y después no se hizo la cura de esa guerra (...) Aquí en Portugal, a pesar de que no hubo violencia, hubo una ruptura militar que permitió curar lo que había pasado", razonó el coronel, que recordó que la dictadura franquista fue "mucho más violenta".
Con la Revolución de los Claveles "se sanaron las heridas del tiempo del fascismo". Medio siglo después, el país se ha sumado al auge europeo de la ultraderecha.
El partido radical Chega tiene 50 de los 230 diputados del Parlamento, el mayor número de escaños en manos de la extrema derecha desde el fin de la dictadura lusa.
"Chega ha subido precisamente porque las fuerzas democráticas se han dado muchos tiros en los pies", defendió Lourenço, que lamentó que "gran parte de los políticos", cuando gobiernan, prefiere servir a sus propios intereses que a los del pueblo.
Estos comportamientos "crean campos para los oportunistas, para que los populistas hagan promesas que no van a cumplir" y dan alas a la ultraderecha, dijo.
Aun así, Lourenço es "optimista" y confía en que el "espíritu de abril" siga vivo en Portugal.
Ese espíritu fue el que llevó en 1974 a un grupo de soldados a derribar un régimen dictatorial implantado 48 años atrás y posteriormente devolver el poder a la ciudadanía.
El golpe fue rápido y eficaz y en menos de 24 horas la dictadura había caído: "Fue la operación mejor organizada y mejor ejecutada que las Fuerzas Armadas han hecho a lo largo de su historia en Portugal", reflexionó el coronel.
Cuestionado sobre si el Portugal que se imaginaba hace 50 años se parece al de hoy, Lourenço respondió con cautela: "Sí y no".
Conquistas con las que soñaban como la integración en la comunidad internacional, la paz o la democracia, pese a sus defectos -"prefiero una mala democracia e imperfecta a una 'buena' dictadura"-, se han mantenido hasta día de hoy.
La justicia social sigue siendo la 'espinita': "La pobreza ha aumentado. En ese sentido me gustaría que estuviese mejor, pero estamos increíblemente mejores", zanjó.
Paula Fernández