Carlota Ciudad
Oporto, 11 abr (EFE).- El auge de la ultraderecha es una amenaza real para la vida de las personas y, por consiguiente, para la arquitectura en Europa, ya debilitada por la falta de inversión y reglamentación excesiva, advierte el portugués Álvaro Siza Vieira, premio Pritzker de 1992, en una entrevista con EFE.
"Se ve en Europa un avance muy significativo de la extrema derecha. En algún momento tendremos que cumplir las elecciones comunitarias con una extrema derecha en el poder", presagia el arquitecto con tono pausado en una de las salas de su silencioso estudio, ubicado en la ciudad de Oporto junto al río Duero.
No sabe cuáles serán las consecuencias en su disciplina, aunque no espera "nada bueno o nada mejor" de lo que hay actualmente en arquitectura, que, a su criterio, "ya es bastante malo".
Nacido en 1933 en la vecina localidad de Matosinhos, recuerda cómo a sus siete años de edad le llevaron a ver la Exposición del Mundo Portugués, en Lisboa, que la dictadura usó para realizar propaganda con la historia del país.
"Era una bella realización arquitectónica, aunque viniera de una ideología fascista. Claro que un niño de 7 años no entendía eso y se quedaba encantado. Ahora, encandilar a personas adultas ya es menos explicable", alega el arquitecto con un cigarrillo encendido entre los dedos, mientras defiende que los 84 años que han pasado desde entonces no son tantos.
La ultraderecha no es la única amenaza que afronta el sector, avisa Siza Vieira, quien denuncia que las normativas europeas son "una pesadilla en el máximo tolerable", que impera lo más barato en los proyectos y que los honorarios son muy inferiores a los necesarios para sacar adelante las obras.
"Yo lo intento hacer de acuerdo con las tablas anteriores (de presupuestos) y eso es considerado caro", asegura.
En un momento en el que en Europa "hay dificultades muy grandes" para encontrar trabajo, Siza Vieira, que se convirtió en 2019 en el primer extranjero en recibir el Premio Nacional de Arquitectura de España, se considera afortunado por haber recibido ofertas en Asia, donde actualmente desarrolla proyectos en China, Corea del Sur y Japón.
Asevera, mientras da sorbos a su café, que los contratiempos que ha experimentado en el continente europeo los han sufrido también colegas portugueses y españoles y, si fuera por él, bien podrían ser la causa de una protesta a gran escala en el sector.
Pese a que su trabajo ahora esté mayoritariamente en Asia, su vida continúa en Portugal, país que sufre una fuerte crisis de vivienda mientras los partidos debaten si el motivo está en la oferta o en la demanda.
Para Siza Vieira, el problema es de las políticas implementadas y lamenta que actualmente apenas se impulse vivienda social, aunque es un término que él ve inadecuado, porque la arquitectura social "es toda", sea quien sea el destinatario.
"La arquitectura es considerada como una cosa para los ricos y se mira a los arquitectos como seres caprichosos, que dificultan la construcción, y caros", añade el premio Pritzker, quien menciona como recordatorio que fueron grandes edificadores como Bruno Taut, Hans Scharoun y Ludwig Miles van der Rohe quienes impulsaron la vivienda social en el siglo XX por medio de programas gubernamentales.
En la actualidad, justifica Siza Vieira, es necesario que los Gobiernos vuelvan a presentar programas de vivienda.
Ante los constantes avances sociales, como el impulso de las ciudades inteligentes (urbes que usan la tecnología de la información para volver más eficiente el uso de los recursos) o la inteligencia artificial, prefiere mantenerse al margen al considerarse no adaptado a los nuevos tiempos y no ser muy habilidoso con los "aparatos".
Aun así, deja una advertencia sobre el rol de la tecnología a las siguientes generaciones: "Creo que tendrá como todo un papel muy importante y, en el otro lado de la balanza, tendrá muchos problemas creados de control", dijo Siza Vieira, poniendo a China como ejemplo de vigilancia a los ciudadanos.
Le cuesta ver las repercusiones de la inteligencia artificial en la arquitectura que ya han hecho mella en otras artes, pero sí tiene claras sus preferencias: a él le interesa la inteligencia natural. EFE
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