Las fuertes lluvias caídas en Marruecos no consiguen paliar la sequía

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Rabat, 4 abr (EFE).- Las fuertes lluvias caídas la pasada semana en Marruecos, que aumentaron la cantidad de agua embalsada en un 23 %, supusieron un balón de oxígeno para los acuíferos y la campaña de frutas y verduras en un país muy dependiente del sector agrícola, pero no consiguieron paliar la sequía que sufre desde hace seis años.

A pesar de las fuertes lluvias caídas, sobre todo en el norte del país, los embalses se encuentran al 32 % de su capacidad y no han llegado a recuperar los niveles alcanzados en el mismo mes de 2023, del 34 %.

Tras un otoño muy seco, Marruecos registró las primeras lluvias en el mes de diciembre, que solo llenaron sus embalses hasta el 23,4 % de su capacidad, tras lo que se produjeron dos meses sin precipitaciones.

Frente esta situación, en enero de este año Marruecos comenzó a aplicar restricciones al uso de agua para riego, en los baños públicos y para el llenado de piscinas, redujo la presión en las tuberías para el consumo humano, al tiempo que prohibió el cultivo de hortalizas y frutas necesitadas de gran cantidad de agua -como la sandía o la zanahoria- en zonas críticas.

Antes de estas últimas lluvias, el ministro del Interior, Abdeluafi Laftit, emitió un comunicado delegando en los gobernadores la decisión de levantar esas restricciones al consumo de agua, pero los expertos preven más medidas tras unas precipitaciones que solo han reducido la gravedad de la sequía.

Abderrahim Handouf, presidente del Colegio de Ingenieros de Marruecos y experto en gestión del agua, augura que a pesar de las lluvias "la disparidad de recursos hídricos en el país, con cuencas hidrográficas solo al 8 % de su capacidad, como la que abastece a la ciudad de Casablanca, llevará probablemente a limitar aún más el agua, tanto para el consumo doméstico como agrícola".

En solo tres días, desde el 29 de marzo hasta el 1 de abril, se registraron más de 200 milímetros de agua por metro cuadrado en ciudades norteñas como Tánger (262), Larache (213) y Chaouen (211), según la Dirección General de Meteorología de Marruecos. En cambio, en el sur las precipitaciones se situaron entre los 15 y los 40 milímetros en ciudades como Agadir, Esauira y Sidi Ifni.

Provocaron inundaciones en Tetuán y Tánger y algunos de los embalses del norte alcanzaron más del 90 % de su capacidad, sobre todo en las cuencas de los ríos Sebú y Lucus. En cambio, los principales embalses de la cuenca del río Sous, una zona del sur país con alta presión agrícola, oscilan entre el 7 % y el 12,5% de capacidad.

"La sequía -afirma Handouf a EFE- tendrá un gran impacto en la economía, dado que la agricultura emplea al 30 % de la población marroquí. El incremento de precios no solo afectará a los cereales, que se tendrán que importar en mayor cantidad, sino también a productos de primera necesidad como la leche o la carne".

Abdelkader Alaoui, presidente de la Asociación de Molineros, considera que estas últimas precipitaciones son beneficiosas para los acuíferos, el forraje para el pastoreo y la campaña de frutas y hortalizas de 2024, pero no ayudarán a paliar el mal año cerealístico.

Según los cálculos del sector cerealístico, Marruecos tendrá que importar en 2024 diez millones de toneladas de cereal, un 12 % más que en 2023.

El Banco Mundial cifraba el peso de la agricultura en un 10,3% del PIB en 2022, frente al 12 % de 2021, un periodo en el que la producción cerealística del país sufrió un retroceso del 11 % debido a la escasez de precipitaciones y al agotamiento de los recursos hídricos.

La exportación de frutas, hortalizas y pesca representa el 20 % de las exportaciones del país magrebí. Una de sus principales superficies agrícolas se extiende por la zona de Dukkala (centro) y está sometida a un gran estrés hídrico, dado que la cuenca del río Oum Errabiaa está compuesta por tres afluentes que se encuentran al 8 %, 7 % y 2 % de su capacidad.

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