El asistente del secretario general de la ONU para Oriente Próximo, Asia y Pacífico, Khaled Khiari, ha asegurado este jueves ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que la solución al conflicto en Birmania, que dura ya más de tres años, pasa tanto por abordar las "profundas causas" de la crisis de relacionada con la minoría rohingya y por conseguir unas condiciones que permitan al pueblo birmano ejercer sus derechos de forma libre y pacífica. "Abordar las causas profundas de la crisis rohingya será esencial para establecer una salida sostenible a la crisis actual. No hacerlo y mantener la impunidad no hará sino seguir alimentando el círculo vicioso de la violencia en Birmania. Es importante que todas las partes en (el estado birmano de) Rajine protejan a la población rohingya", ha manifestado durante su intervención. En ese sentido, ha recordado que todos los civiles se enfrentan a "graves problemas de protección" y a "elevadas tensiones entre comunidades", destacando la situación de la comunidad rohingya, quienes "siguen sufriendo importantes restricciones a su libertad de circulación, se les niega la ciudadanía y siguen siendo desproporcionadamente vulnerables al secuestro o al reclutamiento forzoso". Además, ha explicado que las mujeres y niñas de la minoría rohingya que se encuentran desplazadas se enfrentan a grandes riesgos de sufrir violencia sexual, explotación sexual o trata de personas, una situación que, unida a la mencionada inseguridad, "no permite una perspectiva inmediata" de la repatriación de los desplazados y refugiados, cuyo número no para de crecer. "El aumento del número de refugiados rohingya desesperados que, según los informes, mueren o desaparecen mientras emprenden arriesgadas travesías en barco por el mar de Andamán y el golfo de Bengala es alarmante y subraya la necesidad de encontrar soluciones más adecuadas para los rohingya lo antes posible", ha añadido. Khiari también ha explicado que la expansión del conflicto, que actualmente está viviendo un recrudecimiento de la violencia en Rajine, está agravando la crisis humanitaria en la región más pobre del país, donde además se llevan a cabo "bombardeos aéreos indiscriminados" por parte de las fuerzas de la junta militar y de los rebeldes. "Cualquier solución a la crisis actual requiere unas condiciones que permitan al pueblo de Birmania ejercer sus Derechos Humanos libre y pacíficamente. El fin de la campaña militar de violencia y represión política es un paso vital", ha dicho el asistente del secretario general. Por último, ha expresado su preocupación por la conversión de Birmania en "un epicentro mundial de la producción de metanfetamina y opio" que se une a "una rápida expansión de las operaciones mundiales de ciberestafa". "Con escasas oportunidades de subsistencia, las redes delictivas siguen aprovechándose de una población cada vez más vulnerable. Lo que empezó como una amenaza delictiva regional en el sudeste asiático es ahora una crisis desenfrenada de tráfico de seres humanos y comercio ilícito con implicaciones mundiales", ha lamentado. Los rohingya son una comunidad mayoritariamente musulmana que ha huido de oleadas de persecución en Birmania, un país predominantemente budista, casi un millón de personas viven en campamentos en Bangladesh y más de 1.000 han llegado a Indonesia en barco en los últimos meses. La junta militar de Birmania asumió el poder por la fuerza el 1 de febrero de 2021 y forzó el exilio del Gobierno democráticamente electo del país a través de un golpe de Estado que, según activistas opositores, ha dejado hasta el momento unos 4.800 civiles muertos y 20.000 detenidos. Tras ello, surgieron numerosos grupos rebeldes en el país, que en la actualidad están logrando importantes avances en los estados de Kachín y Rajine, en el norte y oeste, respectivamente. El conflicto cada vez más intenso que tiene en lugar en Birmania ha provocado el desplazamiento de más de 2,8 millones de personas, incluidas en las más de 18 millones de personas que se encuentran en situación de en extrema necesidad de ayuda humanitaria.