Miguel Ángel Gayo Macías
Cracovia (Polonia), 30 mar (EFE).- Las relaciones entre Polonia y Ucrania han pasado del apoyo incondicional y la acogida de millones de refugiados desde el estallido de la guerra en ese último país a una cadena de desencuentros, boicots a importaciones y acusaciones mutuas de egoísmo que reviven los problemas de una vecindad históricamente difícil.
Las circunstancias de la entrevista mantenida hace dos días entre los primeros ministros de Polonia, Donald Tusk, y Ucrania, Denís Shmigal, en Varsovia resumieron la actual situación de las relaciones bilaterales: por encima de todo, se mantiene la alianza estratégica, pero también los no pocos problemas que agrietan esa amistad.
Para empezar, el encuentro se celebró cuando y donde exigieron los polacos (un mes después de cuando quería Kiev y en Varsovia, en vez de la frontera); no se resolvió el contencioso de la agricultura, que ha provocado la mayor crisis bilateral; y, aunque se reafirmó el apoyo polaco a la entrada de Ucrania en la OTAN y la Unión Europea (UE), seguirán sin entregarse a Ucrania armas que no hayan sido pagadas previamente.
La situación creada por las exportaciones de productos agroalimentarios ucranianos a la UE, que Polonia ve como una amenaza directa a su propia agricultura, ha puesto de relieve que el apoyo polaco a sus vecinos tiene unos límites que ya se han alcanzado, y hace pensar sobre cuál sería la postura polaca en las negociaciones para la incorporación de Ucrania a la Unión.
En diciembre de 1991, Polonia fue el primer país del mundo en reconocer la recién alcanzada independencia de Ucrania de la Unión Soviética y, tras tres décadas de una vecindad llena de altibajos, el comienzo de la guerra dio una nueva dimensión al eje Varsovia-Kiev.
Hoy día, tal como subrayó Tusk en Varsovia el jueves, nadie puede cuestionar la existencia de una alianza inquebrantable entre Polonia y Ucrania en lo que se refiere al enemigo común: Rusia; pero la consistencia de esa alianza ha sido matizada en repetidas ocasiones por ambas partes.
En los primeros compases de la guerra, Varsovia no solo se apresuró a enviar a Ucrania material bélico, sino que presionó sin cesar a los aliados para que se involucrasen más en el apoyo a Kiev y llegó incluso a plantear propuestas como intercambiar cazas de combate con Estados Unidos para dárselos al Ejército ucraniano.
Las heridas históricas, reavivadas por gestos como el ensalzamiento de la figura de Stepan Bandera, considerado héroe nacional en Ucrania y un criminal genocida en Polonia, así como la falta de acuerdo para acceder a fosas comunes de la Segunda Guerra Mundial situadas en suelo ucraniano, han contribuido al deterioro de las relaciones.
Denís, un joven ucraniano de 16 años que vive en Cracovia (sur) desde hace más de dos años y cuyo padre combate en Járkiv, explica a EFE que la imagen que los ucranianos tienen de los polacos ha cambiado mucho en poco tiempo.
"Nadie duda que tenemos mucho que agradecer a la gente de aquí, nunca olvidaremos que en Polonia encontramos nuestra segunda casa. Pero, como dice mi abuela, todos los días hay alguien que nos recuerda que aquí no somos más que unos invitados", señala.
Los más de tres millones de refugiados que arribaron a Polonia a raíz del conflicto han dejado de percibir muchos de los subsidios y ayudas que el Gobierno polaco les entregaba, y si al principio un pasaporte ucraniano daba derecho a usar gratis cualquier transporte público del país, ahora los ucranianos que vivan en alojamientos estatales deben abonar el 50 % de los gastos que ocasionen.
Según el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitró Kuleba, las grietas en las relaciones bilaterales "no tienen que ver con la historia", sino más bien con el futuro y la manera de solucionar problemas como el tránsito de cereal ucraniano a través de Polonia.
Para su primer viaje oficial tras ganar las elecciones, Tusk eligió Kiev como destino y pronunció estas palabras: "cualquiera en el mundo libre que pretenda ser neutral (en el conflicto de Ucrania) merece el lugar más oscuro del infierno político".
Mientras tanto, Polonia y Ucrania atraviesan su particular purgatorio político y tratan de mantener una alianza muy necesaria y una difícil amistad. EFE
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