Ginebra, 14 mar (EFE).- La activista china Cao Shunli fue detenida en 2013 cuando se disponía a viajar a Ginebra para participar en un acto de las Naciones Unidas, falleció bajo custodia meses después, y este jueves, cuando se cumplen diez años de su trágica y nunca investigada muerte, la ciudad suiza le ha dedicado un gran homenaje.
Dieciocho ONG de derechos humanos se han dado cita en la Plaza de las Naciones ginebrina, ante la sede europea de la ONU, para recordar su desaparición, uno de los peores ejemplos de la represión del régimen chino contra los defensores de derechos humanos.
"El destino de Cao estuvo íntimamente ligado a Ginebra. Falleció en parte porque quería venir aquí y utilizar el sistema de derechos humanos de la ONU que en esta ciudad da voz a todos", señaló en el homenaje Phil Lynch, director ejecutivo de una de las ONG organizadoras, el Servicio Internacional para los Derechos Humanos.
En el acto se desveló un busto de la activista creado por la artista checa Marie Seborova, y participaron representantes de organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch, así como ONG de apoyo a las minorías tibetana y uigur, entre otras voces de la sociedad civil.
"La historia de Cao es emblemática, pero desafortunadamente no es un caso aislado. El Gobierno chino ha detenido, torturado y hecho desaparecer a incontables campeones de los derechos humanos o a sus parientes", subrayó en el acto conmemorativo Sophie Luo, activista y esposa del encarcelado abogado de derechos humanos Ding Jiaxi.
Cao fue arrestada el 14 de septiembre de 2014 en el Aeropuerto Internacional de Pekín, por cantes de tomar un vuelo que le iba a llevar a Ginebra para participar en un acto en los márgenes del Consejo de Derechos Humanos que la ciudad acoge tres veces al año durante varias semanas (actualmente se celebra su 55ª sesión).
Acusada del delito de "buscar peleas y causar protestas", utilizado por el código penal chino con frecuencia para perseguir disidentes y voces críticas, Cao pasó meses detenida sin juicio, el primero de ellos incomunicada y sin que se desvelara su paradero.
Su salud se deterioró rápidamente durante su detención, en la que se sospecha que pudo sufrir tortura, maltrato y denegación de atención médica, hasta que finalmente fue hospitalizada el 19 de febrero de 2014 y murió el 14 de marzo de ese año, con 52 años, por un fallo orgánico derivado de una tuberculosis y una hepatopatía.
Junto al homenaje celebrado este jueves en Ginebra, 14 expertos de Naciones Unidas han emitido un comunicado conjunto recordando a la activista y lamentando que el Gobierno chino no haya emprendido ninguna investigación de las extrañas circunstancias de la detención y muerte de Cao.
También declararon que en los 10 años transcurridos desde aquel suceso "la situación de los defensores de derechos humanos se ha deteriorado significativamente en China".
"En lugar de aprovechar la muerte de Cao para despertar y cambiar las relaciones con la sociedad civil, las autoridades chinas han intensificado su persecución a los defensores de derechos humanos y a otros que buscan trabajar con la ONU en el campo de las libertades fundamentales", subrayaron los firmantes del comunicado.
Entre ellos se encuentran las relatoras de la ONU para la libertad de expresión (Irene Khan) y para los defensores de derechos humanos (Mary Lawlor), así como los miembros de dos grupos de trabajo de Naciones Unidas, el consagrado a investigar detenciones arbitrarias y el dedicado a las desapariciones forzadas.
Varias embajadas europeas, entre ellas las de España, Francia, Alemania y Reino Unido, publicaron su propio comunicado para recordar a Cao y subrayar la importancia de que a activistas como ella se les permita colaborar con los instrumentos de Naciones Unidas.
En el homenaje de las ONG de este jueves se hizo un llamamiento a las autoridades de Ginebra, acompañado de una recogida de firmas a tal fin, para que se cree un monumento de homenaje permanente a Cao en la ciudad, similar a los que tienen allí personajes como Gandhi, Rousseau o el fundador de la Cruz Roja Henry Dunant.
Antonio Broto