San José, 8 mar (EFE).- Tracy, que se define como una "guerrera", hace 26 años que ejerce como trabajadora sexual en Costa Rica. Su vida ha sido un camino de soledad y supervivencia en las calles de San José, pero cada obstáculo y cada adversidad la han convertido en una mujer valiente que busca una vida mejor.
En el Día Internacional de la Mujer, la historia y el testimonio de Tracy refleja la realidad de muchas mujeres que se ven obligadas a trabajar en la industria del sexo como una forma de subsistencia.
Se hace llamar Tracy, tiene 46 años de edad y es oriunda de Pavas, en el sector oeste de San José. Desde su infancia sufrió abusos sexuales y ahora de adulta ha tenido que hacer frente a las drogas, la violencia y la explotación.
A pesar de todo lo que ha vivido, ella demuestra su fuerza interior para seguir luchando por sobrevivir y buscar una vida mejor.
"Mi vida ha sido un infierno desde mi niñez, mi mamá era prostituta y mi padre me violaba. Pero pese a todo aquí estoy dando un testimonio del dolor que he tenido que vivir, pero no importa lo que haya pasado, siempre hay que echar para adelante. Yo soy una guerrera, soy fuerte y estoy viva", afirmó a EFE.
Actualmente trabaja en el centro de San José, donde sus clientes la ubican en una acera y luego se va a hoteles en el área conocida como 'Zona Roja', donde cobra entre 7.000 colones y 10.000 colones (unos 13 y 20 dólares) según las peticiones que tenga su cliente.
Tiene pocas cosas de valor, un bolso y alguna pertenencia personal, solamente eso, pero también lleva tatuadas unas alas que representan la libertad que busca alcanzar algún día.
"Me gustaría prepararme en algo, estudiar algo, tomar algún curso de belleza, mecanografía, contabilidad o algo bonito, porque mi esperanza es ver el sol cada día y respirar, sin maltratos y decirme sí se puede. Porque mi trabajo es mi cárcel", explicó Tracy.
Asegura que su vida "es dura" y que mucha gente en la calle la "rechaza como mujer por ser trabajadora del sexo", pero a ella no le interesan las opiniones, porque su trabajo es su forma de subsistencia y la ayuda a sobrevivir cada día.
La prostitución de adultos es legal en Costa Rica. Sin embargo, se castigan con penas de prisión de dos a cinco años las actividades tendientes a hacer de esa actividad un negocio o a quien mantenga en servidumbre sexual a otra persona.
En Costa Rica el Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu) es quien brinda apoyo a mujeres en esta situación.
También La Sala, una organización no gubernamental de trabajadoras sexuales que busca el mejoramiento de la calidad de vida de esta población.
La Sala informó el pasado mes de noviembre que la profesión ya fue reconocida por la estatal Caja Costarricense de Seguro Social como un trabajo sexual autónomo, lo que les permite a las mujeres obtener un reconocimiento por su trabajo y se asegura la salud legal.
Las mujeres trabajadoras sexuales de América Latina y Caribe de la RedTraSex, a la que pertenece La Sala, destacaron este viernes en un manifiesto por el Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras su condición de "mujer trabajadora sexual": "Nos reconocemos como protagonistas de esta lucha por lo que somos: mujeres y trabajadoras".
Así, "ante la avanzada de sectores conservadores en espacios de poder, particularmente anti-derechos y abolicionistas, las trabajadoras sexuales nos apropiamos del espacio que históricamente nos pertenece: las calles. Este 8 de marzo, marchamos una vez más al grito de ¡Trabajo Sexual Es Trabajo! por el reconocimiento de nuestro trabajo, para seguir conquistando derechos y libertades como mujeres trabajadoras", sentenciaron.
María José Brenes