Madrid, 2 mar (EFE).- El tercer empate en las cinco últimas jornadas de LaLiga del Real Madrid, 2-2 en Mestalla ante el Valencia, repleto de polémica por el pitido final del partido del colegiado Gil Manzano cuando se lanzaba un centro que acabó en el gol que habría dado el triunfo al líder, abre opciones de recortar distancias a Girona y Barcelona en una vigésima séptima jornada trepidante.
Un duelo repleto de emoción. Desde el emotivo homenaje a las diez víctimas mortales por el incendio en Valencia, hasta el dolor compartido por todos los futbolistas en la grave lesión de Mouctar Diakhaby. Con todo su peso le cayó encima de la rodilla derecha Aurélien Tchoauméni y se encogió el corazón de Mestalla al completo.
Bajó las revoluciones de un reencuentro esperado con Vinícius Junior. El brasileño rescató al Real Madrid con su doblete en la segunda parte cuando veía de cerca la derrota. Tras dos errores impropios de un partido de grandeza en un estadio que históricamente se le atraganta. La pérdida de 'Vini' donde nunca se debe perder el balón. El regalo en pase atrás de Dani Carvajal. Hugo Duro y Roman Yaremchuk volvieron a situar al Real Madrid al límite. Y a provocar una nueva reacción.
Cambió el escenario del partido a base de fe en el segundo acto. Con Carlo Ancelotti acertando en los cambios para acabar protagonizando un intercambio de golpes que pudo decantar el partido para cualquier lado de la balanza. El final de locura. Un penalti pitado y posteriormente anulado desde el VAR para el Valencia. Un paradón de Lunin. El tanto de la remontada madrisdista cuando el colegiado señalaba el final en una acción que dará mucho que hablar.
La estabilidad que parecía imposible de conseguir este curso en el Sevilla, la ha logrado Quique Sánchez Flores. Sacó provecho del desgaste físico de la Real Sociedad en Copa del Rey y de la cercanía del duelo más importante de su temporada, ante el PSG en la Liga de Campeones. Las rotaciones, la ausencia de jugadores de la importancia de Kubo, Mikel Merino u Oyarzabal, hablaron por sí solas.
Lo aprovechó En Nesyri, con un doblete en dos minutos, entre el 11 y el 13, pero no hay espacio para la tranquilidad en el Sevilla esta temporada. Ni con el Ramón Sánchez-Pizjuán volcado. Una mano de Sergio Ramos, de la que se desquitaba marcando el tercero, apretaba el partido con el penalti marcado por André Silva en la que fue su casa. De falta apretaba Brais Méndez en el 92 los últimos segundos (3-2), pero no logró frenar la mala dinámica de una Real Sociedad que ha firmado 5 de los últimos 18 puntos hasta verse fuera de puestos europeos en la clasificación.
Obligaba el triunfo del viernes del Celta en Balaídos, que hunde aún más a la UD Almería en la última plaza (1-0), incapaz de sostener ante rivales directos el nivel que exhibe frente a los grandes de LaLiga, a una reacción inmediata del Cádiz en Vallecas. Su empate, que aumenta a 23 las jornadas sin vencer, abre brecha en la zona baja. Son ya cinco los puntos que separan el abismo de la salvación.
Mereció más el Cádiz, víctima de su falta de pegada en momentos de superioridad a los que no saca partido. Era un duelo repleto de necesidad. Porque el Rayo no anda mejor. El equipo que menos puntos ha sumado en la segunda vuelta. Un desplome que no ha frenado la llegada de Íñigo Pérez. Sus jugadores sienten miedo a la derrota, a un resultado que les meta de lleno en la pelea por la salvación. No ganan ante su afición desde el 15 de septiembre. Iguala la peor racha de resultados de su historia en Primera.
Y tuvo en la mano el reencuentro con el triunfo para recuperar la tranquilidad. En un duelo marcado por el diluvio que pasó de lluvia a granizo. Cayó con tanta intensidad que se tuvo que detener y cuando el césped estaba impracticable, llegó un error por alto de Conan Ledesma que no desaprovechó Lejuene. No supo defender la renta el Rayo que, una jornada más, recibió un gol en los últimos compases. Por segunda jornada consecutiva el Cádiz salvó el órdago. En esta ocasión con gol de Javi Hernández para mantener la esperanza.
El diluvio se trasladó de Vallecas a Getafe y se materializó en lluvia de goles (3-3). El cambio de estilo de José Bordalás a su equipo, más ofensivo y goleador, también más inestable atrás. Hasta 41 goles en 27 jornadas. Un dato inédito en un entrenador que cumplía 250 encuentros al mando del equipo azulón. Desperdició dos ventajas de dos tantos tras los goles tempraneros de Jaime Mata y Greenwood, del de Maksimovic al borde del descanso para responder el estreno a lo grande de Sandro, con un tanto para enmarcar.
Se desplomó el Getafe en el segundo acto, empatado con los goles de Sergi Cardona y Munir en un duelo que pudo caer de cualquiera de los dos lados, con un travesaño para cada equipo. Con susto de Borja Mayoral por un mal gesto de rodilla cuando sentía cerca la llamada de la selección. Un empate que deja a ambos en la zona tranquila de la clasificación, enfriando cualquier ilusión europea.
Roberto Morales