Shambhu (India), 23 feb (EFE).- "¿Ves aquí a algún terrorista? Aquí solo hay agricultores", lamentó a EFE uno de los miles de agricultores que exigen un precio mínimo para sus cosechas, furioso por las acusaciones ligadas al turbulento pasado separatista del estado de Punjab y a la religión sij predominante en el 'granero de la India'.
Gurpreet Singh, tumbado a la sombra de un tractor que todavía funciona a la perfección tres décadas después de haberlo comprado, denunció las acusaciones a las que se enfrentan los agricultores de esta región, donde casi el 60 % de sus habitantes profesan el sijismo a pesar de que sus fieles solo representan el 1,7 % de la población india, según el censo de 2011.
La acusación de ser miembros del movimiento khalistani, que busca la creación de una patria independiente para los sijs en Punjab, no es nueva y ha sido por años considerado como terrorista por Nueva Delhi.
Los campesinos ya fueron objeto de críticas, entre 2020 y 2021, cuando miles de ellos bloquearon los accesos a Nueva Delhi durante casi quince meses para exigir la derogación de unas leyes agrícolas que, según ellos, beneficiarían a las grandes empresas en detrimento de los pequeños productores.
"Nos han informado de que hay una infiltración khalistani en las protestas", dijo el fiscal general de la India en 2021, desatando la indignación. La Policía delí llegó a presentar casos contra agricultores en este sentido, y la estrella de Bollywood Kangana Ranaut se vio sumida en una controversia en aquella época por tildar a los agricultores de separatistas.
En el centro de las acusaciones está la insurgencia que emergió a partir de los años ochenta en Punjab, y que junto con las operaciones de las fuerzas de seguridad por suprimirla se cobró más de 21.000 vidas hasta que la ola separatista fue subyugada en 1993, según el Portal de Terrorismo del Sur de Asia.
El movimiento está prácticamente extinto en el estado indio desde entonces, más allá de incidentes recientes como el asalto a una comisaría por seguidores de un líder separatista sij a principios de 2023 y la masiva operación para detenerle luego, pero el sentimiento sigue vivo en aquellos países con gran presencia de la diáspora punjabí.
Con miles de agricultores acampados de nuevo para exigir una ley que garantice unos precios mínimos de apoyo para 23 cultivos, esta vez en varios puntos fronterizos entre los estados de Punjab y Haryana, el espectro del separatismo khalistani está nuevamente de actualidad.
"Los policías trataron de provocarnos gritando Jai Shri Ram", un cántico religioso convertido en clamor de guerra del nacionalismo hindú, aseguró a EFE Harshdeep Singh desde el hospital Rajindra de la ciudad de Patiala.
Allí acabaron varios de los heridos más graves en los enfrentamientos del pasado miércoles entre campesinos y las fuerzas de seguridad, que dejaron además un muerto.
"Los agricultores se mantuvieron alejados de esta propaganda", señaló Singh, ante lo que juzgó como una provocación para hacer gritar eslóganes en favor de Khalistan a estos campesinos, mayoritariamente sijs.
La explicación más bien tranquila del manifestante contrasta con el arrebato de ira de un oficial de Policía sij en el estado de Bengala Occidental, a más de 1.800 kilómetros de distancia, el pasado martes.
Jaspreet Singh, superintendente de Policía, impidió el paso de unos líderes del Bharatiya Janata Party (BJP) del primer ministro, Narendra Modi, que exigían acceder a un poblado donde una mujer denunció haber sido agredida sexualmente por un mandatario del All India Trinamool Congress (TMC), gobernante en el estado.
Fue entonces cuando, según él, fue acusado de ser un separatista sij por portar uno de los símbolos más visibles de la religión, el turbante.
"Si no llevase un turbante, ¿me llamarías khalistani? Si un oficial de Policía lleva turbante, ¿para ti eso significa que sea khalistani? Qué vergüenza", recriminó a gritos Singh.
La disputa fue capturada por múltiples medios de comunicación y se hizo rápidamente viral, suscitando reacciones en defensa del policía y una gran atención en Punjab.
"Mira lo que pasó en Bengala", reflexionó Harshdeep Singh desde el hospital en Punjab, ante el acuerdo general de unos campesinos cansados de ser tildados de terroristas.
David Asta Alares