Washington, 19 feb (EFE).- "¿Cómo es posible que Rusia tenga una estación de metro más bonita que cualquier lugar de nuestro país?". Esta pregunta no se la hizo un rusófilo ni un nostálgico de la Unión Soviética, sino Tucker Carlson, el periodista estrella de la extrema derecha estadounidense.
Tras visitar Moscú para entrevistar al presidente de Rusia, Vladímir Putin -la primera entrevista que el mandatario concede a un periodista occidental en años-, Carlson ha manifestado ampliamente en redes sociales su admiración por la belleza y la cotidianidad de la capital rusa.
Para el expresentador de Fox News e icono del trumpismo, la elegancia del metro moscovita y la abundancia en los supermercados rusos contrasta con la decadencia que, a su juicio, sufre Estados Unidos bajo la presidencia del demócrata Joe Biden.
El actual Partido Republicano, controlado 'de facto' por el expresidente Donald Trump (2017-2021), no ha llegado de momento al punto de admirar públicamente a Rusia, pero tampoco parece que considere a Moscú como su principal enemigo, como ocurría antaño.
Los republicanos bloquean desde hace meses en el Congreso la nueva ayuda militar para Ucrania, país cuyas tropas sufrieron este fin de semana en Avdivka su primera gran derrota del año frente a Rusia.
Si bien los demócratas y algunos republicanos lograron aprobar la semana pasada en el Senado un paquete de 60.000 millones de dólares para Kiev, la mayoría republicana de la Cámara de Representantes, presidida por el trumpista Mike Johnson, se opone a ese paquete.
Es un nuevo ejemplo de que los acólitos de Trump, partidarios de replegar la presencia estadounidense en el mundo, han arrebatado el control del partido a los neoconservadores republicanos que durante décadas pregonaron el intervencionismo de Washington en el exterior.
Así lo ve el primer ministro polaco, Donald Tusk, quien en redes sociales señaló que el expresidente Ronald Reagan, firme rival de la Unión Soviética, "debe estar hoy revolviéndose en su tumba" por el papel de su partido en la guerra de Ucrania.
Además, el pasado 10 de febrero cundió el pánico en las capitales europeas cuando Trump, gran favorito para la nominación presidencial republicana de cara a las elecciones de noviembre, puso en cuestión su compromiso con la OTAN.
El magnate neoyorquino aseguró en un mítin que alentaría a Rusia a invadir a los países de la Alianza Atlántica que incumplan el compromiso de invertir el 2 % de su PIB en defensa.
La también precandidata republicana Nikki Haley criticó este domingo a Trump por su cercanía a Putin y le recordó que Rusia no es "amigo" de Estados Unidos, pero sus posibilidades de conseguir la nominación son casi nulas.
No es la primera vez que el trumpismo coquetea con el putinismo. Según Juan Luis Manfredi, experto en relaciones internacionales de la Universidad de Georgetown, ambas corrientes tienen una "relación simbiótica" porque se basan en un discurso muy nacionalista, la idea de un hombre fuerte y un pasado idealizado.
La presidencia de Trump arrancó, de hecho, con polémica por la presunta injerencia rusa que hubo en las elecciones de 2016 para favorecer la victoria del republicano frente a la demócrata Hillary Clinton.
Pero la relación que hubo entre la Casa Blanca de Trump y el Kremlin no fue tan fluida como cabía esperar: Estados Unidos aumentó las sanciones a Rusia y ambas potencias se enfrentaron por los bombardeos en Siria.
Ya en el poder, Biden intentó en 2021 un acercamiento con Putin, pero todo saltó por los aires con la invasión de Ucrania de febrero de 2022, tras la cual el demócrata prometió convertir al jefe del Kremlin en un "paria".
En una declaración inesperada, Putin dijo la semana pasada que prefiere una victoria electoral de Biden que de Trump, dado que el demócrata tiene "más experiencia" y es más "predecible".
Para Manfredi, ese fue un comentario "cínico". Lo que realmente interesa a Putin es sacar cucharada de la "debilidad" de un Biden que gobierna sin mayoría en el Congreso y con una baja popularidad, sostiene.
El regreso de Trump a la Casa Blanca, considera el experto, sería "una victoria" para Putin porque generaría más retrasos y problemas en la política sobre Ucrania.
Solo un día después de las palabras del mandatario ruso sobre Biden, murió en prisión el líder opositor ruso Alexéi Navalni. El presidente estadounidense ha responsabilizado directamente a Putin de su muerte. Trump, sin embargo, todavía guarda silencio sobre el tema.
Eduard Ribas i Admetlla