Rafah (Gaza), 8 feb (EFE).- Entre edificios aglomerados de gente o tiendas repartidas por todas partes, unos 1,3 millones de palestinos hacinados en Rafah ven cada vez con más temor la posibilidad de una ofensiva israelí contra la ciudad, en el extremo sur de Gaza y único lugar de la Franja donde Israel aún no accedió por tierra.
Según fuentes locales, en las últimas 48 horas aumentaron también los bombardeos sobre la urbe, con ataques a unas seis casas y tres selectivos a vehículos. Israel también mató al jefe de la policía gazatí de Rafah -bajo control de Hamás-, y las hostilidades en aumento hacen que muchos lo interpreten como un paso previo al inicio de una ofensiva terrestre en la zona, fronteriza con Egipto.
Rafah, con unos 275.000 habitantes antes de la guerra, quintuplicó su población con masas de desplazados interiores que tuvieron que evacuar el norte de la Franja y la propia ciudad de Gaza. No hay casas, mezquitas o escuelas que no estén abarrotadas de gente, mientras las tiendas con desplazados están por todas partes. Ahora, el miedo de muchos es tener que escapar de nuevo, sin saber adónde.
"Si hay una operación militar en Rafah, la situación empeorará por la densidad de población y de civiles, habrá masacres", alertó a EFE Ahmed Rafiq Shahin, palestino que, por ahora, sigue en la ciudad, pero que intentará ir "a sitios más seguros" en caso de ofensiva israelí.
"La vida es muy difícil y los precios de todos los productos muy caros, si es que están disponibles, y no son accesibles para todo el mundo", agregó, describiendo el incremento exponencial del precio para cualquier suministro básico debido a la escasez, desde el pan hasta la leche para bebés, mientras que la ayuda humanitaria que sigue entrando en la Franja de Gaza no da para cubrir las necesidades de la población.
En medio de la desesperación, muchos en Rafah valoran si evacuar al centro de la Franja -donde hay gran cantidad de desplazados y un pasaje aparentemente viable por la vía costera-, ir a Egipto -aunque el paso hacia ahí es a cuentagotas- o quedarse en la ciudad en caso de ofensiva, como dice a EFE uno de sus vecinos, Mohamed Hafza.
"En cuanto a mi familia, no vamos a salir de nuestra casa, vamos a seguir en Rafah", aseguró a EFE, y añadió sentirse impotente por "no saber qué hacer" ante la compleja situación, mientras los robos por la escasez y falta de recursos básicos también se van extendiendo.
Todo ello, mientras el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, descartó ayer un pacto de tregua, tras una propuesta del grupo islamista palestino Hamás para liberar a los rehenes israelíes.
Apeló a seguir "la presión militar" sobre el enclave para "no sucumbir" hasta "la victoria absoluta" contra el grupo islamista, que sigue oponiendo resistencia armada.
Netanyahu dijo que las tropas israelíes seguirán "hasta el final", lo que generó temor entre los palestinos a medida que el Ejército sigue combatiendo en Jan Yunis, también en el área sur, y urbe próxima a Rafah.
La ONU advirtió de que una ofensiva israelí en esta ciudad podría ser "un crimen de guerra" por la gran densidad de civiles que se hacinan en ella. Estados Unidos también pidió a Israel que, si inicia una operación militar ahí, tome medidas para proteger a los civiles, según dijo ayer el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, que estuvo de nuevo de visita en la región para impulsar un alto el fuego.
Mientras, los principales mediadores en el conflicto, Catar y Egipto, se reunieron este jueves en El Cairo en una nueva ronda de negociaciones con las facciones palestinas para abordar la cuestión, y reducir algunas de las demandas de Hamás para una tregua.
El movimiento islamista realizó una propuesta de tres fases en que se comprometía a liberar al centenar de cautivos israelíes retenidos en el enclave a cambio -entre otras cuestiones- de que las tropas israelíes se retiren de Gaza y acabe la ofensiva.
Estas demandas son inaceptables para Netanyahu, que promete no parar hasta erradicar a Hamás de Gaza y desmilitarizar el enclave.
La ONU denunció hoy que Israel no está dando acceso para la entrega de comida en el norte de Gaza desde hace dos semanas, zona que está "al borde de la hambruna".
Por otro lado, denunció que Israel está destruyendo "todos los edificios en Gaza que están dentro de un kilómetro" de la valla que separa este territorio de Israel, y que la meta de ello sería crear una zona tapón, lo que podría ser también un crimen de guerra.