Nueva Delhi, 7 febrero (EFE).- Pakistán celebrará mañana elecciones generales con el exprimer ministro Imran Khan -probablemente el líder más popular- entre rejas, mientras que la crisis económica y la insurgencia hacen de esta nación uno de los puntos más volátiles del Sur de Asia.
Así, el desenlace de las elecciones de esta nación de más de 240 millones de habitantes, que comparte frontera con Afganistán, China, Irán y la India, abrirá un nuevo capítulo de respuestas sobre el papel que jugará un nuevo Gobierno frente a la crisis nacional y sobre las tensas relaciones con sus vecinos.
El proceso electoral de mañana está modelado por cuatro grandes factores:
Pakistán ha visto el regreso de la violencia armada de grupos insurgentes dentro de su territorio, una actividad que había quedado casi extinta en 2014 producto de fuertes operativos militares que barrieron las zonas más conflictivas. De manera que la violencia en estas regiones ha afectado no solo la campaña si no que también, previsiblemente, influya en la participación de mañana.
El regreso de la violencia coincide con la retirada, a mediados de 2021, de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN de Afganistán y la llegada al poder de los talibanes en Kabul.
Las provincias de Baluchistán y Khyber Pakhtunkhwa, que comparten frontera con Irán y Afganistán, son especialmente conflictivas con la presencia de los grupos insurgentes baluchis y el Tehrik-i-Taliban Pakistan, la rama paquistaní de los talibanes, ambos reclamando más control en sus respectivos territorios.
El aumento de los ataques en las últimas cuatro semanas ha hecho de estas dos regiones en particular, territorios considerados "sensibles". En Baluchistán, el 80 % de los colegios electorales fueron declarados puntos vulnerables de violencia.
El Ejército de Pakistán tiene un largo historial de interferencia en el Estado y, tradicionalmente, el ganador es visto como la figura elegida por el poder militar y, de esta buena relación, depende su permanencia en el poder.
La destitución en 2022 del ex primer ministro Imran Khan con una moción de censura, pese a contar con una gran popularidad, fue visto de inmediato por los analistas como el resultado del disgusto del Ejército con el carismático líder.
En esta ocasión, los medios y analistas asumen que el apoyo del ejército se decanta por el tres veces primer ministro Nawaz Sharif.
Esta gran influencia hace que los políticos busquen también recibir el apoyo de los generales, creando un círculo de alianzas que hace cada vez más frágiles las instituciones del Estado.
La estabilidad institucional de Pakistán es crucial para el nuevo Gobierno que tendrá que hacer frente a uno de los peores momentos de la economía paquistaní con una crisis de reservas y una espiral inflacionaria de dos dígitos.
Esto pasa por la necesidad de negociar en el corto plazo la extensión de un programa de rescate con el Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que implica que el nuevo Gobierno tendrá también que hacer mayores recortes del gasto público.
Pakistán necesita pagar 77.500 millones de dólares de deuda externa en los próximos tres años, principalmente a instituciones financieras chinas y a Arabia Saudí. La primera de ellas vencerá el próximo mes de junio, y el nuevo gobierno necesitará negociar con el acreedor una refinanciamiento de la deuda.
Tres hombres son clave en estas elecciones: Imran Khan, Nawaz Sharif y Bilawal Bhutto Zardari, los tres representan en gran medida posturas enfrentadas del país.
La antigua estrella del críquet y exprimer ministro Imran Khan, encarcelado y excluido de las elecciones pese a ser una de las figura que despierta más emociones en Pakistán, era hasta hace unos meses el favorito para ganar la contienda.
Pese al aislamiento del líder y sus más cercanos colaboradores, además de una serie de acciones contra su formación, el Pakistan Tehreek-e-Insaf (PTI), la situación de Khan y el descontento de sus seguidores es determinante en el ánimo de la jornada de mañana.
Nawaz Sharif, tres veces primer ministro, tiene la oportunidad más clara de ganar las elecciones, por una cuarta vez, pese a que en todas las ocasiones anteriores acabó expulsado del poder sin completar su mandato.
El regreso del conocido como "el león de Punjab" es el resultado de una serie de movimientos políticos que comenzaron con la expulsión de Khan, gracias a una moción de censura promovida por el hermano Nawaz Sharif, Shehbaz Sharif.
Esto siguió con enmiendas legales y judiciales que permitieron a Nawaz Sharif volver a Pakistán tras años de exilio, libre de procesos judiciales, listo para ser el nuevo candidato de la Liga Musulmana, y con Khan, su principal rival en prisión y fuera de la carrera.
También está el excanciller Bilawal Bhutto Zardari, hijo de Benazir Bhutto, la primer mujer en convertirse en primera ministra en un país de mayoría musulmana, es la tercera generación de una poderosa dinastía política en Pakistán.
El político de 35 años tomó el liderazgo del partido Pakistan Peoples Party (PPP) tres días después del asesinato de su madre en 2007. EFE
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