Washington, 28 dic (EFE).- Sophia Carrero tiene una frase grabada en la memoria de cuando hace más de 20 años comenzaba a dar espectáculos drag queen en un restaurante de Washington.
Un día, el local solo tenía dos mesas llenas debido a una fuerte nevada, pero su jefe le dijo: "El espectáculo debe continuar". Sophia se colocó su peluca, se enfundó en su traje de lentejuelas, se subió a los tacones y salió a darlo todo al son de la música.
Con una actitud similar, el movimiento drag de Estados Unidos ha luchado en el último año contra una ofensiva legal impulsada por los republicanos y grupos ultraconservadores que quieren vetar estos espectáculos.
"Aquí no hay nada malo. Lo que damos es amor y diversión. ¿En qué podemos dañar a las demás personas?", cuestiona Sofía en una entrevista con EFE tras mover las caderas al ritmo de Shakira en un popular restaurante de la capital estadounidense.
Esta mujer trans hondureña, que se refugió en Estados Unidos cuando era menor de edad, pide a la gente que "mire a los políticos que roban y que hacen guerras" en lugar de perseguir las drag queens.
Tras conseguir que el Tribunal Supremo tumbara el año pasado la protección constitucional al aborto, la derecha radical en Estados Unidos ha puesto en su punta de mira al movimiento LGTBI en diferentes frentes.
Durante 2023, al menos 16 de los 50 estados del país han introducido legislaciones que prohíben o vetan los espectáculos drag en espacios públicos o delante de menores de edad.
En el centro de la polémica están los populares 'drag brunch', celebrados en restaurantes que sirven desayuno a un público familiar, donde las drag se pasean entre las mesas cantando, bailando y recogiendo propina de los comensales.
También ha habido controversia por las drag queens que leen cuentos a los niños, una actividad popularizada en los últimos años en varias bibliotecas de Estados Unidos.
Quienes buscan prohibirlos justifican que hay que "proteger" a los niños del contenido sexual, y algunos incluso han acusado a las drag de promover el abuso infantil.
Preguntada por EFE, la psicóloga Elizabeth Jeglic, de la Universidad de Nueva York, dijo que no hay "ninguna evidencia científica" que relacione los espectáculos drag con el abuso sexual a menores.
El primer estado que intentó criminalizar estas actividades fue Tennessee, donde en marzo se aprobó una ley que las prohibía en espacios con presencia de menores de edad, dado que equiparaba las drags con espectáculos explícitamente eróticos como los 'streptease'.
Ese anuncio fue un duro golpe para la comunidad LGBTI de Nashville, capital de Tennessee y una de las ciudades más animadas del sur de Estados Unidos.
"Cuando lo leí me asusté mucho, el drag es mi trabajo. No imaginaba que el Congreso pudiera legislar en mi contra", cuenta en una entrevista telefónica Cya Inhale, una artista drag de Nashville.
Según relata, hace algún tiempo no había ningún problema con estos espectáculos, pero desde que la ultraderecha los empezó a "politizar", aumentaron los insultos que Cya sufre en la calle, incluso la han llamado "pederasta".
"El drag es más fácil de atacar que el resto de la comunidad LGTBI, porque mucha gente no entiende lo que es o nunca ha estado en uno de estos shows", lamenta Cya.
Por ello insiste en reivindicar el drag como un arte, que mezcla baile, música y peluquería. Además, recalca que el espectáculo que da una drag al mediodía en un restaurante familiar no es el mismo que da en una discoteca a altas horas de la madrugada.
Organizaciones de la sociedad civil y del movimiento LGTBI ganaron en junio una primera batalla en tribunales cuando un juez federal declaró inconstitucional la ley antidrag de Tennessee porque viola la libertad de expresión consagrada en la Primera Enmienda de la Constitución.
En septiembre, otro juez tumbó una ley similar en Texas, y las legislaciones antidrag de Florida y Montana han sido temporalmente suspendidas.
Mientras siguen las peleas en los tribunales, el espectáculo debe continuar.
Y es así cómo Gigi Paris Couture, compañera de Sophia en el restaurante de Washington, sale con su corona deslumbrante a interpretar el 'I Will Survive', de Gloria Gaynor, como si se tratara de un mensaje oculto.
Nacida en Nueva York de origen puertorriqueño y con 18 años de drag a sus espaldas, ve "triste" que en 2023 todavía haya políticos que "no acepten a ciertas personas que son diferentes".
"Yo sé que vamos a sobrevivir y sobrepasar esto. Porque el drag no es un crimen, es una diversión y un entretenimiento. Vamos a continuar".
Eduard Ribas i Admetlla