São Paulo, 23 dic (EFE).- En las bulliciosas y laberínticas calles de Paraisópolis, los habitantes de la segunda mayor favela de São Paulo se preparan para celebrar una Navidad diferente, marcada por las carencias económicas.
La Navidad de Brasil es "diferente a la que aparece en los anuncios, donde las mesas están llenas y todo el mundo tiene un regalo de Papá Noel", explica Gilson Rodrigues, líder comunitario de Paraisópolis y presidente de la ONG G10 Favelas.
Por ello, su organización, que surgió como un punto de articulación de los movimientos sociales que trabajan en las mayores favelas de Brasil, decidió llevar este año a Papá Noel a Paraisópolis, con el patrocinio de unos grandes almacenes.
Ataviado con un clásico traje rojo y barba blanca, que no puede sino desentonar bajo el sol arrollador del diciembre brasileño, Papá Noel saludó a los centenares de niños que esperaban con los ojos brillantes.
Sus ayudantes comenzaron a repartir dinosaurios, coches y muñecas, con los que los niños corrieron a inundar la calle entre risas. Regalos para 5.000 niños en total, una pequeña parte de los que viven en esta inmensa barriada con 100.000 habitantes.
Para personas como Raimunda da Cruz, madre en situación de desempleo, acciones como esta marcan una diferencia en sus festividades, trayendo un destello de alegría.
Explica que este año no contaba con los recursos para comprar un regalo a sus dos hijas ni a sus dos sobrinas y que agradece mucho poder "ver una sonrisa en su rostro".
Emocionadas, las cuatro niñas entraron corriendo abrazadas a sus muñecas por la puerta de la Viela do Galo. Así se llama el corredor que da paso a un verdadero laberinto de callejones interiores y escaleras, al final del cual se encuentra la casa en la que llevan viviendo cinco años. Raimunda las acompañaba sonriendo.
Rodrigues, el líder comunitario, defiende que estas iniciativas son “esenciales” para poder "crear oportunidades para que aquellos que no iban a recibir la visita de Papá Noel" y destaca que "un juguete regalado en Navidad es un juguete con el que se puede jugar todo el año".
En ese sentido, recalca que no se necesita esperar "a fechas especiales" para donar un juguete o una cesta de alimentos, que en pocas ocasiones llegan a cubrir las necesidades de Paraisópolis.
Y por ello, subraya la necesidad de visibilizar que "actualmente 70 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en el país", lo que significa que estas familias no tienen acceso garantizado y constante a la comida necesaria.
Esto supone cerca del 36 % de la población del país, uno de los más desiguales del mundo.
Las calles estrechas de Paraisópolis y las casas de ladrillo sin estuco forman una postal de la desigualdad del país cuando se las ve lado a lado con el barrio vecino de Morumbí, uno de los sectores más exclusivos de São Paulo, de mansiones con piscina y jardín.
Se estima que 17,9 millones de personas viven en favelas en Brasil, de acuerdo con datos proporcionados este año por el Instituto Data Favela.
El número de este tipo de asentamientos se dobló en la última década, cuando se han llegado a registrar 13.151 favelas distribuídas en todo el país.
Esto implica que alrededor del 8 % de la población brasileña vive en barrios de asentamientos informales, con una calidad de vida que no garantiza condiciones básicas para muchas familias.
Laura Rodríguez Blanco