Sunavi (Bolivia), 20 dic (EFE).- La boliviana Trigidia Jiménez encontró su propósito de vida en cultivar la cañahua, un grano andino ancestral considerado un “súper alimento” por su valor nutricional y por ser “resiliente” a la crisis climática que incluso llegó a ser utilizado por la NASA.
Jiménez recuerda muy bien el momento en que tuvo por primera vez entre sus manos un grano de cañahua, hace más de 20 años, su suegro fue quien se la mostró y ella sintió "una fuerte conexión" con este cultivo y a partir de ese instante encontró la razón de su vida y para su trabajo.
"En ese momento también inicia la construcción y el reencuentro de una mujer que estaba perdida en una sociedad muy estereotipada de roles que nos definen de acuerdo a nuestra sexualidad", dijo a EFE la productora.
Ella es ingeniera agrónoma igual que su esposo, estudiar esa carrera "considerada de hombres" ha sido todo un desafío y aún más demostrar sus conocimientos con cuatro hijos y con las "responsabilidades del hogar" que debía "cumplir", pero ella creía firmemente que la "cañahua" la eligió a ella.
Así la mujer quechua tomó valor y abandonó "las comodidades de la ciudad" donde ella vivía para "migrar" al campo, a la localidad de Sunavi en el departamento altiplánico de Oruro para comenzar a cultivar este grano andino que estaba en el olvido, pero que para ella significaba todo.
"Estudiarla y ver que un grano tan pequeño puede producir en condiciones tan adversas y adaptarse al cambio climático también ha ido construyendo una mujer que aprendió a amarse a sí misma y a reemplazar los miedos por fortaleza, es todo un proceso que cambió mi vida", comentó.
Jiménez se puso nuevamente las polleras, la faldas plisadas características de las mujeres indígenas del país, e investigó las "fortalezas y debilidades" de ese cultivo que en ese entonces solo era para el "autoconsumo" y que ya no se veían en las casas de las familias bolivianas.
Es así que nació la granja Samiri, una palabra en el idioma aimara que significa "un lugar sagrado de conexión con la Madre Tierra", que para la productora es un espacio donde puede "comunicarse con las cañahuas" en la que junto a su esposo investigaban los "ecotipos" y las variedades de este grano andino para mejorar sus cultivos.
Ambos decidieron mezclar los conocimientos ancestrales con los que se maneja este cultivo basado en el respeto a la Madre Tierra y el conocimiento científico que adquirieron en la universidad para investigar las variedades de cañahuas, ellos trabajan con seis y ya tienen dos registradas, además mejoraron los rendimientos de sus parcelas.
Al principio la granja Samiri se dedicaba a producir materia prima que se entregaba a varias empresas transformadoras del país, una de ellas fue Coronilla donde realizaban productos con base en este alimento que llegaba hasta a la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA).
"Ha sido una sorpresa el saber que nuestros productos estaban yendo a ese mercado, fue una sorpresa y un orgullo", comentó la productora.
Esa situación le dio más fuerza para continuar con su trabajo y seguir cumpliendo sus metas hasta ser considerada la mayor productora del país de cañahua, pero también una de las principales impulsoras de este cultivo que ahora es producido por más de 1.500 familias en Bolivia.
Luego con el tiempo diseñaron maquinarias específicas para procesar la cañahua y comenzar un "proceso de transformación" para no quedarse con la materia prima y realizar pipocas (palomitas), flan, hojuelas, barras energéticas, pito de cañahua, brownies y papillas.
Jiménez lidera esta empresa familiar, pues su esposo falleció por la covid-19, y ahora la siguiente meta es exportar los productos que según Jiménez están llamando la atención de varios países como Italia, Estados Unidos y Canadá por sus valores nutricionales.
La cañahua es considerada un "súper alimento" por sus valores nutritivos, ya que es alto en proteínas, calcio, hierro, magnesio, tiene las tres omegas, es portador de fósforo y es recomendado para personas que sufren de diabetes, presión alta, comentó Jiménez.
Además según la productora observaron en estos años que la cañahua es resistente a las heladas y a las sequías que afectan los cultivos en el Altiplano boliviano, por lo que el país tiene un gran "potencial", también se dieron cuenta que el ciclo de este cultivo es "resiliente al cambio climático".
"Con seguridad este alimento puede garantizar la soberanía alimentaria por todas sus características", enfatizó Jiménez.
El trabajo de Jiménez ha sido reconocido por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) como una de las "lideres de ruralidades" y recientemente le otorgaron una distinción "rango caballera de la orden del mérito agrícola" otorgada por Francia.
Yolanda Salazar