Ciudad de Guatemala, 7 dic (EFE).- Miles de guatemaltecos celebraron este jueves en todo el territorio nacional la 'Quema del Diablo', una tradición con varios siglos de antigüedad y algunos usaron su ingenio para darle un matiz político y protestar contra funcionarios señalados de intentar revertir los resultados electorales de este año.
"Quemar el diablo es una tradición popular y en esta oportunidad la usamos para expresar nuestro malestar por los recientes acontecimientos políticos", declaró a EFE una persona con máscara de diablo que prefirió el anonimato, en la colonia Arrivillaga, ubicada en el centro de la Ciudad de Guatemala.
Los vecinos de este sector tomaron tres semanas para armar una piñata de diablo de cinco metros de altura con silueta femenina y que representaba a la fiscal general del país, Consuelo Porras Argueta, señalada nacional e internacionalmente de intentar revertir los resultados electorales de los comicios de este año.
"Los jóvenes decidieron que el diablo de esta edición tenía que expresar el malestar que está afectando al pueblo de Guatemala", aseguró el hombre que dirige a un grupo de 15 personas que construyeron la piñata particular.
De acuerdo con la visión católica, la tradición se remonta al anuncio del triunfo de la Virgen de Concepción -cuya festividad se celebra el 8 de diciembre- sobre Satanás, la cual se rememora con grandes fogatas y juegos pirotécnicos.
De igual forma, algunos historiadores guatemaltecos vinculan la celebración a la época de la colonia española, cuando se realizaban grandes luminarias con fuego para algunas festividades religiosas.
Esta particular tradición unió a decenas de familias más en diversos barrios y colonias populares de la Ciudad de Guatemala, que también acompañaron la quema de las piñatas de diablo con pirotecnia.
De forma coordinada todos los diablos son quemados cuando el reloj marca las 18:00 horas y el estruendo de los cohetes y el humo se apodera de las calles.
Durante este jueves, comerciantes ofrecieron una diversidad de piñatas de diablo, que iban desde los 30 centímetros de altura hasta los 3 metros, otros personalizados con la cara de figuras políticas como el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei.