Lima, 7 dic (EFE).- Los 17 meses de Gobierno de Pedro Castillo como presidente de Perú estuvieron marcados por la inestabilidad y las disputas con el Congreso, su fallido autogolpe de Estado muestra un año después un país hundido en una profunda crisis y con un Parlamento que, pese al masivo rechazo que genera en la ciudadanía, domina la agenda política y promueve una reconfiguración del Estado.
La llegada del izquierdista Castillo a la Presidencia de Perú removió a los sectores más conservadores, que no solo pusieron en duda su elección, sino que le declararon la guerra desde el primer minuto y promovieron su destitución bajo acusaciones de presunta corrupción.
El sindicalista del magisterio se encontró acorralado por el Parlamento aquel 7 de diciembre de 2022, cuando, minutos antes de su presentación ante el pleno para responder por las acusaciones en su contra, eligió anunciar el cierre del Legislativo y formar un ejecutivo de emergencia que debía gobernar por decreto, además de reconfigurar el sistema de Justicia.
El fallido autogolpe de Castillo no encontró el respaldo de ningún sector y, minutos después, fue destituido por el Parlamento, detenido por su escolta y recluido en prisión por los delitos de rebelión y conspiración.
Transición que se hizo permanente
Su entonces vicepresidenta Dina Boluarte juró como la nueva mandataria para dar inicio a un aparente periodo de transición, pues la ciudadanía pedía en las calles el adelanto de elecciones generales, pero esa alternativa fue rechazada, una y otra vez, por el Congreso.
Los reclamos dieron paso a las protestas masivas que, en enfrentamientos con las fuerzas del orden, dejaron 49 fallecidos y además de una veintena más de muertos por sucesos vinculados a las manifestaciones.
En los meses siguientes de este año, el Congreso no ha hecho más que crecer en peso político, a pesar de tener más del 90 % de desaprobación en las encuestas y prácticamente desaparecer del escenario a la presidenta de la República, que tampoco goza de popularidad.
"El Ejecutivo es débil, es una presidenta que ya se ha dicho reiteradamente que carece de partido, de bancada, carece de apoyo ciudadano, carece de referencias sociales fuertes, regionales y locales", explicó a EFE el analista político Fernando Tuesta.
"Es una presidenta que vive realmente del balón de oxígeno que le da el Congreso", afirmó.
Un parlamento avasallador
Una vez que se disipó el peligro del adelanto de elecciones, el Parlamento comenzó a desarrollar su propia agenda, "a través del poder que ejerce y la coalición amplia que ha establecido" entre las más diversas bancadas, anotó Tuesta.
Las medidas aprobadas por el Legislativo favorecen no sólo a entidades políticas, como pueden ser los partidos o alianzas políticas de izquierda o derecha, sino a "intereses privados, mercantilistas e incluso mafiosos", señaló el experto.
No en vano un grueso número de congresistas, que puede llegar a un tercio de los 130 legisladores, afrontan investigaciones por presunta corrupción y otros delitos, algunas de las cuales fueron archivadas convenientemente por el pleno.
"La prioridad del Congreso es sobrevivir hasta el 28 de julio de 2026", afirmó Tuesta, pero en el interín avanza como "un huracán arrasando con todo lo constituido" y en un afán "antirreformista".
Desarmando la institucionalidad
"No se ha avanzado nada, se ha desandado", declaró el analista, en referencia a la anulación de la reforma universitaria y la reforma política, entre otras.
Después de lograr la aprobación de la reelección parlamentaria y la bicameralidad, el Legislativo le puso el ojo al máximo órgano de la judicatura, la Junta Nacional de Justicia, que tiene en sus manos la designación y destitución de jueces y fiscales.
Tuesta manifestó que el actual Congreso "no tiene límites" y los que se tenían "han sido desbordados y, entonces, es un poder sin control" y "avasallador".
"Generalmente, es un poder que se convierte en antidemocrático, como actúa el Congreso actual, y en consecuencia por más que tenga congresistas investigados, presuntamente partícipes de delitos, pero son tantos que en realidad involucra a casi todas las bancadas", señaló.
Con escaso temor de que el Ejecutivo le dé la espalda, más bien son las fricciones entre las bancadas las que podrían retrasar el avance de este "huracán" y, dado el panorama actual, sólo la inestabilidad política permanece constante en el país.
Mónica Martínez