Dubái, 3 dic (EFE).- La Cumbre del Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP28) inicia hoy su programa temático de debates y actividades con el primer día dedicado a la salud, la paz y el socorro, y la ayuda social vinculadas a las crisis climáticas.
Después de dos días de furiosa actividad política, con la presencia en Dubái de cientos de líderes mundiales, el mayor evento anual de debate sobre el clima regresa a su relativa normalidad de decenas de eventos paralelos, mesas redondas, presentaciones y charlas.
El evento central será la primera reunión ministerial sobre clima y salud dónde se espera que asistan ministros de sanidad y delegaciones sanitarias de más de 100 países, la primera vez que un acto similar se produce en una COP.
La presidencia de la COP28 anuncia que el Día de la Salud, abrirá con una sesión en la que se esperan varios anuncios sobre nuevos acuerdos relativos a la financiación de programas destinados a la salud climática y para poder dar respuesta "a las necesidades y prioridades" de los países.
Se espera que en esa sesión "se muestren los compromisos y los progresos de los Gobiernos, Organizaciones Internacionales, Bancos de Desarrollo, filántropos y el sector privado" para abordar la cuestión de la salud en el contexto de la emergencia climática global.
Además, se buscará "avanzar en el entendimiento común de qué constituye la financiación para temas de salud y clima, así como para mejorar la coordinación en los esfuerzos de la salud climática".
El Día de la Salud llegará después de que en la víspera 123 países firmaran la Declaración de Clima y Salud de la COP28, iniciativa que sitúa la salud en el centro de la acción climática y que reconoce que hay que reducir emisiones y contaminación para salvaguardarla, aunque sin mencionar la necesidad de acabar con sus principales causantes, los combustibles fósiles.
A la declaración, impulsada por la presidencia de la COP28 en colaboración con la Organización Mundial de la Salud, se sumaron potencias como Estados Unidos, la Unión Europea o Japón pero no las dos naciones más pobladas del mundo, China e India.
Otro de los temas en los que habrá sesiones y debates específicos será el de la seguridad y el socorro, donde se espera que se lance a lo largo de la jornada un nuevo protocolo para adelantarse a los desastres naturales y trabajar para un futuro seguro donde el dinero "invertido en desastres se gaste menor, en una gestión de riesgos proactiva y en la preparación financiera".
Se buscará que los debates avancen en lograr que los sistemas de alerta temprana ante catástrofes incluyan recursos financierons preacordados, ante la realidad de que el 98% de la financiación ante una crisis "se produce una vez que el desastre llega, a pesar de la ciencia confiable que hay para predecirlos".
Rosa Soto
Dubái, 3 dic (EFE).- La extinción de especies de flora y fauna, la contaminación de fuentes de agua y la radiación en tierras de cultivo son solo algunas de las consecuencias de la guerra en el medio ambiente, un tema invisible en el programa oficial de la Cumbre del Clima de la ONU (COP28), que dedica hoy por primera vez en su historia un día temático al "Socorro, Recuperación y Paz".
Esta jornada "se centrará en acelerar la adaptación y prevenir y abordar las pérdidas y los daños, incluso en contextos frágiles y afectados por conflictos, que enfrentan barreras considerables para acceder a la financiación climática y fortalecer la acción climática", detalla la ONU en la web oficial de la cumbre.
Sin embargo, ninguna de las sesiones oficiales centra su contenido en los efectos de la violencia en el entorno natural y su implicación en el cambio climático como reclaman desde hace tiempo organizaciones críticas a los conflictos armados y el sector armamentístico y militar.
Si habrá debates paralelos en este sentido organizados por la sociedad civil.
Se espera que en esta jornada la presidencia de la COP28 publique una Declaración sobre Clima, Socorro, Recuperación y Paz, cuyo borrador destaca la necesidad de ampliar urgentemente los recursos financieros para atender zonas y poblaciones afectadas por la guerra, pero sin prestar atención a cómo ésta y otras actividades militares impactan en el clima, según el Conflict and Environment Observatory (CEOBS).
La circulación de vehículos militares, los disparos de carros de combate y armas pesadas, el lanzamiento de misiles y obuses afectan duramente al entorno natural convertido en campo de batalla, con numerosas consecuencias para el medio ambiente y, a largo plazo, con efectos sobre el cambio climático.
"La naturaleza se ve muy afectada por todos los estadios de la guerra, que tienen un gran impacto en el clima y no solo por la emisión de CO2 de todos los vehículos y artillería empleada, sino por la emisión de otros tóxicos y el daño causado directamente sobre el ecosistema", dijo a EFE la directora de la Alianza Iberoamericana por la Paz y doctora en Cultura de Paz del Centre Delàs d'Estudis per la Pau, Chloé Meulewaeter.
Según esta especialista, los conflictos armados atentan contra la diversidad en todas sus formas por tierra, mar y aire, contaminando acuíferos, dejando la tierra estéril o con toxicidad durante años y eliminando la flora autóctona, además de matar, herir y desplazar a la fauna del lugar.
Eso sin contar con los efectos de las pruebas de armas nucleares.
Sin embargo, no solo la guerra en sí misma genera estos efectos adversos, sino que también lo hacen los ejercicios militares y la situación resultante postconflicto.
"La huella pre y post guerra es enorme. El CO2 y los tóxicos del armamento causan daños a los ecosistemas, pero también lo hacen las bases militares, su mantenimiento y los entrenamientos, además de todo lo que implica la destrucción de los hábitats naturales y su posterior reconstrucción", explicó
"Los vínculos entre la guerra y la militarización con la crisis climática son claros, pero siguen sin estudiarse las emisiones de CO2 de los conflictos después de que fueran excluidas del Protocolo de Kyoto en 1992 por presiones de Estados Unidos", dice Meulewaeter, quien apuntó que el Acuerdo de París de 2005 estableció como voluntario el reporte de estas emisiones.
Precisamente, el CEOBS y el grupo de investigación Concrete Impacts (CI) denuncia en su web 'militaryemissions.org' que los escasos datos relativos a estas emisiones militares en los informes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) están camuflados en otras categorías de códigos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
"Muchos países no desglosan las emisiones militares en la categoría pertinente del IPCC, o las informan junto con las emisiones de actividades civiles que no se especifican en otra parte, por ejemplo, las de defensa civil o búsqueda y rescate. Algunos países no publican datos sobre emisiones por motivos de seguridad nacional", publica esta web especializada.
En un informe del año 2022, el Centre Delàs concluye que los países más ricos son los principales responsables de la crisis climática al tiempo que destinan más recursos al gasto militar que a la financiación para el clima.
"Entre 2013 y 2021, los países más ricos (del anexo II de la ONU) destinaron 9,45 billones de dólares al gasto militar, un 56,3% del gasto militar total (16,8 billones de dólares), en comparación con alrededor de 243.900 millones de dólares en financiación adicional para el clima. El gasto militar aumentó en un 21,3% desde 2013", detalló.
Ante esto, ambas organizaciones propusieron que los estados pongan las emisiones militares sobre la mesa en la COP28 y se comprometan a mejorar la transparencia de sus informes, si bien recalcaron que las emisiones son solo uno de los muchos factores militares que afectan al medio ambiente y que se deben monitorizar.